No es oro todo lo que reluce en la Argentina de Milei. ¿Es suficiente el préstamo de 20.000 millones de dólares que le ha dado Trump? No

Sergio Delgado

¿Se está evaporando el “milagro económico” de Milei o está condenada Argentina a revivir, una y otra vez, importantes reveses económicos? La realidad es una: Buenos Aires atraviesa (de nuevo) un momento complicado.

La llegada de un préstamo de 20.000 millones de dólares desde Washington, en plena crisis cambiaria y con reservas internacionales casi agotadas, está despertando muchas dudas.

El gesto de Donald Trump hacia Javier Milei ha sido interpretado como una señal de respaldo político y geopolítico. Sin embargo, hay una pregunta en el aire: ¿es suficiente para estabilizar al país a medio plazo?

Este préstamo se suma a la ayuda de emergencia que en abril le había otorgado el Fondo Monetario Internacional, también por 20.000 millones, y a los 45.000 millones concedidos en 2018 durante la presidencia de Mauricio Macri.

En menos de cinco meses, Argentina ha acudido dos veces a un salvavidas externo. Lo que evidencia un síntoma de la profundidad de su fragilidad financiera y de su dependencia de acreedores internacionales.

Un salvavidas con trasfondo geopolítico

El préstamo de 20.000 millones de dólares que le ha dado Trump no puede entenderse solo como un apoyo a Milei. Estados Unidos busca frenar el avance de China en América del Sur. El swap de 18.000 millones de dólares entre los bancos centrales de Argentina y China, con 5.000 millones aún activos, es visto por Washington como un riesgo estratégico.

Según los expertos, las condiciones implícitas del nuevo acuerdo podrían incluir mayor cooperación en el acceso a minerales críticos como el litio, contratos de explotación energética y una participación más estrecha en proyectos nucleares.

Esto se suma a una estrategia más amplia de Washington por recuperar influencia en la región, en un momento en que la competencia global con China se intensifica.

Argentina, país de problemas estructurales internos

El préstamo llega en medio de una inflación que, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), superó el 124% interanual en agosto, una de las tasas más altas del mundo.

El Banco Central cuenta con reservas netas negativas estimadas en más de 7.000 millones de dólares, lo que obliga a utilizar dólares prestados para sostener el mercado cambiario.

Y aunque la situación social ha mejorado en Argentina respecto a la era Kirchner, la pobreza alcanza aún al 42% de la población, mientras que la indigencia supera el 9%, según la Universidad Católica Argentina. Unas cifras que reflejan que la crisis trasciende lo financiero: afecta el tejido social y erosiona la gobernabilidad.

La inyección de dólares permite ganar tiempo, pero no soluciona los problemas estructurales de competitividad, productividad y generación de divisas.

Reacción de los mercados y tensiones financieras

El préstamo de 20.000 millones de dólares otorgado por Trump ha ayudado a que el riesgo del país haya descendido brevemente de los 2.200 puntos básicos a los 1.900, y los bonos soberanos también han mostrado cierta recuperación. Sin embargo, analistas de JP Morgan y Morgan Stanley han señado que la medida es un “parche” y que la sostenibilidad de la deuda argentina sigue en entredicho.

En paralelo, el Banco Central se ha visto obligado a intervenir con más de 1.000 millones de dólares de sus limitadas reservas en septiembre para frenar la escalada del tipo de cambio paralelo, que llegó a superar los 1.200 pesos por dólar.

Factores políticos que complican la ecuación

La “debilidad” política de Milei añade, aún más si cabe, mucha más incertidumbre. Su derrota en las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires fue interpretada como una señal de desgaste prematuro. Con minoría en el Congreso, el oficialismo encuentra obstáculos para aprobar leyes clave de ajuste y reformas estructurales.

Además, los escándalos de corrupción, incluidos audios que involucran a Karina Milei en presuntos sobornos, dañan la credibilidad del gobierno. La combinación de crisis económica, tensiones políticas y pérdida de confianza de los mercados configura un escenario donde cualquier ayuda externa se percibe como insuficiente sin un plan sólido de estabilización.

Ojo con los datos macro de Argentina

Argentina es hoy el mayor deudor del Fondo Monetario Internacional, con compromisos que superan los 65.000 millones de dólares. En 2023 el país destinó cerca del 20% de sus exportaciones al pago de deuda externa, una cifra que, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), limita seriamente la capacidad de inversión en áreas estratégicas como infraestructura o educación.

La deuda pública total ronda los 430.000 millones de dólares, equivalente al 85% del PIB, un nivel difícil de sostener sin crecimiento económico. Mientras que la economía argentina se contrajo un 2,5% en 2023 y un 1,7% en 2024 -aunque se esperaba una caída superior al 2%-.

Argentina entre Washington y Pekín

La dependencia financiera de Argentina se traduce también en decisiones geopolíticas. Con el préstamo de 20.000 millones de dólares de Trump, Argentina se acerca a Washington en un momento en que necesita diversificar fuentes de financiamiento. Pero esa cercanía puede implicar alejarse de proyectos chinos en infraestructura, energía y telecomunicaciones, donde Pekín ha invertido más de 15.000 millones en la última década.

El dilema no es nuevo: Argentina oscila entre dos potencias globales que ofrecen capital, pero también imponen condiciones. Mientras tanto, el país necesita dólares urgentes para importar energía, pagar deuda y sostener su sistema financiero.

Una situación, de nuevo, complicada para Argentina.

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