Cómo explicarle a tu cuñado en Navidad que Bitcoin es una burbuja

Cómo explicarle a tu cuñado en Navidad que Bitcoin es una burbuja
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Todos tenemos uno de “esos” cuñados. La mayoría (esperamos) tenéis criterio en temas de mercado y económicos. Algunos puede que incluso tengáis Bitcoins. Pero lo que estas Navidades se va a volver tarea harto difícil es convencer a ese cuñado, que acaba de deslumbrarse con las virtudes de Bitcoin y la cripto-economía, de que sí, que la cripto-economía es el futuro y ha venido para quedarse, pero que eso no evita que haya una burbuja en Bitcoin (y que de hecho contribuye a ella).

En el Blog Salmón nos debemos a nuestros lectores, y siempre van a contar con nuestro apoyo en temas socioeconómicos. Y no, en esta ocasión tampoco vamos a dejar solos a nuestros lectores ante el peligro, ni aunque el peligro sea “ese” mismísimo cuñado hablando de economía. En el análisis de hoy os damos razonamientos, motivos, y justificaciones con las que podéis tratar de hacer ver a vuestro cuñado que efectivamente en Bitcoin hay una burbuja. Suerte, y al ruedo (de los polvorones).

¿Qué es la “Behavioral Finance” y por qué es importante en los mercados?

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La “Behavioral Finance” es conocida en español como las finanzas conductuales, término íntimamente relacionado con la economía conductual y que se basa en los mismos fundamentos. Las finanzas conductuales son una rama híbrida entre la psicología, la neurociencia, y la economía, y aplican a comportamientos de los mercados las últimas investigaciones científicas en los campos de las tendencias cognitivas y emocionales humanas, tanto a nivel individual, como a nivel social en conjunto.

La aplicabilidad de las finanzas conductuales a la economía y los mercados es directa y muy relevante, puesto que ya saben que desde estas líneas siempre les hablamos de la gran importancia en los mercados de la psicología de masas y de la psicología del mercado. Es un factor tan relevante o más que los datos macroeconómicos publicados, que las mismas regulaciones, o que los resultados empresariales, por citar algunos otros factores. Efectivamente, la evolución de los mercados viene fuertemente marcada por la euforia, la ambición, los miedos, los pánicos, la impulsividad, las pasiones, el contagio de ideas, etc. de los inversores. Al fin y al cabo somos humanos, para todo: también para invertir en los mercados. Y ahí es donde entra en escena nuestra conducta como inversores, y con ella, por agregación, la economía y las finanzas conductuales.

Uno de los objetos de estudio de esta disciplina mixta se refiere a la presencia o ausencia de racionalidad en las tomas de decisiones de los agentes económicos (inversores principalmente en este contexto). Y al calor de la moda de la economía conductual, se han añadido recientemente a la psicología y la economía más clásica (que siempre han ido de la mano en este campo de las finanzas conductuales), también la tan en boga neurociencia, alumbrando lo que algunos han dado en llamar neuroeconomía, y que incluso estudia neuroanatomía y neurofisiología para tratar de dar una explicación a ciertos comportamientos de los inversores, y, sobre todo, a predecirlos a futuro.

En el auge de la corriente de la economía neoclásica del siglo pasado, se buscó centrarse en la parte más natural del ser humano y de los inversores, e incluso surgió el concepto de “Homo Economicus”, que daba a las decisiones de mercado un carácter meramente racional. Pero lo cierto es que el lado psicológico nunca acabó de dejar a la ciencia económica, e incluso personalidades y académicos reputados dentro de la economía neoclásica, como Pareto o el mismo Keynes, hacían referencia de forma reiterada al lado más psicológico de los inversores.

Pero no fue hasta finales de la década de los 70 cuando se publicó el que sería el manual de cabecera de las finanzas conductuales. Había llegado el “La teoría de la previsión: la toma de decisiones bajo riesgo” de Kahneman y Tversky, y analizaba precisamente las anomalías detectadas en decisiones económicas que no resultaban ser todo lo racionales que debieran. Ahora, con los últimos avances en neurociencia y la posibilidad de sondar de nuevas formas el cerebro y el comportamiento humano, la economía y las finanzas conductuales están más de moda que nunca.

Aún hoy en día, hay partidarios y detractores de las finanzas conductuales. Principalmente la resistencia a incluirlas en la ecuación de la formación de precios de los mercados viene de la mano de los seguidores de la eficiencia per-se de los mercados. Éstos defienden que los mercados se auto-regulan y son eficientes por sí mismos, y asumen que las finanzas conductuales son simplemente una serie de anomalías que no pasan de ahí. Estas anomalías tienen lugar tanto en el desarrollo de mercados alcistas como bajistas, y no llegarían a ser para sus detractores ni siquiera una disciplina académica en el estudio de las finanzas y los mercados.

¿Y cómo se aplican las finanzas conductuales a la burbuja de Bitcoin?

