La fuga de empresas en Cataluña suma y sigue

La recta final del año fue absolutamente desastrosa para el tejido empresarial en Cataluña. En tan sólo unos meses, sólo se puede calificar de masiva la fuga de empresas que salieron huyendo despavoridas del "procés", así como de ese anhelo independentista atrincherado ideológicamente tras el "cueste lo que cueste".

Desde los medios salmón, debemos escribir con cifras (muy) rojas el saldo neto que finalmente ha arrojado lo que hemos visto por ahora de este surrealista espectáculo político-económico. Pero el asunto no es que, en términos de fuga empresarial, se pueda dar por cerrado este oscuro capítulo de la historia de Cataluña, sino todo lo contrario: la riada de empresas que escapan de la vorágine nacionalista se mantiene en niveles muy altos.

El último trimestre de 2017 fue catastrófico para la población empresarial catalana

Desde las páginas de El Blog Salmón, les hemos venido analizando puntualmente sobre la previsible y desastrosa evolución para la economía catalana del proceso independentista. Desde los inicios de la recta final de la hoja de ruta del independentismo catalán, hemos podido ver cómo primero se fueron las grandes (y muchas veces también las más icónicas) empresas con sede en Cataluña.

Posteriormente, el goteo de nombres fue transformándose en caudal, y calando hondo entre el panorama empresarial catalán en un sentido más amplio, pasando a ser una tendencia generalizada, y ya lejos de ser tan sólo unas pocas grandes empresas muy conocidas. Enseguida empezamos a asistir al lamentable y autoinfligido espectáculo de la destrucción de riqueza empresarial a gran escala en Cataluña, un terrible proceso que inevitablemente ha lastrado (y va a seguir lastrando aún más) a la maltrecha economía catalana.

La aplicación del artículo 155 calmó momentáneamente los caldeados ánimos, y dió una tregua a la autodestructiva tendencia. Pero el 155 finalmente ha terminado por resultar ser meramente un ligero receso temporal. Y al hilo de todo esto, recuerden cómo la cúpula del "procés" afirmaba sin ninguna sombra de duda que las empresas no se irían. La pesadilla sigue con los catalanes, y no sólo en términos políticos.

"Pesadilla en Sant Jaume Street" sigue presente en la parrilla televisiva

Hace tan sólo un par de días, hemos leído en El Español cómo la fuga de empresas en Cataluña en el primer trimestre de 2018 se ha mantenido en niveles inviables. Inaugurado con el malogrado referéndum del 1-O, en el último trimestre de 2017 un total de 3.208 empresas dejaron la autonomía catalana; en el primer trimestre de este año han sido 1.695, casi la mitad, pero resulta una pírrica victoria que queda eclipsada por el hecho de que ha ocurrido incluso durante la tregua de la aplicación del 155.

Lo más escandaloso de la noticia es que, puesta en contexto de lo que podían ser tiempos "más" normales, la tasa de fugas ha multiplicado por 8 aquella que sufrió la comunidad en el mismo periodo de 2017. Efectivamente, vemos cómo continúa la escapada al grito de "paga el último". Queda tan sólo el triste consuelo de que en algún momento tendrá que llegar un cese de la tasa de fugas, pero uno de sus pocos desencadenantes puede venir de la mano del hecho de que cada vez quedan menos empresas que puedan irse**.

Además de la destrucción de empresas ya existentes, también debemos poner de relieve la caída en picado de la creación de nuevas empresas: el otro gran indicador de la salud de la población del ecosistema empresarial. En el primer trimestre de 2018, la creación de nuevas empresas en Cataluña ha ascendido tan sólo a un total de 6.668, un 8,6% menos que en el mismo periodo del año pasado. Y lo más preocupante es que se trata de la peor cifra en este periodo desde 2013, en el fragor de la última y tan destructiva crisis inmobiliaria.

Los sectores independentistas culpan de todo socorridamente al Real Decreto que facilita el cambio de sede social "exprés"

Como no podía ser de otra forma, en vez de afrontar la realidad económica de un "procés" que los dirigentes independentistas sabían perfectamente que era inviable, la respuesta de éstos a las cifras es culpar al "enemigo único" de España de uno más de sus autoinfligidos males. No se puede negar que sí que se experimentó una aceleración de la fuga que fue favorecida por la aprobación de este Real Decreto el 6 de octubre. Recuerden que este decreto permitía que las empresas catalanas pudiesen trasladar su domicilio social por un procedimiento "exprés", cuyo único requisito era la aprobación por parte del consejo de administración.

Pero ya resulta lúdico-festivo entrar en disfrazar la realidad de que las empresas quieren irse de una Cataluña independiente, que seguro que nacería también fuera de Europa y el Euro, y que algunos se limiten culpabilizar de ello únicamente al Real Decreto. Esto no es más que una muestra más de lo profundamente manipulador de la retórica independentista, teniendo ustedes otro claro ejemplo en cuál ha sido una de las primeras y más prioritarias acciones del gobierno de Torra para mantener la maquinaria en marcha: más dinero para el saco roto de TV3. No lo duden, en su discurso monotemático siempre van a encontrar un rescoldo argumental por el que culpabilizar a España, y seguir apuntando con el dedo hacia el artificial paraíso de la República Catalana independiente.

