David Bowie no solo revolucionó la música, también los mercados financieros

David Bowie no solo revolucionó la música, también los mercados financieros
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David Bowie es uno de esos artistas que dejan huella: muy pocos han sido capaces de reinventar su música una y otra vez con tanto éxito – al margen de gustos, 140 millones de discos no se venden por casualidad. Pero su influencia no se quedó allí: Bowie también fue un revolucionario en la escenografía, el vestuario y hasta el peinado.

Son menos conocidas sus incursiones en otros campos tan sorprendentes como las telecomunicaciones. En 1998, cuando los ordenadores personales de sobremesa apenas empezaban a invadir los hogares occidentales, lanzó BowieNet, un servicio pionero de acceso a internet con contenidos exclusivos que se adelantó varios años a su tiempo. "Si tuviera 19 años de nuevo, pasaría de la música e iría directamente a internet", dijo Bowie... ¡hace 19 años!

Tampoco es un hecho muy conocido que Bowie fue el primero en lanzar un producto financiero inexistente hasta entonces y que, como no podía ser de otra forma, fue bautizado por los inversores como bono Bowie. Este año se cumple el 20 aniversario de su emisión, que acabó siendo un negocio redondo tanto para los compradores como para el propio músico, pero ¿en qué consisten exactamente los bonos Bowie?

El 'bono Bowie': un bono respaldado por derechos de autor

Un bono es esencialmente un título de deuda con un valor nominal y una tasa de interés: el emisor se compromete a pagar al comprador el valor nominal del bono en una determinada fecha de vencimiento, más una tasa de interés hasta que ocurra dicho vencimiento. La tasa de interés dependerá de la confianza del comprador en que el dinero le sea devuelto: a mayor confianza, menor interés (esa es, por ejemplo, la razón fundamental de que Alemania pague menos interés por sus bonos que España).

Un tipo particular de bonos son los que están respaldados por activos, de modo que el interés a pagar no solo depende de la confianza ciega del comprador, sino del valor del activo subyacente, que actúa como un aval. Un ejemplo clásico son los bonos respaldados por hipotecas (cuyo colapso fue uno de los detonantes de la crisis global en 2008), pero hay otros respaldados por activos mucho más pintorescos: cómo olvidarse de aquellos pagarés de Nueva Rumasa respaldados por... botellas de brandy.

Bowie y el banquero David Pullman buscaban una forma de rentabilizar el éxito musical del cantante y se les ocurrió usar los royalties de 25 de sus álbumes para pagar los intereses de un bono durante 10 años. Era una manera brillante de trasladar al presente ganancias esperadas en el futuro: Bowie renunciaba a los derechos de autor de sus canciones durante los siguientes 10 años, a cambio de recibir 55 millones de dólares de una tacada con la venta de sus bonos.

Un éxito para Bowie... y sus inversores

Los 'bonos Bowie' eran bonos amortizables (es decir, el valor nominal se iba repagando progresivamente), denominados en dólares y con una tasa de interés del 7,9% (en ese momento, los bonos del tesoro norteamericano a 10 años pagaban 6,3%). Las agencias de calificación le otorgaron un investment grade superior al que tienen hoy los bonos del tesoro español. La aseguradora norteamericana Prudential adquirió el total de la emisión.

Con la expansión de la banda ancha y la fiebre de las descargas de archivos, los bonos vivieron momentos dramáticos. Llegaron a ser degradados casi hasta bono basura, ante la expectativa de que la compartición gratuita de canciones en MP3 perjudicase los ingresos por derechos de autor. Sin embargo, la monetización de las descargas gracias a plataformas como iTunes o Spotify acabó con este pesimismo. Los bonos cumplieron escrupulosamente su calendario de pagos y fueron liquidados con normalidad en 2007, constituyendo por tanto una rentable inversión.

Los bonos Bowie fueron tan revolucionarios como su música.

Para Bowie, también fue todo un éxito. El músico era consciente de que internet pondría en riesgo los royalties en el futuro, y se aseguró de recibir 55 millones de dólares de antemano. Usó parte de ese dinero para recomprar parte de su propio catálogo, que aún pertenecía a un antiguo mánager, y así obtener el control de su obra al completo.

Un producto pionero imitado por muchos

Los bonos Bowie fueron tan revolucionarios como su música. No solo fueron imitados por otros muchos artistas (como James Brown o Rod Stewart) sino que sirvieron de ejemplo para crear instrumentos de deuda respaldados por todo tipo de activos inusuales que no se habían usado hasta entonces en los mercados financieros. Bowie fue el pionero en lo que se ha dado en llamar 'securitización esotérica', respaldada por activos tan diversos como los ingresos en efectivo de las lavanderías o franquicias de pollo frito.

No todos han tenido tanto éxito como el artista inglés, claro. El propio James Brown acabó batallando legalmente para recuperar sus derechos. Sin embargo la securitización esotérica es ya un negocio plenamente establecido. En 2015, el 21% de los productos financieros respaldados por activos y emitidos en EEUU pertenecían a este segmento.

Aunque seguramente nunca será tan reconocida como su aportación al mundo de la música, David Bowie dejó una importante huella en el mundo financiero.

Foto | Charlie Waterhouse

En PopRosa | Hasta siempre, David Bowie

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