Contrato único, más preguntas que certezas

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El otro día me preguntaban acerca de mi opinión sobre el debate acerca de las propuestas de contrato único. Entiendo, que conociendo mis inclinaciones, pensarían que soy un firme defensor del mismo. Pues entre nosotros, no lo tengo tan claro. Y es que a propósito del contrato único tengo más preguntas que certezas.

He de reconocer que los argumentos que manejan desde Fedea, o Politikon, recogidos por algunos de mis compañeros de blog, me parecen mucho más elaborados que la respuesta del Frente Popular conformado por la clase politica (excepto UPD), los sindicatos y la patronal. Pero, al menos por el momento, no acaban de responder a mis dudas.

Contrato único vs. contrato libre

Empecemos por el principio, como no puede ser de otro modo. A mi lo que me pide el cuerpo no es un contrato único, es el contrato libre, tal y como defiende por ejemplo Rallo. Sinceramente, entre el intervencionismo casuística de la maraña actual de contratos y el café para todos de los defensores del contrato único casi que me quedo con el jacobino modelo del segundo, pero desde luego no es mi contrato.

Si se me permite un símil es como si tuviese que elegir entre un modelo de Estado centralista y uno federal. Mi experiencia me dice que, al menos en España, este último solo conduce a una superposición de administraciones que riete tu de las capas de una cebolla, y a un auténtico caos y gasto desmesurado. pero en esencia, tan intervencionista, tan antiliberal puede resultar uno como el otro.

Y es que, si bien es cierto que hay bastantes modalidades contractuales que simplemente sobran, cabría preguntarse hasta que punto la flexibilidad que demanda una economía como la nuestra, con un sector turístico poderosísimo, se adapta a ese intento de acabar con las modalidades de contratación temporal.

Ahora bien, y volviendo al contrato libre, soy consciente de que eso difícilmente va a ser posible en nuestro marco social. Ni siquiera posturas más realistas, como la de privatizar el seguro de desempleo (actualmente monopolio público) o trasladar el 100% del coste de las cotizaciones sociales a los trabajadores, van a tener cabida aquí.

Entre otros muchos motivos, el contrato libre supondría el fin del Derecho Laboral tal y como lo conocemos. Un derecho laboral caracterizado por el carácter tuitivo hacia los trabajadores, por la protección de un parte que se considera más débil que la otra. Dejo una pregunta en el aire. ¿Es esto así realmente?, ¿es el trabajador la parte débil, por ejemplo, en una pequeña empresa? Ese es el argumento fundamental para la huída del Derecho Laboral de los contratos libres, del Derecho Privado...

Retroactividad o no retroactividad

He repasado varios de los escritos de Fedea en Nada es Gratis, así como la página creada por Politikon, y algunos de sus documentos de debate. Y hay algo que no me acaba de quedar claro. En la propuesta de Fedea no hay retroactividad, el contrato único no afectaría a los contratados indefinidos actuales. En Politikon, sin embargo, no descartan, incluso diría que apuestan, por que afecte a todo el mundo. Admito que puedo estar equivocado, pero así es como entiendo.

Supongo que somos conscientes de que este es uno de los ejes, de los puntos claves:

  • Si no afecta a los ya indefinidos, dada nuestra marcha económica, no acabo de ver claro cómo se acaba con la dualidad que critican los defensores del contrato único. Digamos que no habrá indefinidos y temporales, habrá indefinidos de primera e indefinidos de segunda. ¿Estoy pasando algo por alto?
  • Si afecta retroactivamente a todo el mundo, supongo que somos conscientes de que entonces se va a topar con una oposición que va mucho más allá de la ya descrita, chocará directamente con la de los trabajadores afectados, a los que se les cambian las reglas de juego a mitad de partido.

Me habréis oído clamar más de una vez por la seguridad jurídica en este blog, y aquí no va a resultar una excepción. No me parece justo que el Estado altere sustancialmente el marco indemnizatorio que había sido tenido en cuenta entre las partes al establecer la relación laboral.Pero ante una posible implantación urbi et orbe del contrato único para todos los españolitos, les recuerdo a los que se indignan que hace tiempo que el Estado viene regulando a la baja el contenido de los derechos derivados de un contrato de trabajo. Quizás así alguno se de cuenta de que el Estado, proteger, lo que se dice proteger, sólo se protege a sí mismo.

No sería por tanto un salto cualitativo, y si un baldón más en la ilegitimidad del Estado, que ni siquiera es capaz de garantizar que las partes puedan exigir el cumplimiento de sus contratos en las términos en los que fueron firmados. Es lo que tiene cuando confías tu suerte a Papá Estado.

Supongo que, de llevarse a cabo, quedaría claro que ni las leyes ni los políticos crean puestos de trabajo, que ni siquiera los garantizan, y que contra el mercado, contra las realidades económicas, el pensar en edificar un bunker legal es ilusorio.

¿Quién llena la mochila?

En Politikon apuestan por complementar el contrato único con la adopción del modelo austriaco, ése en el que se crea una cuenta individualizada donde se va dotando la indemnización por despido, y que viaja con el trabajador. Si combinamos dicha apuesta con la universalización del contrato único, me gustaría saber quien va a pagar esta fiesta:

  • ¿La va a pagar Papá Estado, ése que carece de dicho dinero?
  • ¿La va a pagar la empresa?
  • ¿La pagará el trabajador?

En definitiva, ¿quién paga la mochila?, ¿de dónde sale el dinero para las dotaciones iniciales? Si, si, ya sé que las buenas empresas deberían haber provisionado estos costes (y también que no lo han hecho, me remito a mi propuesta de PyA).

Por tanto, a la pregunta de a cuántos invitamos a nuestra fiesta debemos añadir la de quien pone las copas. Muchas dudas al respecto para organizar un sarao considerable.

Por formación profesional y por convicción profesional creo que es fundamental tener un marco legal funcional, pero desconfío de aquellos que ante cualquier problema lo arreglan sacándose una ley de la chistera, y a otra cosa, mariposa. Me consta que los propios defensores del contrato único afirman que no va a ser la solución mágica,pero me temo que, en la situación de desesperación total, hay quien tenga expectativas demasiado elevadas respecto al mismo. Nuestros problemas van mucho más allá de la existencia de uno o de cuarenta contratos, o de dos escalas indemnizatorias.

Así que me gustaría tener la certeza de Barry White y poder cantarle al contrato único eso de que eres mi principio, mi final, mi todo...pero no, me temo que por ahora no he caído en sus brazos

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