China y su eterno Hard Landing: esta vez puede que vaya muy en serio

China y su eterno Hard Landing: esta vez puede que vaya muy en serio
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No se puede negar que el aterrizaje de la economía china, del que venimos hablando desde diversos medios desde hace años, no acaba de llegar. Pero lo cierto es que, como en toda burbuja, cuando más se dilata la situación, más probabilidades hay de que el pinchazo sea todavía más catastrófico.

El temido Hard Landing chino no se demora porque no sean ciertas las enormes fallas de la socioeconomía china que les venimos poniendo de relieve en nuestros análisis. El inevitable desenlace se hace tanto de esperar porque, en una economía totalitariamente estatalizada, los manguerazos de intervención pública son mucho más fuertes que en otros países. Pero ahora parece que hay un nuevo fuego en la economía china que puede acabar convirtiéndose en incendio generalizado, y esta vez parece que la cosa va muy (pero que muy) en serio.

La madre de todas las burbujas está en el crédito (y en el sobreendeudamiento) chino

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El tema del sobreendeudamiento chino no es para nada nuevo en estas líneas. Ya se lo hemos analizado en ocasiones anteriores como en "La deuda china sigue creciendo y debería preocuparnos", y hoy aquí tan sólo recordaremos algunas cifras a mero modo introductorio sobre el tema de hoy.

Las tasas de endeudamiento que presenta la economía china muestran síntomas de insostenibilidad desde hace años, pero tras los manguerazos públicos para ir apagando fuegos dispersos, en el largo plazo en muchos casos sólo acaban yendo a peor. Este cuasi-permanente estado de "borrachera de deuda para todos" ha traído muchas derivadas: industrias que no se ven en la necesidad de buscar la eficiencia, burbujas inmobiliarias y de mercados de valores, deuda impagable que se va “rolando” a otro vencimiento al ir siendo refinanciada... en una dinámica económica que ha perpetuado la mala gestión y ha evitado la purga de las empresas inviables y/o ineficientes.

En pos de la objetividad y rigor de estas líneas, debemos hacernos eco de la contínua polémica en torno a las cifras macroeconómicas chinas, principalmente debida a la poca transparencia y a la opacidad de sus estamentos oficiales. Así que, como en todo lo que en economía conlleva una inevitable estimación, hay una lógica disparidad de visiones respecto a la foto real del endeudamiento chino. Especialmente ocurre esto en el caso de un régimen totalitario y dictapitalista como es el del gigante asiático, en el cual los agentes del mercado tienen muy en cuenta la posibilidad de que la cocina clásica occidental de las cifras macroeconómicas haya sido superada por un Wok a gran escala.

Como muestra de ello, la publicación económica Forbes por ejemplo ya publicó que analistas como Victor Shih, cuya visión especialmente pesimista de la deuda china es ampliamente conocida, llega a cifrar los créditos no financieros chinos en un estratosférico 328% del PIB. Aunque este nivel de endeudamiento es sensiblemente superior al del consenso del resto del mercado, ese consenso tampoco resulta más alentador. El dato que más recurrentemente estima esta deuda es la del 260% del PIB (igualmente estratosférico), y sospechosamente coincide con las cifras oficiales del “oído cocina”. Las estimaciones del FMI resultan ser las más optimistas en este sentido, y se sitúan en un nada tranquilizador 230%. Y desde la fecha de publicación de esas noticias, la cosa todavía se presenta peor hoy por hoy. Parece que va a ser cierto eso de que hay un colosal problema con la deuda china.

Son las propias autoridades chinas las que confirman la existencia de semejante burbuja en una u otra medida, pues han manifestado pública y reiteradamente la necesidad de que su economía lleve a cabo un proceso de desapalancamiento, que brilla por su ausencia desde hace años, con el resultado de que la deuda china cada vez desprende peor olor. Diarios como The Guardian, o el propio FMI han llegado a comparar la situación de la economía china a la que presentaba la de USA en la época pre-Lehman Brothers.

No sin su parte de razón, algunos verán estos niveles de endeudamiento comparables a los de Europa o EEUU, e incluso los de Japón se sitúan sensiblemente por encima. Aunque, como bien pone de relieve este muy interesante análisis de Thomson Reuters, lo realmente significativo de estas comparaciones aflora si, en vez de deuda total por PIB, analizamos la deuda privada por PIB. Así se puede apreciar cómo la deuda corporativa y familiar por PIB de China presenta una peligrosa e ininterrumpida senda ascendente, iniciada a finales de 2011, y con la que llega a ser incluso alrededor de un 30% superior a la japonesa, europea o estadounidense.