Incluso cuando la realidad nos acaba dando la razón a los que ya advertíamos del desastre, ciertos sectores son capaces de seguir vendiendo sin despeinarse las mismas ideas que ya se han demostrado inviables y autodestructivas. No hay peor actitud que perseverar en los errores, en vez de hacer autocrítica y aprender de ellos. Y lo peor estaría por venir en el supuesto de que viesen cumplido su sueño independentista, lo cual ya es mucho suponer. Recuerden cómo ya les analizamos que, si Cataluña sale de la UE y del Euro, el desastre económico se tornaría en suicidio.

La pregunta es: ¿Hacia dónde les guía el dedo de la estatua de Colón desde Las Ramblas?

Cataluña sigue vaciándose de empresas, y la inevitable pregunta es: ¿De qué creen que va a vivir la República Catalana esas mentes tan brillantes del "procés" que siguen prometiendo eternamente un futuro El Dorado, pero que no muestran que está hecho de latón chapado en oro como la bisutería barata? Cuando la sinrazón política e ideológica se transmite al grueso de la población, y no importa nada más que un objetivo enarbolado pasionalmente, lo económico acaba por desangrar a lo político, aunque en su pasión irrefrenable y en su sensación de omnipotencia lo político acabe por creerse inmune a todo.

El político que rezuma autosuficiencia cree que sobrelegislando se puede arreglar todo, y así estamos viendo cómo la huída hacia adelante de los independentistas se limita al discurso de culpar a la legislación de otros de la sangría, creyendo ver en esos otros la propias formas con las que han venido diseñando sus leyes de desconexión y su denodado esfuerzo de "antiespañolización". El Real Decreto facilitaba la fuga, pero lo que deben preguntarse en Barcelona es si las empresas no seguirían queriendo irse aunque no hubieran tenido esa nueva legislación. El Real Decreto sólo hace que aflore el síntoma, pero la enfermedad está en el poder destructor de la independencia.

Y recuerden que son precisamente las empresas las que mejor pueden valorar lo que sería el panorama empresarial en un escenario post-independencia. Los empresarios son perfectamente oonscientes de los riesgos más que ciertos que medios como nosotros también hemos venido poniendo sobre la mesa. Es en esa inteligencia empresarial, que se muestra tan proclive a la fuga, en lo que debe fijarse el ciudadano de a pie para saber lo que realmente les depara el futuro económico "indepe".

Tratar de escudarse en que las empresas sólo se van porque pueden, y que de quedarse todo sería un mar de normalidad, es vivir en un espejismo ilusorio. Si las empresas se van, a pesar de que irse no les va a salir ni mucho menos gratis, es porque quedarse es mucho peor, y eso sólo califica categóricamente las perspectivas económicas de una Cataluña independiente.

Algunos sectores "indepes" incluso han osado abogar por legislar para dificultar la huida, lo cual sigue siendo una exhibición de ocultación de la realidad. Eso sólo sería en la práctica un auténtico corralito empresarial, que lejos de evitar males mayores, sólo los acentuaría, condenando a las empresas a acabar sufriendo la catástrofe económica que les traería la independencia. Y no duden de que ese corralito empresarial degeneraría en una situación de empobrecimiento general, que muy probablemente acabaría en un corralito al uso para el grueso de la población. Se puede legislar por legislar "porque yo mando", otra cosa es que no sirva de nada para evitar lo inevitable.

Mucho me temo que, a pesar de haber sobrevivido a su casi reubicación por ser calificado de estandarte del españolismo, parece que ese dedo de Colón de Las Ramblas, que en su día apuntó a América y a aquel Dorado con el que soñaban los conquistadores, hoy en día sólo apunta al propio ombligo: es lo único que se pueden estar mirando cuando el camino marcado lleva incluso a que se establezcan nuevas fronteras económicas y a prácticamente cerrar el comercio con España y Europa. Eso sí, lo único que parece importales es si el ombligo es de (lo que ellos consideran) pedigree auténticamente catalán o no.

Ya saben, banderas para tapar realidades. Y como esta realidad es inabarcable, la bandera para taparla debe ser inconmensurable. Eso sí, cuando baje la marea nacionalista, inevitablemente quedarán al descubierto las vergüenzas (y desvergüenzas) de un proceso que siempre ha sido económicamente inviable: lo sabían desde el principio y lo siguen sabiendo.

Que luego no digan que no estaban avisados (una vez más). Pero no duden de que, una vez estuviesen en la ruina "escargotera", serían capaces de acabar cayendo en eso y en mucho más, y que todo sería culpa de la "guerra económica" con el satán de la España imperialista (lean esto con el tono del más puro estilo de la retórica "made in" la República (ni)Oliva-riana de Madurozuela, porque desgraciadamente ni para olivas tienen ya allí). Y es que la economía es lo que tiene, que siempre siempre siempre acaba pasando factura, y los que deberían pagarla ya no estarán allí: pagarán los mismos de siempre. Al tiempo.

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