El sector público no puede montar bancos

El sector público no puede montar bancos
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Me he desayunado hoy un manifiesto publicado en el Pais en contra del abaratamiento del despido. Este manifiesto esta firmado por 700 expertos porque ellos lo dicen, no porque sepamos quiénes son, que marca tres pilares básicos para acometer las reformas estructurales. Me quedo con la primera perla del manifiesto (las otras para más tarde):

Promover una red de entidades públicas que permitan al Estado canalizar sus recursos financieros directamente a la economía real, para sortear los problemas de distribución a los que se enfrenta en la actualidad su agencia financiera, el ICO.
A los que han suscrito este manifiesto, les recomiendo que comiencen a repasar la historia de la banca española, desde el origen de los juros, su gestión por las primeras entidades públicas y finalicen con el Banco Hipotecario, a ver si después de ese análisis, siguen afirmando que un banco público es la mejor opción.

A día de hoy, el sector público no puede sustituir al sector privado y esta peligrosa confirmación puede llegar hasta el sector financiero. Es muy peligroso, porque en este caso, nos jugamos la transferencia de riesgos. El estado no debe soportar el riesgo financiero y por ese mismo motivo, la canalización de fondos públicos tiene que ser a través de entidades privadas, tal y como se hace a día de hoy, es el mecanismo correcto.

Ya tiene demasiado riesgo soportando los avales públicos concedidos a determinados proyectos en pymes, dado que tampoco debería llevarlos a cabo, puesto que si el proyecto falla, el invento lo pagamos todos nosotros. Aún así, el problema de la falta de financiación viene de la propia pyme con una explicación muy sencilla.

La pyme como tal, en la mayoría de los casos tiene estructura familiar en donde el control de la empresa es el pilar central de la misma. Al cerrar la puerta a la entrada a socios, la capacidad financiera de esa empresa viene determinada por la capacidad financiera del socio y esta capacidad es limitada.

En este punto entra en juego la figura del accionista-prestamista, osease el banco. La mayoría de las empresas necesitan fuentes de financiación perennes e indefinidas porque usan los créditos, préstamos y todas aquellas herramientas financieras puestas a su alcance como parte del capital de la empresa.

El problema viene cuando se acabó la permanencia de ese socio, llamado banco y no se renuevan pólizas de crédito o se piden financiaciones absurdas para proyectos rentables por supuesto, pero que no necesitan financiación, necesital capital. Este término, la pequeña y mediana empresa no quiere o no puede entenderlo.

No se le puede exigir a una empresa que “sea mi socia” si ella no quiere y eso es lo que ocurre con la inmensa mayoría de préstamos que no se conceden. Además, en la mayoría de los casos, ni siquiera existen las más mínimas garantías de retorno del crédito y lo que existe es un círculo viciosos de aumento de financiación en las empresas, que se sufraga a costa del crecimiento.

Nuestra mentalidad empresarial basada en “más vale solo que mal acompañado” y “las medias para las mujeres” tiene que cambiar. Las pymes tienen que cambiar su estructura societaria, reforzar su capital para acometer proyectos interesantes y por supuesto abrir la puerta a nuevos socios e inversores a costa de perder el control de la empresa en muchos casos.

Más Información | El Pais
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