Lo que siempre nos ha preocupado aquí especialmente es esa efervescente tendencia alcista, que hasta ahora no había presentado visos de remitir. Con un modelo de exitoso crecimiento que fue propulsado principalmente por el gasto público y por el crédito fácil, ahora este peligroso cóctel ha hecho que incluso el presidente chino, Xi Jinping, haya incluido públicamente entre sus objetivos reconducir al gigante comunista hacia un modelo de menor crecimiento, pero que sea más sostenible. Hasta ahora todas las llamadas de atención por parte de las autoridades del gigante asiático han caído en saco roto, por lo que no es de extrañar que, conscientes del problema, hayan dado el paso de intentar encontrar la solución llevando sus acciones a una nueva (y muy arriesgada) fase.

Pero, ¿De dónde ha salido tantísimo dinero para prestar a diestro y siniestro y crear una de las mayores burbujas de crédito conocidas?

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A buen seguro que algunos lectores se preguntarán, no sin razón, que por qué esta vez va a ser la de verdad, y efectivamente está más que justificado que estemos asistiendo a la clásica actitud de "Pedro y las cabritas" y su "que viene el lobo". Aunque, como los lectores más habituales bien saben, aquí a veces acertamos, y a veces nos equivocamos (como todos, aunque con espíritu autocrítico también corregimos), pero lo que nunca falta en nuestros análisis son razonamientos objetivamente coherentes y datos.

Esta ocasión tampoco va a ser una excepción (ni mucho menos). Simplemente tengan en cuenta que, al final, en el cuento popular el lobo acaba viniendo: aquí sólo tratamos de anticiparnos a los problemas económicos en la medida de lo posible, y no tratamos nunca de asustar a la gente como hacía el malogrado Pedro. Lo que en realidad pasa es que, en economía, acertar en tiempo y forma es materialmente imposible. Nosotros nos quedamos habitualmente tan sólo con la forma.

Y el hecho es que la incomensurable burbuja de crédito china no es una burbuja cualquiera. Y no lo digo únicamente por sus proporciones y por los niveles de sobreendeudamiento en los que ha sumergido a empresas y ciudadanos chinos. Hay otras "peculiaridades" muy particulares de esta burbuja que la hacen "especial", y que además paradójicamente se basan en prácticas crediticias que los sectores más pro-chinos califican de desaforadamente especulativas cuando las han visto en las socioeconomías occidentales (en muchos casos, con su parte de razón en algunos aspectos).

Esos sectores político-sociales a menudo critican como origen de todos los males que la capacidad de creación de dinero resida en Bancos Centrales como la Reserva Federal o el Banco Central Europeo. Aducen que, controlando la creación del dinero, los poderes fácticos consiguen subyugar a los ciudadanos, y tener bajo su control las socioeconomías. No seré yo el que les diga que no hay parte de cierto en algunos de estos argumentos (tradicionalmente considerados conspiranoicos), de hecho, pienso que es muy cierto aquello de "un paranoico es alguien que tiene unas mínimas nociones de lo que está ocurriendo en realidad".

Pero sin excesos conspiranoicos, ni déficits del mismo que nos hagan caer en la ingenuidad más absoluta, el tema aquí es que en China toda esta burbuja masiva de sobreendeudamiento ha venido auspiciada tomando como principal combustible lo que se conoce como el "Shadow Banking" o "Banca en la Sombra". Esta "Banca en la Sombra" es uno de esos mecanismos perversos del capitalismo, que no se acaba de entender del todo por qué siguen existiendo ni por qué las autoridades los toleran (incluidas las chinas), especialmente cuando, en teoría, permiten la existencia de vías económicas que escapan al control de los reguladores y las autoridades económicas del país.

Tras el descriptivo nombre de "Banca en la Sombra", lo que se esconde es cómo agentes no financieros ni bancarios, y que por lo tanto escapan a la profusa regulación del sector, se dedican incluso a crear dinero muchas veces de la nada, y a prestarlo tan alegremente como ellos mismos decidan (y que suele ser "muy" alegremente para mayor alegría de sus balances empresariales con el cortoplacismo por bandera). La regulación financiera y bancaria será todo lo criticable que quieran, pero al menos es una regulación mejor que dejar campar a sus anchas a los agentes de este muchas veces controvertido sector.