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Hay una teoría básica de la demanda en las finanzas conductuales, y que establece varios principios por los que se rige un inversor y/o consumidor: tienen sus preferencias por unos activos/bienes u otros, sufren una limitación de recursos económicos, y debido a las dos anteriores intentan maximizar su satisfacción o inversión eligiendo la combinación más adecuada de activos o bienes.

Además, y aquí viene lo más interesante, se establece que los individuos adoptan unas desviaciones de esas premisas fundamentales principalmente en lo que se refiere a que a veces siguen preferencias y creencias no estándar, lo cual les lleva a la toma de decisiones no estándar. Y quien dice estándar quiere decir en realidad racionales. Vamos, que las pasiones y los pánicos más irracionales que a veces vemos en los mercados entran de lleno en esta categoría, objeto de estudio por parte de las finanzas conductuales. Tanto las burbujas, como sus posteriores pinchazos, suponen un excelente campo de ensayos y de toma de muestras de esta disciplina tan socioeconómica como nosotros mismos.

Para explicarlo en palabras sencillas: estamos hablando de esas repentinas modas financieras que corren como la pólvora en los mercados, que se transmiten por el boca a boca (o por el tecla a tecla), en las que los inversores acaban corriendo detrás de los precios como si no hubiese un mañana, y en las que mayormente se acaba invirtiendo con el enfoque incorrecto de que el activo en cuestión va a seguir subiendo hasta el infinito y más allá (enfoque puramente especulativo). Todos estos elementos descriptivos de una burbuja clásica bajo el enfoque conductual están actualmente presentes en la meteórica formación de precios de Bitcoin.

Tras los excesos, luego siempre sigue una fase de reversión a la racionalidad económica de la que el activo en cuestión no debería haberse apartado nunca, y que acaba dejando múltiples damnificados. Es de nuevo otro de los escenarios por antonomasia de las finanzas conductuales, y en el que el mercado pasa por el otro lado: el pánico, que acaba resultando tan irracional como la euforia precedente. Hace unos días vi en mi TimeLine de Twitter una ilustración que reflejaba con humor, pero muy acertadamente, la esencia de las finanzas conductuales llevada al comportamiento de los mercados, y que pueden ver en este enlace cuyo click les recomiendo.

Y ahora hay que explicarle todo esto al cuñado con un polvorón en la boca…

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Son interminables las discusiones con los Bitcoiners más apasionados, en las que siempre trato de ir más allá de la funcionalidad o el idealismo más cyberpunk de la cripto-moneda, y entro a justificar el enfoque financiero que afecta a Bitcoin por el mero hecho de cotizar en los mercados. Pero cuando en estas discusiones ya les dices a los Bitcoin-desaforados que qué tendría que pasar para que ellos consideren que existe una burbuja en Bitcoin, uno de los principales argumentos es que rechazan de pleno la mera posibilidad de que pueda llegar a existir nunca una burbuja en Bitcoin.

Son razonamientos la mayor parte de las veces incluso calcados de otras burbujas, algunas de ellas muy recientes en el ideario popular, por cierto. Porque cuando un servidor luchaba (sí, literalmente) por tratar de alertar a sus círculos más cercanos de la existencia de una burbuja inmobiliaria en España, precisamente uno de los argumentos más recurrentes es que nunca podría haber una burbuja inmobiliaria, porque todo el mundo sabía que los precios de los pisos nunca bajaban. Incluso me ponían casi de inculto económico por no saberlo. Y miren luego el resultado que vino. No se puede decir otra cosa más que razonar como en este análisis y acabar diciéndoles que ya hablaremos más tranquilamente de la burbuja de Bitcoin dentro de unos meses más. La realidad económica es lo que tiene, no se sabe el plazo concreto, pero al final siempre se acaba imponiendo. Y Bitcoin tampoco va a ser una excepción.

El carácter global de Bitcoin hace todavía más difícil tratar de predecir hasta dónde llegará la explosiva subida de esta burbuja, pues somos todo el planeta entrando a la vez en un mismo activo. Pero la burbuja existe, no lo duden, lo que pasa es que los que menos experiencia tienen en los mercados creen que la burbuja sólo es la bajada, cuando la burbuja precisamente es una subida meteórica como la que estamos viendo. Lo otro tan solo el solo el pinchazo de la burbuja.

Si se dan cuenta, un servidor nunca ha tratado de predecir hasta dónde llegará la subida de la burbuja de Bitcoin. Soy incapaz de hacerlo (ni yo ni cualquiera) con rigor dadas las condiciones actuales del mercado y la criptomoneda. Algunos dirán que entonces de qué sirve pues que les alerte sobre la existencia de una burbuja, si hasta que pinche algunos se pueden hacer ricos con unos precios que suben día tras día. Razón no les falta, pero la clave está precisamente en ese "algunos". La estadística tras estos procesos burbujeantes demuestra que lo más prudente e inteligente es abstenerse de participar en ellos, puesto que en el largo plazo dejan muchísimos más damnificados (e incluso arruinados como les decía en el artículo "Hipotecarse para comprar Bitcoins, un indicador de algo peligroso") que nuevos ricos.

