Manderlay y la persistencia del intervencionismo económico

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Yo cumplo mis amenazas. La semana pasada, al hablar de Dogville os dije que iba a volver a mentar a su Director, Von Trier en breve. Y ahora voy y lo hago. Si Dogville me parecía, contrariamente a otras interpretaciones que sobra el film, y la obra en general, del danés, una denuncia del colectivismo, de la supeditación del individuo a las comunidades, por muy idilícas que sean, en Manderlay, la segunda parte, creo que también subyace algo de esta queja. Sin embargo, creo que aún es más dura, más dramática.

Lo siento por los spoilers, pero son necesarios para del desarrollo del post, asi que os resumo el film. Grace, huyendo de los trágicos sucesos acaecidos en Dogville, llega con su padre y sus hombres a una plantación, donde aún existe el esclavismo. El caso es que lo gran liberar a los esclavos, instaurar una especie de democracia y permitir que se autogestionen. Sin embargo, acaba descubriendo horrorizada que la esclavitud era en el fondo una elección personal de los propios esclavos, y los propios esclavos acaban exigiendo a Grace que los explote y tiranice.

Alguno dirá que esto sólo pasa en el cine. No. En la Historia hay fenómenos curiosamente similares, como ejemplo la desatrosa experiencia de Liberia, y de como los esclavos liberados se convirtieron en racistas amos de plantación. De hecho, tal y como cuentan en la pagina de la distribuidora, la película esta basada en un suceso real:

El argumento de MANDERLAY, sin embargo, se inspiró en parte en el prefacio de la mundialmente famosa y frívola novela “Historia de O”, escrita en 1954 por Pauline Réage y cuyo prefacio estaba firmado por Jean Paulhan, escritor, crítico y miembro de la Academia Francesa. El título de dicho prefacio es “La Felicidad en la Esclavitud” y empieza por describir una rebelión que ensombreció la isla de Barbados en 1838. Muy resumida, la historia es la siguiente: Una buena mañana, un grupo de negros, hombres y mujeres que habían obtenido legalmente su libertad hacía poco, se acercaron a su antiguo dueño, el Sr. Glenelg, y le pidieron que volviese a aceptarlos como esclavos. Después de hablar con ellos, el Sr. Glenelg se niega a hacerlo, no se sabe si por miedo, por convicción o simplemente por respeto a la ley. Los ex esclavos empiezan a meterse físicamente con él. Al principio, parece un juego, pero acaban asesinándole, a él y a su familia. Esa misma noche, volvieron a ocupar las antiguas dependencias de los esclavos, y empezaron a hablar, comer y trabajar como hacían antes de que se aboliera la esclavitud

Mi mirada estará muy sesgada, pero es que me suena tanto este relato a lo que acontece hoy. Es la Historia de nuestra sociedades, de nuestros agentes económicos, de nuestros políticos, de nosotros mismos. Llevamos inoculado el virus del intervencionismo. Es risible que se hable de neoliberalismo en países donde más del 50% del PIB esta en manos del Estado, y el resto, supuestamente privado, esta fiscalizado, inspeccionado e hiperregulado por el mismo. Hablamos de paises donde preferimos una subvención o una dádiva estatal a competir en los mercados. Hay todo un magma cultural, en el que nos hemos pringado desde pequeños que fomenta esa reverencia al Estado, ese miedo al mercado, y en el fondo a la liberada y a la responsabilidad: sindicatos que hablan de soluciones no traumáticas para referirse a asaltos a la seguridad social, empresarios que quieren acabar temporalmente con el libre mercado, sectores que mendigan la nacionalización y el secretismo. Grace, ellos también desean seguir siendo esclavos. Deseamos que alguien nos diga lo que debemos hacer y volvernos irresponsables.

Dicen de una conocida famosa de la Televisión que si bien ella ha salido del barrio, el barrio no ha salido de ella (por cierto, a mi igual me pasa lo mismo). A los libertos de Graceland les ocurre algo similar: han salido de la esclavitud, pero la esclavitud no ha salido de ellos. La han mamado desde pequeños y no saben ni desean ser libres. Quizás, como decía el replicante en Blade Runner, un esclavo es el que tiene miedo, y quien puede tener más miedo que alguien que no sabe gestionar su libertad, que no esta dispuesto asumir lo que ello implica. Y en pleno siglo XXI nosotros somos los esclavos de la plantación. Deseamos seguir siendo esclavos, nos echamos en manos del Estado, para que, supuestamente nos proteja de las consecuencias de nuestra propia libertad.

PD: Teniendo en cuenta que muchos ya piensa mal de mi, no me importa decir que veo en la obra una clara influencia de Sade y su fantástica Justine o los infortunios de la Virtud, no en vano aparte de libertino Sade devino en liberal. Agítese con unas gotas de Rebelión en la Granja (próximamente en el blog, otra amenaza), y el resultado será muy parecido a este cocktail llamado Manderlay. Muy recomendable.

Más información|Pagina Oficial Manderlay, Blog de Cine
Enlace|Video original YouTube

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