Me arrimo, trinco y unto: la percepción de corrupción es cada vez mayor en España

Me arrimo, trinco y unto: la percepción de corrupción es cada vez mayor en España
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Que la corrupción es un problema grave en España es algo que a estas alturas de la película poca gente cuestiona. Basta con echar un ojo a las noticias del día para percibir la gravedad de la situación: políticos, empresarios, deportistas de élites... Demasiados casos abiertos que ponen en entredicho la trasparencia del sistema.

Hace unos días Transparencia Internacional publicó la 25 edición de su popular "Índice de Percepción de la Corrupción 2017 (IPC 2017)", el cual clasifica 180 países y territorios de todo el planeta en función de los niveles percibidos de corrupción en el sector público. Para ello utiliza una escala de 0 a 100 en la que 0 es altamente corrupto y 100 muy transparente.

En términos generales, el indicador refleja un alto nivel de corrupción en más de dos tercios de los países del mundo, que obtienen puntuaciones por debajo de 50. Nueva Zelanda y Dinamarca ocupan las posiciones más altas (89 y 88 puntos, respectivamente), mientras que Siria, Sudán del Sur y Somalia obtienen las más bajas (14, 12 y 9 puntos, respectivamente). La puntuación media fue de 43.

España en el IPC 2017

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Los resultados de nuestro país en el IPC no son nada buenos: España obtiene 57 puntos sobre 100, muy lejos de los líderes de la tabla. Comparando desde el año 2000 hasta hoy el descenso es tan pronunciado que nos convierte en el país de Europa en el que más ha empeorado la percepción de la corrupción.

De estar en el puesto 13 de los menos corruptos de la UE hemos pasado al 18-20. Si tomamos como referencia los 180 países analizados, España ocupa la posición 42 de la lista, justo por detrás de Dominica y por delante de República Checa. En el año 2000 nuestro país estaba en el puesto número 20 con 70 puntos. El daño a la imagen de España es más que evidente.

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Tal y como señala la propia Transparencia Internacional, en el año 2000 España superaba en 27 puntos a la República Checa, en 29 puntos a Polonia, por ejemplo. Incluso superaba en 3 puntos a Francia, y en 6 a Portugal. Hoy Francia nos aventaja en 13 puntos, Portugal en 6, Polonia en 3 y estamos empatando con la República Checa. Los datos hablan por sí mismos. España puede aprender de Polonia, cuyas mejoras han sido espectaculares, pero también de Uruguay, Chile o Costa Rica, que hablan nuestro mismo idioma.

Una economía como la española, que se sitúa entre las 15 primeras del mundo no puede ni debe estar por debajo de los 70 puntos en el Índice de Percepción si quiere mantener su imagen y su competitividad. En 2017 hemos llegado a los niveles peores en percepción de corrupción desde que los índices se consolidaron meteorológicamente.

No obstante, es importante dejar constancia de que en 2012 se hicieron cambios en la metodología, por lo que la comparación con resultados previos a ese año pueden conducir a errores.

Recomendaciones para prevenir y combatir la corrupción en España

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Desde Transparencia Internacional instan al gobierno a adoptar de forma urgente un Pacto integral contra la corrupción que recoja a todas las formaciones políticas. Además, proponen una serie de medidas agrupadas en dos categorías: medidas urgentes contra la corrupción a un nivel integral y medidas concretas para aumentar la transparencia en el Ministerio Fiscal. Las resumimos a continuación:

A) Propuestas para prevenir y combatir la corrupción.

  • Promover la despolitización de los órganos constitucionales.

  • Prohibición legal de la posibilidad de conceder indultos por corrupción.

  • Reducción del número de aforados (ningún país en Europa tiene tantos aforados como España).

  • Disminución sensible del clientelismo político.

  • Mejorar diversas disposiciones legales en el ámbito sancionador.

  • Aprobación urgente del Reglamento de la Ley de Transparencia.

  • Publicación de una Ley de protección a los denunciantes.

  • Regulación de los Lobbies.

  • Transparencia de las formaciones políticas.

  • Necesario cumplimiento de la normativa legal sobre publicidad de contratos por parte de las instituciones públicas.

  • Eliminación del discrecional y poco transparente sistema de libre designación de los Secretarios, Interventores y Tesoreros de Administración Local.

  • Fomentar medidas para que en los distintos niveles educativos se introduzcan conceptos y materias relacionados con la ética, los valores, la transparencia, la integridad y la prevención de la corrupción.

B) Propuestas para aumentar la independencia y la transparencia de la Fiscalía General

  • Necesidad urgente de un código ético de la Fiscalía.

  • Acabar con la dependencia financiera de la Fiscalía respecto al poder ejecutivo.

  • Adoptar medidas urgentes para aumentar los recursos humanos y acabar con la lentitud de la justicia.

  • Transparencia en los nombramientos.

  • Reforma jurídica de la carrera fiscal.

  • Acabar con la insuficiencia de recursos tecnológicos.

  • Asunción de competencias básicas por la Fiscalía general.

  • Transparencia en los planes de actuación de los fiscales.

  • Autonomía en la dotación de nuevas plazas de fiscales.

  • Rejuvenecimiento de la plantilla de fiscales y mayor equilibrio de género.

  • Reforma procesal.

  • Creación de una oficina de prensa en la Fiscalía.

Mucho por hacer y pocas esperanzas de que se haga algo

corrupción

La corrupción en España no son casos aislados ni manzanas podridas: Gürtel, EREs falsos, 3 per cent, Púnica, Bárcenas... La lista es interminable. Basta con echar un vistazo a la Wikipedia para echarse las manos a la cabeza. El problema es, ¿cómo solucionamos esto?

Las recomendaciones de Transparencia Internacional se unen a las que otros tantos organismos han publicado hasta la fecha. Todo el mundo sabe que hay mucho trabajo por delante. Se deben hacer más cosas y se pueden hacer más cosas, lo que no está tan claro es que se quieran hacer esas cosas.

Me remito a lo que ya señalé en otra ocasión: el arte de me arrimo, trinco y unto existe en este país desde los orígenes de la democracia. El problema está en que cada vez que hay una crisis (pasó también en el 93), el pastel se reduce y las porciones se vuelven más pequeña. Ante esta situación, cuando los comensales se ponen nerviosos porque no reciben lo mismo que antes, a uno se le va la lengua, otro filtra unas facturillas en B y al tercero le aparece el teléfono pinchado.

Para solucionar este problema hay que ir directamente a la raíz: la corrupción se vuelve automática y es inevitable cuando el gobierno maneja enormes cantidades de dinero. Los políticos no son inversores profesionales, solo oradores y líderes de masas sin conocimientos financieros (la mayoría). Además, manejan un dinero que no es suyo y por el que no sienten ningún apego. Y por si fuese poco, no se les exige eficacia o precisión en el manejo del mismo, como sí se le exigiría a un profesional del que se esperase un rendimiento concreto.

Por tanto, la única forma de acabar con la corrupción de los gobiernos es consiguiendo que estos se normalicen y vuelvan a funciones mucho más limitadas. Mientras jueguen a inversor, empresario y buen samaritano la situación irá obligatoriamente a peor.

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