Cómo tomar decisiones financieras igual que un campeón de póker

¿Por qué queremos aprender eso? Porque ganaremos más y decidiremos mucho mejor. Como veremos, la forma de pensar, jugar y actuar por parte de esos campeones, se aplica perfectamente al campo financiero y de inversión, ya que se parece mucho.

Y quiero recalcar que el título es decidir como un campeón de póker, no como un jugador de póker.

Eso último sería desastroso, ya que los campeones, por definición, son un muy pequeño porcentaje que, además, sigue una estricta dieta compuesta de pardillos. Exactamente igual que la bolsa, por ejemplo, así como otros contextos de inversión y vendedores de humo sin escrúpulos.

El concepto más importante a entender, el "Resulting"

Este nombre tan sui generis define un fenómeno fundamental, no solo para las jugadas de póker que emplear, sino para cualquier decisión en la vida, especialmente, las financieras.

Para ilustrarlo, lo mejor es un ejemplo real:

Super Bowl XLIX de 2015, Seahawks contra Patriots, quedan apenas 26 segundos. El entrenador de los Seahawks, Pete Carroll, tenía al mejor corredor de la liga y dos opciones. Entregar el balón a ese corredor y que intentara el tanto, ya que estaban cerca, o bien, un pase.

Optó por la segunda opción, pero los Patriots interceptaron dicho pase y supuso la derrota por 28-24.

Los titulares al día siguiente son fáciles de imaginar, que si la peor jugada de la historia, una pifia histórica, la decisión más tonta posible... Como siempre, todo el mundo tenía claro que, poseyendo al mejor corredor, había que correr y no pasar.

¿Sí?

Porque analizando las estadísticas de pases desde 1 yarda (la distancia de la jugada), ese año se habían hecho 66 pases correctos, con 0 intercepciones. ¿Y los años anteriores? Solo un 2% de intentos fueron fallidos.

Pocas veces vamos a tomar decisiones en la vida con probabilidades tan favorables. Analizando las posibilidades, el pase era muy superior en efectividad a la carrera, así que Carroll tomó la decisión correcta, pero el resultado fue malo.

Algunos analistas comentaron eso, así como el hecho de que, en caso de repetirse la situación, el pase era de nuevo la opción con más probabilidades, pero ser juicioso no vende. Todos los que clamaron en contra de Carroll, la gran mayoría, se dejaron llevar por el Resulting: valorar una decisión según el resultado.

Y la primera premisa fundamental es que un campeón de póker nunca se guía por ese resulting. No se deja llevar por el espejismo que hechiza a la mayoría.

La campeona Annie Duke lo explica muy bien en su libro Thinking in bets, donde aparece la anécdota y cuyo título da fe de cómo debe ser el pensamiento y la toma de decisiones correcto, como veremos más adelante.

Cito a Duke:

Lo que hace buena a una decisión no es que lleve un resultado propicio. Una gran decisión es el resultado de un buen proceso, y ese proceso debe incluir un intento de representar con precisión nuestro propio estado de conocimiento. Ese estado de conocimiento, a su vez, es alguna variación del 'no estoy seguro'.

La vida, las finanzas y las inversiones son un juego de información imperfecta, en los que hay riesgos e incertidumbre y nunca estarás seguro.
Lo que nos lleva al siguiente punto sobre cómo piensa y decide un campeón de póker.

El pensamiento probabilístico cuando todo es una apuesta

La vida es una sucesión constante de apuestas, lo que implica:

  • Información imperfecta.
  • Probabilidad de que algo salga mal.

Debemos afrontar que todo es una cuestión de probabilidades cuando se trata de inversiones, decisiones sobre carrera profesional, etc. Tenemos que calcularlas y tratar de actuar conforme a ellas, hemos de ver el mundo y lo que hacemos como hizo Pete Carroll, a pesar de que le saliera mal en esa ocasión. La realidad es que, si hubiera repetido la decisión 100 veces, habría sido correcta en 98.

Puedes hacerlo todo bien y, sin embargo, fracasar, así es la vida. Esto tiene otra implicación importante, que también caracteriza el pensamiento de los campeones de póker.

Las matemáticas inevitables

Alton Harding se pagó la carrera jugando al póker, fue profesor universitario de administración de empresas y trabaja actualmente en la seguridad del Departamento del Tesoro. Además, ha escrito uno de los libros más importantes sobre el juego de cartas, leído por más de 100.000 jugadores.

