La caída en el Índice Sintético de Fecundidad se ha tomado un respiro en los últimos meses. Por primera vez no cae: 1,104 hijos por mujer. Podría ser peor

Sergio Delgado

Durante décadas, España está inmersa en una tendencia descendente en su natalidad que ha hecho saltar todas las alarmas demográficas. El número de hijos por mujer ha ido retrocediendo año tras año, generando un panorama incierto en cuanto al relevo generacional o la sostenibilidad del sistema de bienestar, entre otros muchos temas.

Sin embargo, en los últimos meses se ha observado una ligera pausa en esa caída, con un Índice Sintético de Fecundidad (ISF) que se mantiene en 1,104 hijos por mujer.

Aunque este dato sigue siendo extremadamente bajo, el hecho de que no se haya reducido aún más supone una noticia que, sin ser optimista, al menos invita a pensar que la tendencia negativa podría estabilizarse.

El Índice Sintético de Fecundidad, al medir el número medio de hijos que tendría una mujer a lo largo de su vida fértil si se mantuvieran los niveles de fecundidad actuales, es clave para entender la evolución de la población.

Y en el caso español, las cifras continúan lejos del 2,1 hijos por mujer que se considera necesario para asegurar el reemplazo generacional.

Qué es el Índice Sintético de Fecundidad

El Índice Sintético de Fecundidad es uno de los indicadores demográficos más utilizados para evaluar la capacidad de reproducción de una sociedad.

Su cálculo se realiza a partir de las tasas de fecundidad por edad, sumando los nacimientos que en promedio tendría cada mujer si los patrones presentes se mantuvieran en el tiempo.

Este índice no refleja únicamente el número real de hijos por mujer en un momento dado, sino que proyecta cómo evolucionaría la población si los niveles se mantuvieran.

En España, este índice ha mostrado una reducción casi constante desde mediados de los años setenta, cuando las familias solían tener más de dos hijos de media.

La transición hacia un modelo con menos descendencia ha estado marcada por profundos cambios sociales, económicos y culturales.

Lo que dicen los datos: el pequeño repunte de 2025

Los datos muestran una evolución clara de la caída continuada del Índice Sintético de Fecundidad en los últimos 30 años, con descensos especialmente significativos en los años posteriores a la crisis de 2008.

Evolución del ISF en los últimos ocho años - Elaboración propia

Sin embargo, el dato más reciente del pasado mes de julio indica que la curva se ha estabilizado en torno a 1,104 hijos por mujer. De hecho, el año empezó en peores cifras, 1,103 hijos por mujer.

Esto significa que, aunque el número sigue siendo uno de los más bajos de Europa, por primera vez en años no se ha registrado un enésimo descenso.

Un freno, que aunque débil, podría estar vinculado a diferentes razones: una cierta recuperación económica en algunos sectores, al retraso de decisiones familiares durante la pandemia que ahora empiezan a materializarse o a políticas de apoyo a la conciliación que algunas comunidades autónomas han puesto en marcha.

Causas de la caída de la natalidad en España

La caída de la natalidad en España no responde a un único factor, sino a una combinación de elementos que se han consolidado en las últimas décadas.

Entre ellos, destacan la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral sin un modelo real de conciliación, el retraso en la edad de maternidad por motivos económicos y personales, y la precariedad laboral que afecta especialmente a los jóvenes.

El elevado precio de la vivienda en comparación con los salarios medios ha supuesto también un freno decisivo para la creación de nuevas familias. Además, los cambios culturales han favorecido modelos familiares más reducidos y una visión diferente sobre la necesidad de tener hijos.

Todo ello ha configurado un escenario en el que la fecundidad ha caído hasta niveles históricamente bajos.

Consecuencias para el futuro demográfico

Las consecuencias de mantener un Índice Sintético de Fecundidad tan bajo son múltiples y afectan a distintas áreas. A corto plazo, implica un descenso en el número de nacimientos anuales, lo que conlleva un progresivo envejecimiento de la población.

Esto se traduce en una presión cada vez mayor sobre los sistemas de pensiones y de salud, que deberán sostener a una proporción creciente de personas mayores con una base de población activa más reducida.

A medio y largo plazo, la persistencia de estas cifras puede comprometer la capacidad de España para mantener su dinamismo económico y su competitividad, ya que una población decreciente repercute en la disponibilidad de mano de obra, en el consumo interno y en la innovación.

¿Y qué pasa en otros países europeos?

La situación de España resulta especialmente preocupante cuando se compara con otros países de la Unión Europea.

Mientras que el promedio de fecundidad en la UE ronda 1,53 hijos por mujer, España se sitúa en la franja más baja junto con Italia y Malta. Francia y Suecia, en cambio, se acercan a 1,8 gracias a políticas más sólidas de apoyo a las familias, incluyendo ayudas directas, sistemas de guarderías accesibles y permisos de maternidad y paternidad más amplios.

Alemania, que durante décadas también tuvo cifras bajas, ha conseguido repuntar levemente con estrategias centradas en la conciliación y en la integración laboral de las madres.

Estos ejemplos muestran que las políticas públicas pueden influir de manera significativa en el comportamiento demográfico, aunque no lo resuelvan por completo.

El freno en la caída del Índice Sintético de Fecundidad es solo una pequeñísima tregua. Las cifras actuales siguen indicando que España está muy lejos de asegurar el reemplazo generacional, y que el reto demográfico es de enorme magnitud.

La solución está clara: España necesita un enfoque integral y a largo plazo, que vaya más allá de ayudas puntuales y que construya un marco estable para las familias.

Imágenes | Pixabay, Pixabay

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