Algún lector incluso me ha enviado, a modo de demostración de mi equivocación, mi análisis de Mayo pasado en el que fui uno de los primeros en empezar a alertarles de la formación de una burbuja en Bitcoin y otras cryptomonedas. Lo primero decir que yo puedo equivocarme como todo el mundo, y que, cuando se demuestre que estoy equivocado, no tendré ningún reparo en admitirlo ante ustedes y ante quien sea: pero cuando se demuestre. Pero simplemente déjenme explicarles cómo afronto personalmente yo el diálogo y el debate con ustedes, al que dedico tantas noches en este medio.

Uno de los argumentos que esgrimen los bitcoin-desaforados cuando ya se sienten acorralados, es decir que Bitcoin nunca pinchará porque es un bien escaso por diseño, con un número máximo de Bitcoins de 21 millones de tokens. Y eso es verdad, pero no es menos verdad que también es cierto en la mayor parte de los activos existentes en el mercado, y todos han sufrido burbujas (y pinchazos) alguna vez.

De hecho la ciencia económica se dice habitualmente que es la ciencia de la escasez, pero lo que se les olvida a estos bitcoin-desaforados es que, aparte de la oferta y su escasez, la otra variable imprescindible en la ecuación de una formación de precios es la demanda. Y cuando la demanda se resienta, por ruptura de la confianza o por el motivo que sea, la burbuja de Bitcoin estallará. Aquí es donde entran de nuevo en escena esas finanzas conductuales que les citaba antes, una disciplina del mercado que sólo los analistas e inversores con más experiencia tienen en cuenta, antes de dejarse deslumbrar por nuevos activos "que está vez sí que son diferentes". E incluso puedo admitir que lo sean, pero lo que les digo es que lo que no cambia es la naturaleza humana.

Y para finalizar, si su cuñado como último recurso osa acusarle de techno-fóbico, cuando por ejemplo en mi caso personal es exactamente lo contrario, puede sacarle usted a relucir unas reveladoras declaraciones de Vitalik Buterin, sobre el que su cuñado probablemente ni haya oído hablar, y que es el creador de Ethereum, la segunda cripto-moneda por capitalización (y la primera para un servidor por funcionalidad y vocación de futuro). Puede leer acerca de esas declaraciones en este enlace de los compañeros de genbeta.

En ellas el desarrollador y emprendedor recapitula sobre las metas más cyberpunk e idealistas con las que fue diseñada la crypto-economía, y concluye que tal vez se hayan conseguido muchas cosas, pero que queda mucho aún por hacer, y en todo caso lo conseguido no justifica las cotizaciones actuales. Además Buterin recapacita sobre el hecho de que la cripto-economía fue creada con la intención de descentralizar el poder financiero y de democratizar el dinero, y ha acabado siendo un mercadeo de cripto-monedas con un componente fuertemente especulativo.

La verdadera intención de estas líneas no es llevar razón, sino divulgarla

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Pero en el caso concreto de Bitcoin y su burbuja, además un servidor ve precisamente como un acierto en su predicción la reciente evolución de Bitcoin. Dense cuenta de que alerté de la formación de una burbuja (cosa que ya ha ocurrido en estos últimos meses tras la meteórica subida), así como de la realidad de que en algún momento pinchará (cosa para la que nunca he definido un punto temporal).

Un servidor afronta el diálogo con la ambición de poder contrastar mis puntos de vista personales con los de otras personas, puesto que siempre asigno una probabilidad al hecho de que mis opiniones puedan ser incorrectas, que yo esté equivocado, y alguno de ustedes lleve razón y puedan sacarme de mi error. Personalmente no siento ningún vértigo ni por equivocarme ni por cambiar de opinión cuando estoy equivocado. Es más, considero esto una actitud (muy) positiva. Pero lo que nunca haría es que, cuando me siento sin argumentos, o atisbo en el debate que puedo estar equivocado, dejar de debatir. Perseverar en mi error no me va a hacer estar menos equivocado, y en algún momento la vida me demostrará mi error, y probablemente de forma más traumática que si yo corrijo mi opinión por mí mismo a tiempo.

Y es en esta última frase donde está toda la ambición de estas líneas de hoy. Porque si en algo llevan razón aquellos que me censuran mi posición sobre la existencia de una burbuja en Bitcoin, es en que es un argumento que puede ser esgrimido automáticamente una y otra vez tras cada nuevo empujón alcista, sin demostrar si es cierto o falso. Es cierto, pero el objetivo de un servidor no es llevar razón, sino simplemente evitar el desastre en las economías de nuestros lectores.

Exactamente lo mismo me pasó cuando alertaba de la burbuja inmobiliaria, y ¿No creen que si más analistas se hubiesen atrevido a arriesgarse a predecir como yo aquella burbuja inmobiliaria tal vez la terrible crisis que sufrimos habría sido menos dolorosa para muchos damnificados?. Pues de eso se trata, de que no asuman riesgos inasumibles y de que gestionen el riesgo, y sobre todo para que dejen la moda para la ropa, y en los mercados sean racionales, que es lo que mejor se nos debe dar a todos como seres humanos que somos (menos al "cuñado").

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