Independientemente de su a veces paralizante nivel de profusión, o de lo también a veces ineficiente de muchas de sus regulaciones, huelga decir que esa profusa regulación del sector bancario y financiero mayormente (con permiso de los intereses creados) se ha desarrollado a prueba de batacazos década tras década, y también mayormente para proteger a la economía y a los ciudadanos de los excesos del sector (de nuevo con permiso de los siempre existentes intereses creados, en éste y en cualquier otro sector).

Como este buen artículo de Bloomberg resume, por que se hagan una ligera idea, esa temible "Banca en la Sombra" actualmente tiene ya una inmanejable dimensión que ya supera a la de toda la economía mundial en su conjunto. Ya me dirán ustedes qué se podrá hacer con los exiguos balances de los Bancos Mundiales el día que a esta "Economía en la Sombra" le dé por explotar, y los reguladores y gobiernos tengan que intervenir en ella (lo cual tristemente muchas veces es a base de rescates con dinero de todos, que deben purgar los excesos de unos pocos).

Gracias al "Shadow Banking", empresas como la celebérrima casa de subastas Sotheby's han puesto en marcha un lucrativo negocio, que les permite prestar por sí mismos importes de millones de dólares a los clientes que se lanzan a pagar los astronómicos precios de las obras de arte que subastan. Hacen de bancos sin serlo, y desarrollan su nueva y rentable actividad en un pseudo-vacío legal que hace que hasta el sistema en su conjunto esté totalmente desprotegido ante estas prácticas. Por ponerles en contexto, supongo que les sonará de algo (modo irónico activado) el funesto nombre de Lehman Brothers. Lamentablemente, todos conocemos las devastadoras consecuencias que tuvieron las censurables prácticas financieras de esta extinta compañía, que pusieron en jaque a las economías del planeta.

Pues bien, la gran capacidad destructiva que la caída de aquel coloso financiero tuvo fue debida a los efectos de aquella "Banca en la Sombra" de la que era uno de los estandartes, y cuya falta de regulación permitió crecer a un gigante con pies de barro hasta un tamaño inmanejable para la economía. Aquellas tan graves consecuencias tuvieron mucho que ver con haber permitido "campar a sus anchas" y sin apenas supervisión a gigantes del "Shadow Banking". Ahora en China el gran peso que ha adquirido la "Banca en la Sombra" en la economía ha tejido una indescriptible e indescifrable maraña financiera cuyas interdependencias son insondables. Les recuerdo que uno de los aspectos más inquietantes de la crisis de Lehman fue que, en las primeras horas, nadie era capaz de evaluar lo masivo de su impacto ni su alcance, y aun así superó por mucho las expectativas de los años de vino y rosas precedentes.

Pero no todo deben ser oscuros calificativos para este tipo de prácticas financieras. Lo cierto es que la "Banca en la Sombra" como tal añade un atractivo grado de flexibilidad a la financiación de la economía, y es infinitamente más ágil en hacer llegar el dinero a aquellos agentes de la socioeconómicos que más lo necesitan. Pero claro, primero que este supuesto efecto beneficioso se limita a permitir hincharse de deuda a agentes que a saber sí podrán soportarla (poniendo en riesgo luego la estabilidad de todos), y segundo que no es de extrañar que tenga tanta agilidad: donde la regulación es laxa o inexistente, agilidad toda la que ustedes quieran.

El porqué de que esta vez la cosa revista especial gran gravedad

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Pues bien, para insomnio de todos, ese peligroso y desbocado "Shadow Banking" ha sido uno de los principales motores de crecimiento del milagro chino de las últimas décadas, y ha alimentado hasta límites insospechados esa colosal burbuja de crédito china. A saber qué, cómo y cuánto deberá quién a quién, en una serie de incontestables preguntas para las que no tienen una respuesta fiable ni las propias autoridades. Lo más peligroso de esta "Banca en la Sombra" es que, como su propio nombre indica, nadie sabe a ciencia cierta qué saldría a la luz ni aunque se pudiesen encender todos los focos sobre su sombría red (lamentablemente no se puede). Y claro, desconocido el alcance del peligro, para qué vamos a siquiera ponernos a hablar de la dimensión de las posibles soluciones.

