Más allá del debate sobre la necesidad de someter a referendum la cúspide del poder coactivo de la violencia del Estado, oséase, monarquía parlamentaria o república, en España vamos a proclamar Rey (salvo caída del meteorito en breve) a Felipe VI, siendo un verdadero rey machista que antepone los derechos que le otorga su pene plasmados constitucionalmente a los derechos de igualdad ante la ley de hombres y mujeres y los derechos sucesorios en línea de mismo grado en el que normalmente prevalece la edad y no el sexo, para el resto de mortales.
Muchos dirán que el propio problema lo tenemos por la redacción del Artículo 57 de la Constitución que ya lo señala como heredero y también debemos remontarnos al origen histórico de ese artículo y las definiciones de líneas sucesorias impuestas en la familia real. Os recomiendo que leáis este documento sobre todo este tema previamente, pero la solución para evitar la discriminación real es sencilla, basta con que el príncipe Felipe y futuro rey renunciara al trono y asunto resuelto, porque ser Príncipe de Asturias tampoco es garantía de ser rey. O no, claro. Desde la redacción de la constitución en 1978 y los reales decretos que regulan la Casa Real ha llovido bastante y España es parte de un órgano supranacional mucho más grande que se llama Europa. La UE tiene como principio rector la igualdad ante la ley sin que quepa discriminación por razón de sexo y en cualquier ente privado o público que esté por debajo de la Corona, si realiza una promoción o un ascenso en función del sexo del candidato, se le cae el pelo.
Si el propio heredero no evita este extremo, estará de acuerdo en apoyar su Corona sobre su virilidad que es realmente el derecho que lo lleva a ser rey, apoyado a su vez en una ley del siglo XVII y que debería haberse solventado hace mucho tiempo.
En El Blog Salmón | La hipocresía alemana sobre la igualdad de las mujeres en el trabajo, Mapa mundial de la diferencia de sueldos entre hombres y mujeres (infografía)