Sí, el debate sobre la sostenibilidad de las pensiones en España se ha cronificado. ¿Y existe alguna fórmula para darle solución? De momento, parece que nadie la tiene. La inminente jubilación de la generación del baby boom y el envejecimiento poblacional, han puesto de nuevo el sistema bajo presión
Sin embargo, desde el Gobierno la visión es otra. la ministra de Seguridad Social, Elma Saiz, insiste en que las pensiones “son hoy más justas y sostenibles que nunca”. Pero los informes independientes y las estadísticas oficiales indican una realidad mucho más compleja.
La diferencia entre los ingresos y los gastos de la Seguridad Social ha sido cada vez más grande y las proyecciones indican que el déficit lo seguirá siendo si no se realizan reformas estructurales. Y de las grandes. La inclinación hacia un mayor gasto contributivo en relación a los ingresos, es el resultado de un crecimiento a un ritmo mucho mayor en relación al año 2006.
Un déficit contributivo creciente
Por ejemplo, en 2006 el saldo contributivo oscilaba alrededor de los 113.800 millones de euros en gastos y 106.000 millones en ingresos. En los últimos 18 años, la diferencia ha crecido exponencialmente.
En 2024, los gastos alcanzaron los 199.300 millones de euros, mientras que los ingresos solo llegaron a los 146.400 millones. Lo que se traduce en una diferencia anual de más de 50.000 millones de euros. O lo que es lo mismo, un enraizamiento estructural de las cuentas del sistema.
En diferentes declaraciones, la ministra ha defendido la puesta en marcha del Mecanismo de Equidad Intergeneracional y el aumento de la base máxima de cotización como medidas para reforzar los ingresos.
Pese a ello, los expertos aseguran que esto no será suficiente para poder encarar el futuro con las suficientes garantías, dado el número exponencial de jubilados y la pensión media en constante aumento.
Reformas recientes y datos que fallan
Elma Saiz subraya que desde 2021 el empleo juvenil ha crecido un 28% y que la temporalidad ha caído del 60% al 20%. Además, el salario mínimo interprofesional ha aumentado un 61% desde 2019. Datos todos ellos verídicos. Con lo que todo ello, tendría que traducirse en una base de cotización mayor.
Sin embargo, estos avances son positivos solo en virtud del empleo. Y es que, cuando el gasto crece más rápido de lo que crecen los ingresos, su impacto en el sistema de pensiones es menor.
Los expertos coinciden en que el sistema no está desafiado solo por la demografía, sino que también es extremadamente generoso en la tasa de sustitución, que de hecho es la más alta de la Unión Europea.
Esto significa que la pensión inicial pagada por el sistema español es mayor en comparación con la cantidad de dinero que los jubilados pagan. Así el riesgo financiero es alto dada la dinámica de envejecimiento actual.
La cosa pinta mal para los más jóvenes
¿Llegarán los jóvenes a la jubilación con un bienestar similar al que han disfrutado hasta ahora? La cosa se complica. Los datos apuntan a que los jóvenes de hoy deberán retrasar su jubilación hasta los 71 años en 2065.
¿La razón? menos nacimientos y una mayor esperanza de vida. En otras palabras, hay una menor cantidad de personas que trabajan en comparación con la mayor cantidad de jubilados.
Las necesidades de gasto de la Seguridad Social han seguido una línea más o menos constante de crecimiento, especialmente a partir del año 2012, mientras que los ingresos han crecido a un ritmo más moderado.
Datos que reflejan que, aunque las reformas de 2013 eran necesarias, solamente con ellas no era suficiente para tapar el hueco entre gasto e ingreso contributivo.
Consecuencias para los futuros pensionistas
Para muchas familias, la sostenibilidad de las pensiones no se ha quedado simplemente en un debate técnico, sino que se trata de una cuestión vital. Actualmente, las generaciones que económica y laboralmente sostienen el sistema temen que, en el momento de recibir la pensión pública, esta no les garantice un nivel de vida digno.
De hecho, los españoles han incrementado sus suscripciones a planes de pensiones privados en los últimos años por la incertidumbre existente sobre el sistema público en el Estado.
Además, la situación laboral del empleo en España donde los trabajadores reciben salarios inferiores a la media europea, hace que los trabajadores no puedan cotizar lo suficiente en su vida laboral, por lo que incluso aunque recibieran una tasa de sustitución más elevada, recibirían una pensión insuficiente para cubrir las necesidades básicas.
El debate de alargar la jubilación
Según muchos expertos, una de las medidas casi inevitable, sostenible y justa para garantizar la viabilidad de su continuación será el alargar progresivamente la edad de jubilación. Algunos países, como Dinamarca, ya han aprobado la reforma para alargar la edad de retiro hasta los 70 años en el año 2040, basándose en la esperanza de vida para ajustarlo.
En caso de no encontrar otra vía de financiación o bien no conseguirse un incremento sostenible de la productividad y el empleo, España debería seguir una hoja de ruta similar.
La realidad es que el sistema de pensiones actual fue diseñado en torno a un revestimiento económico y demográfico que ya no existe.
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