Como publicaba The Wall Street Journal, todo el incendio que amenaza ahora el edificio de la economía china es especialmente peligroso, porque ha empezado por prender en los mismísimos cimientos de su modelo de crecimiento. Y es que, esas autoridades chinas que llevan ya años advirtiendo de los excesos del crédito, que veían cómo iba inflando cada vez más la burbuja, ven que la situación ya se les ha escapado de las manos. Ahora han decidido dejar de simplemente "recomendar", y tratar por sí mismos de pinchar de forma controlada la temida burbuja. Y claro, para ello no han tenido mejor opción que clavar su aguja quirúrgica en ese mismo "Shadow Banking" que fue el origen de todo, cortando "por lo sano" buena (o más bien mala) parte de sus prácticas.

El riesgo no es otro más que, efectivamente, los doctores económicos chinos están tratando de pinchar a ciegas en el tumor del paciente, sin saber ni su dimensión, ni su localización exacta, y ni siquiera quién está sano y quién con metástasis. Vamos, que lo de la telemedicina comparado con esto es un juego de niños. Y claro, de semejantes y "sombrías" circunstancias, afloran los tremendos riesgos que están asumiendo; el tema es que posiblemente ya no tenían más opción ante una bestia que ya había tomado vida propia. El nuevo riesgo ahora es que, con las nuevas intervenciones, se puede estar provocando una severa sequía en financiación a la que el tejido empresarial chino no está para nada acostumbrado, y que puede tener serias consecuencias en cadena.

Pero no todo son malos augurios, lo cierto es que la inversión en infraestructuras vuelve a crecer, y los consumidores chinos están inicialmente sufriendo menos de lo esperado. El gran problema en realidad es que esos consumidores realmente están ahora endeudados "hasta las cejas", y además el gran peligro reside en la otra gran burbuja china paralela a la del crédito: si el mercado inmobiliario se contagia y se viene abajo, posiblemente nadie pueda salvar ni a Shangai Street, ni a Main Street, y ni tan siquiera a muchas cabezas en Zhongnanhai (sede oficial del gobierno de la República Popular China): la capacidad destructiva del pinchazo sincronizado de semejantes burbujas parejas es simplemente imprevisible.

Si esa bestia acabará engulliendo a la propia madre que le ha dado a luz es algo que sólo el tiempo y su voracidad nos dirán, pero más nos vale por el bien de todos que no sea así: al fin y al cabo no hay que olvidar que China es la segunda economía del planeta, pero es que además es LA fábrica del mundo, y su colapso puede provocar disrupciones en prácticamente todos los procesos productivos del planeta. Llegados a este punto, tal vez ya no haya solución buena, pero es que ya conocemos todos a los políticos (también a los chinos), y mientras una política ha estado dando buenos resultados, aunque los analistas hayamos advertido de que podía ser muy dañina en el largo plazo, los políticos (casi) siempre van a optar por una cortoplacista actitud de comerse el pan de hoy, y "ya veremos a quién le toca solucionar el problemón del mañana (a mí espero que no)".

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Las cifras macroeconómicas chinas estaban ya presentando un deterioro bastante evidente, que hacía que fuera mayormente imposible (incluso para los pobres estándares de transparencia y veracidad nacionales) seguir ocultando la realidad que se esconde tras el escaparate de las cifras oficiales. Muy a pesar de Trump y su mediática guerra comercial, si bien la contienda arancelaria ha podido contribuir a precipitar algo la situación, lo cierto es que la manzana podrida llevaba en la cesta china mucho tiempo (por no decir todo). La aluminosis de ahora se debe a errores de concepto que se remontan a cuando se fraguaba el cemento de los cimientos del nuevo modelo chino, con el que se pretendía conquistar el mundo (al igual que cualquier otra superpotencia). Y todo apunta a que, ahora, finalmente toca saber si lo de China será un "Hard Landing" o un "Soft Landing": lo que es incuestionable es que el aterrizaje ya está en plena maniobra de descenso.

El problema real al que se enfrentan hoy por hoy los dirigentes chinos es a que llegan (muy) tarde. No quisieron ver en su momento el peligro que había en lo que estaban haciendo, y la tensión superficial de esta burbuja es ya tan alta, que el riesgo mayúsculo que ahora tienen entre manos es que hayan activado una bomba de relojería. Efectivamente, debemos asignar una probabilidad nada despreciable al escenario de que puedan estar en una situación económica en la que ya no haya pinchazo controlado posible, y que puedan acabar haciendo saltar por los aires (estratosféricos) todo el sistema financiero que han articulado. La capacidad de control es algo que no depende siempre exclusivamente de la voluntad política (ni siquiera en un estado totalitario), sino que el control tiene también su momento de mercado. Después ya: "Alea jacta est".

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