Descontrol en el déficit público estadounidense, el mayor en siete años

Descontrol en el déficit público estadounidense, el mayor en siete años
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El Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha revelado que el déficit del presupuesto federal ha superado, por primera vez en los últimos 7 años, el billón de dólares. Y es que en los primeros 11 meses del año presupuestario, pasó de 169.000 millones a los 1,07 billones de dólares.

Existe un profundo desequilibrio entre el gasto del gobierno frente a la recaudación de impuestos y áreas como Seguridad Social, Medicare, Defensa, y pagos de intereses de la deuda nacional se han desviado sobre lo estimado.

Para entender la gravedad, a tan solo un mes de finalizar el año que supuesto yo el déficit se ha incrementado hasta un 18,8% frente al mismo periodo del año anterior.

Según la Oficina del Presupuesto del Congreso, CBO por sus siglas en inglés, al finalizar el ejercicio fiscal resultante ascendería a 960.000 millones frente a los 779.000 millones vistos en el año anterior.

Más déficit bajo la administración Trump

La CBO estima que el déficit resultante será sel 4,5% sobre PIB. El déficit previsto (ajustado para excluir los efectos de los cambios en el calendario de algunos pagos) se eleva al 4,8% del PIB en 2029.

El déficit promedio, proyectado desde 2020 a 2029 será del 4,7% sobre PIB, totalizando 12,2 billones de dólares. Tales déficits serían significativamente mayores que el 2,9% del PIB que los déficit promediados en los últimos 50 años.

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Desde mayo de 2019, la CBO ha aumentado su proyección del déficit de 10 años en un total de 0,8 billones de dólares. El factor más importante en esa revisión fue la Ley de Presupuesto bipartidista de 2019, que aumentó los déficits proyectados para el período 2020-2029 en 1,7 billones de dólares (incluidos los costes del servicio de la deuda).

No obstante, se ve una reducción en los desembolsos netos de intereses proyectados, que se derivó de tipos de interés proyectados más baoas que los previstos de enero de 2019 del CBO, compensó gran parte de ese aumento.

En 2019, según las estimaciones, el gasto ascenderá a 4,4 billones de dólares, es decir, el 20,8% del PIB. En las proyecciones de línea de base de la agencia, se elevan al 23% del PIB en 2029 (después de un ajuste para excluir los efectos de ciertos cambios en el tiempo). En los últimos 50 años, los gastos promediaron el 20,3% del PIB.

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El envejecimiento de la población y el aumento de los costes de la asistencia sanitaria provocan un aumento de los gastos obligatorios, en particular para la Seguridad Social y Medicare, todo ello por el envejecimiento de la población, un mal de gran parte de las economías desarrolladas.

Si a ello le sumamos la incidencia de la bajada de impuestos que ha llevado a una recaudación sobre PIB inferior a la media histórica (17,4%), se entiende la evolución negativa del déficit público.

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Como resultado de estos déficits, se proyecta que la deuda federal crezca de manera constante, del 79% del PIB en 2019 a 95% en 2029, su nivel más alto desde justo después de la Segunda Guerra Mundial.

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Que el mandato de la administración Trump suponía una distorsión para el control del déficit público no es nada nuevo, ya que en las proyecciones basadas en los programas políticos que presentaron el candidato republicano y la candidata demócrata Hillary Clinton en la elecciones de 2016, apuntaban a una fuerte subida de la deuda relativa al tamaño de la economía estadounidense.

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Por aquel entonces, se examinaron las propuestas de impuestos y gastos de cada candidato y encontró que según los planes del candidato republicano Trump, la deuda aumentaría al 147% del PIB para 2036 y bajo la demócrata Clinton, subiría al 106% del PIB.

Estados Unidos, un caso especial en materia de deuda

A pesar de esta locura en materia de deuda, lo cierto es que Estados Unidos es un caso muy especial en el momento de analizar el impacto de la deuda pública en relación al coste de su deuda.

Debido a que la esfera global está dominada por el patrón dólar - el dólar que interviene en más del 80% de las transacciones a nivel mundial-, existe una demanda recurrente en lo que se refiere a la divisa estadounidense. De algún modo, la ventaja del patrón dólar significa que la Reserva Federal tiene la capacidad de imprimir 100 dólares, mientras que el mundo debe producir esos 100 dólares.

Dolar

Si hay una demanda recurrente, en consecuencia , también se estará buscando rentabilidades en esa misma divisa. Y por ello, el bono estadounidense es considerado un activo refugio por los inversores, lo que implica que la administración pública tenga una gran capacidad para refinanciar los vencimientos de deuda.

Incluso, en un escenario de gran volatilidad en los mercados financieros en el que exista un pánico inversor, la deuda estadounidense se ve premiada como activo refugio y por lo tanto, esa demanda ejerce una devaluación en los tipos de interés de la en los títulos de deuda. Hay que tener claro que esta es una excepción porque cualquier otro país una situación similar le podría suponer una rebaja de rating y afrontar mayores costes por los servicios de la deuda.

El Tesoro estadounidense busca emitir deuda a cincuenta años para 2020

Con el actual escenario de manipulación monetaria, en el mercado de deuda se encuentra especialmente alterado por las rentabilidades negativas que tienen un volumen de 17 billones de dólares. Con estas rentabilidades, el gran negocio consiste en la emisión de títulos de deuda.

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Ahora mismo Estados Unidos está examinando la posibilidad de emitir deuda hasta 50 años. Más de una docena de otros países desarrollados han emitido bonos de una duración de 40 a 100 años. Canadá emitió un bono a 50 años en 2014, mientras que México, Bélgica e Irlanda han ofrecido deuda a 100 años.

Actualmente, el bono emitido de mayor plazo eso de 30 años. En principio se estaría valorando que para 2020 se iniciarán las emisiones de bonos a 50 años y, si hay una demanda detrás suficiente para cubrir los montos de las emisiones, no se descartaría la posibilidad de emitir deuda a 100 años.

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