¿De qué va su best-seller? De las matemáticas esenciales que todo profesional del póker debe conocer.

No existe ningún campeón que no tenga un sólido conocimiento de las matemáticas que subyacen en cada situación de juego. Aprenderlas es un requisito imprescindible si quieres ganar más veces de las que pierdes.

Lo mismo pasa en las decisiones financieras, de consumo, etc.

  • ¿Ese préstamo que pides y luego es un lastre de por vida? Error calculando las matemáticas que subyacen.
  • ¿Esa oferta que parecía irresistible no lo ha sido tanto y has acabado gastando más? Un día hablaremos de las estrategias de precio que usan para confundirnos matemáticamente, porque las personas no somos seres lógicos y calculadores, sino emocionales.
  • ¿Has creído que ganabas mucho con esa venta de activos, pero Hacienda ha venido pidiendo su parte? Al César siempre lo que es del César, error de novato causado por otro fallo de cálculo.

En las decisiones financieras, como en el póker, es necesario hacer cuentas y conocer siempre las matemáticas de la situación en la que estemos inmersos. No es necesario llegar hasta las comas de los decimales, pero sí tener un esbozo general en la medida de lo posible.

El destierro de la emoción

Jared Tendler ha sido coach de rendimiento de campeones de póker. ¿Y qué enseña? Entre otras cosas, lo que se llama «inyección de lógica» en situaciones de juego.

¿Qué es eso? Técnicas para aumentar la presencia de la lógica en una mano o partida, a fin de que la emoción no domine la situación.

¿Y qué tiene que ver eso con nuestra economía?

Que esta se desangra, en muchas ocasiones, por culpa de esa emoción. He trabajado durante años en marketing y asesorando ocasionalmente a formadores en ventas. La premisa principal a inculcarles es clara: Sin emoción, no hay venta.

Todos tenemos miles de trastos que «necesitábamos» desesperadamente y compramos, pero ahora crían polvo en un armario. ¿Por qué? Porque nos subieron la emoción al cielo, nublando la lógica.

Aunque Tendler enseña ciertas técnicas para inyectar esa lógica en momentos clave de juego, como el reconocimiento de las emociones elevadas, los recordatorios estratégicos, la repetición o incluso abandonar la mano cuando no podemos contrarrestar esa emoción, creo que esta última técnica da la clave a trasladar a lo financiero.

Para reducir la emoción que lleva a malas decisiones de inversión y compra, alejémonos del estímulo. Tratemos de no pensar durante 72 horas, a ver si se reduce la emoción. De hecho, es posible que, tras ese tiempo, ni nos acordemos de eso que queríamos comprar con tanto ahínco.

O bien, seamos drásticos y, simplemente, en caso de emoción muy alterada, no ejecutamos la decisión y abandonamos «la mesa de juego». Nos irá mucho mejor.

Cuando estemos más calmados, analizamos de nuevo si las matemáticas son sólidas o, por ejemplo, estamos atrapados en esa sensación de no querer perder el tren con el que todo el mundo parece ganar tanto.

El juego de pardillos

En póker hay un proverbio: «Si tras las dos primeras manos aún no has detectado al pardillo en la mesa, el pardillo eres tú».

La cuestión es que, cuando se trata de inversión, economía doméstica y dinero en general, este también es un juego de pardillos. En muchos contextos económicos, unos pocos ganan porque muchos pierden.

Esos pardillos, sobre todo, se seleccionan de una manera, mediante inversiones y oportunidades «infalibles». Son esas en las que muchos se meten ansiando riquezas y se quedan «sujetando la bolsa vacía», como se suele decir, en la que los listos han metido la mano, sacado el dinero y corrido en dirección contraria.

La premisa básica es recordar que, cuando algo parece demasiado bueno para ser verdad, no es verdad.

No hay nada gratis en la vida, no hay inversiones infalibles. Los que ganan lo hacen a largo plazo, con sistemas basados en probabilidades, sin emociones, ni FOMOs (Fear Of Missing Out, o ese miedo a perder el tren de moda del que hablaba antes) como guía para hacer las cosas.

Los campeones actúan y deciden de modo lógico, frío y aburrido.

Esa es la realidad, pero el problema está en una de las palabras de la frase anterior: aburrido. Eso no conecta con la mayoría, pero sí con una élite, con unos campeones que no se dejan llevar, estudian la matemática de las situaciones y se cuidan de los espejismos de los resultados y de la suerte. Saben que es infiel y caprichosa.

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