No, Canarias no elimina la tasa rosa

No, Canarias no elimina la tasa rosa
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Hace unos días el Gobierno de Canarias anunció a bombo y platillo su decisión de eliminar la tasa rosa. Pero la medida aprobada está muy lejos de culminar ese reto tan demando por los movimientos feministas.

Lo que hará Canarias es suprimir el Impuesto General Indirecto Canario (IGIC), sobre los principales productos de higiene femenina básica como son compresas y tampones. El IGIC es un impuesto similar al IVA, con el que en Canarias se grava el consumo. Por lo tanto, su eliminación no tiene nada que ver con la verdadera tasa rosa, el gravamen oculto y casi desconocido que penaliza en precio múltiples productos similares a los que un empaquetado tuneado normalmente en color rosa, que da nombre a la tasa, sirve como excusa para subir su precio.

La decisión del Gobierno canario tiene un alto valor simbólico, por aquello de que permite tomar conciencia de una discriminación que sufren las consumidoras desde hace años. La de pagar un sobre precio por el consumo de productos de uso femenino. Los propios impulsores de la medida reconocen que el impacto económico es mínimo, apenas 220.000 euros en el presupuesto total de las finanzas públicas canarias. Es el resultado de eliminar el actual 3% que recae sobre el precio de compresas y tampones y dejarlo a cero a partir de 2018.

El archipiélago se convierte así en el primer territorio europeo y el segundo en el mundo tras Canadá en tomar una medida de concienciación de este calibre. Eso ha sido posible, además de por la intención política de sus dirigentes, por el privilegio especial que la Unión Europea concede a Canarias. Mientras el Gobierno canario tiene todo el poder de decisión para fijar el IGIC, el resto de gobiernos europeos, incluido el español, están sujetos a las decisiones de Bruselas a la hora de aplicar cualquier cambio en la aplicación del IVA. Que dicho sea de paso, grava compresas y a tampones con el tipo reducido del 10% y no con el super reducido del 4% que se aplica a los productos de primera necesidad. No consideran los burócratas europeos que estos productos de higiene básica sean de primera necesidad, pero aunque así fuera y decidieran seguir los pasos del Gobierno canario, la tasa rosa estaría muy lejos de su desaparición.

El impuesto más oculto del planeta

Tasarosachuches

Porque si por algo se caracteriza la tasa rosa, también llamada durante algunos años el impuesto de la vagina, es por ser el impuesto más oculto del planeta. No lo ha dictado ningún gobierno. No está recogido en ningún plan fiscal y, directamente, no está contabilizado en ningún presupuesto público ni privado como tal gravamen.

El nombre de tasa rosa se lo adjudicó la revista estadounidense Consumer Report cuando en 2010 analizó una gran variedad de productos y calculó que una mujer pagaba casi 1.400 dólares más al año por adquirir productos dirigidos a ella, que casualmente o no eran de color rosa o sus envases tenían ese tono. En 2013, la ONG francesa Georgette Sans llegó a conclusiones similares tras analizar los productos de Monoprix, uno de los supermercados más grandes de Francia. En 2015, era el propio ayuntamiento de Nueva York el que hacía un estudio de este tipo. En todos los casos el patrón del extra precio se repetía como se repite y se puede comprobar sin demasiado esfuerzo en cualquier visita al un supermercado del planeta. Una amplia variedad de productos incrementan su precio cuando el marketing o el embalaje los transforman en preferentes para el consumo femenino.

Los expertos en marketing aseguran que esta situación solo responde a una estrategia de las empresas conscientes de que las mujeres están dispuestas a pagar más por determinados productos. ¿Cuáles? Eso queda a decisión de las marcas. El ejemplo más repetido es el de las maquinillas de afeitar desechables, las cuales por el simple hecho de cambiar el color azul al rojo pasaban de costar 1,72 dólares a 1,80 en el estudio de Consumer Report. Otra gran discriminación afectada por la tasa rosa es el corte de pelo. Para un varón puede costar una media de 19 euros, mientras que para un mujer no baja de 24 euros en el mismo establecimiento. En las tiendas de ropa también los vaqueros básicos pueden llegar a ser hasta dos o tres euros más baratos en versión masculina que en la femenina.

La experta en consumo femenino Gemma Cernuda, autora del libro Ellas deciden, asegura que las diferencias de precio en el mismo producto pueden llegar en algunos caso al 50%. Y no solo afecta a productos exclusivamente femeninos, se puede identificar este recargo en artículos tan variados como un envoltorio de huevo Kinder con regalo para niño, casi un euro más barato que el que contiene el regalo para la niña. O a un chaleco salvavidas para bebes que si lleva impreso un pirata cuesta un euro menos que el que tiene una princesa. Lo mismo ocurre con cepillos de dientes, desodorantes, coches, hipotecas y hasta con matrículas de gimnasio y un largo etcétera.

Los negacionistas de la tasa rosa insisten en justificar que no es lo mismo una maquinilla adaptada al cuerpo de una mujer que al de un hombre o que no se tarda lo mismo en cortarle el pelo a ella que a él. Incluso, la revista Forbes ha justificado esta tasa cargando la'culpa' de su existencia sobre las propias mujeres, porque están dispuestas a pagar más por artículos adaptados aunque solo sea superficialmente a su gusto. Las empresas cobran más a las mujeres "porque las mujeres pagan voluntariamente precios más altos por estos artículos. Eso es todo, no hay otra explicación", aseguraba Tim Worstall en la mencionada revista.

Notbuyingit

Bajo esta teoría, poco efecto pueden tener decisiones como la tomada por el Gobierno canario, ya que si los fabricantes creen que las mujeres están dispuestas a pagar más, subirán el precio base con o sin impuestos reales que aplicarle.

Ante la imposibilidad de identificar quién y por qué se continúan tomando estas decisiones en el mundo empresarial, las mujeres se han organizado. ONGs con el apoyado en las redes sociales para combatir esta discriminación de la forma más potente que tienen a su alcance, boicoteando el consumo de las marcas que lo practican. En los últimos años hashtag como #pinktax o #notbuyingit han servido para denunciar estas prácticas. Porque solo si esas prácticas se transforman en deficientes para las compañías se podrá terminar con ellas, y eso es posible porque según Cernuda, "Las mujeres tenemos el 60% del poder en las decisiones de compra. Por eso debemos boicotear a las marcas que nos penalicen".

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