Lo que le faltaba al sector de la automoción en España. La producción marroquí crece un 36% y la española cae un 8,4% por la débil demanda de exportación

Sergio Delgado

El sector automovilístico español atraviesa un momento especialmente delicado en un contexto internacional marcado por desequilibrios en la demanda, incertidumbre económica y una transformación tecnológica acelerada.

Mientras España mantiene su posición como segundo mayor productor europeo y uno de los principales fabricantes a escala mundial, la caída de la actividad en los mercados exteriores está afectando directamente al volumen de fabricación en las plantas nacionales.

Paralelamente, Marruecos, que se ha consolidado en los últimos años como un polo emergente de la industria automotriz, está experimentando un crecimiento notable impulsado por inversiones internacionales y una política industrial orientada a la expansión.

Un avance acelerado al otro lado del Estrecho

Marruecos ha reforzado su posición como principal productor de vehículos en África y uno de los referentes en exportación hacia Europa. Según los datos del Ministerio de Industria y Comercio marroquí, las plantas del país ensamblaron cerca de 350.000 vehículos en la primera mitad del año, lo que supone un incremento del 36% frente al mismo periodo del ejercicio anterior.

Esta tendencia refuerza las previsiones del Gobierno marroquí de cerrar el año con una capacidad cercana al millón de vehículos, un salto significativo frente a las cifras registradas hace apenas una década.

El avance marroquí también se refleja en su posición dentro del mercado europeo. Con 194.667 unidades exportadas en el primer semestre, representa aproximadamente el 11% de las importaciones europeas de turismos, situándose ya como quinto mayor proveedor del continente.

Aunque el volumen es inferior al registrado el año anterior, el impulso en fabricación muestra un ecosistema industrial en expansión.

España pierde ritmo por la debilidad de la demanda exterior

En contraste con esta dinámica, las 17 fábricas españolas han registrado un descenso acumulado del 8,4% en los seis primeros meses del año, con 1.220.595 vehículos ensamblados.

La caída se explica principalmente por la moderación de las matriculaciones en mercados clave como Alemania y Francia, destino de más del 90% de la producción nacional.

La tendencia del año tampoco invita al optimismo: el volumen total de vehículos fabricados cae un 5,4%, situándose alrededor de 1,9 millones de unidades. Esta contracción afecta especialmente a segmentos que dependen de la demanda europea, donde la ralentización económica está condicionando la reposición de flotas y la compra de nuevos modelos.

El paralelismo entre ambas realidades dibuja un escenario competitivo más ajustado. Marruecos, con una estructura industrial joven y una estrategia de atracción de inversiones muy activa, está recortando distancias con una velocidad que obliga a España a acelerar la adaptación a la nueva etapa tecnológica.

Ecosistemas industriales en evolución

El crecimiento de la industria marroquí no es casual. En torno a las plantas de Renault Group y Stellantis se ha formado un tejido de proveedores que ha convertido al país en un centro de producción con capacidad de especialización creciente.

La fábrica de Tánger, uno de los pilares del grupo francés, produjo más de 312.000 vehículos en el último ejercicio, mientras que Stellantis ha anunciado nuevas inversiones para ampliar su planta de Kenitra hasta más de medio millón de unidades anuales.

La apuesta del Gobierno marroquí por consolidar un ecosistema industrial competitivo también ha favorecido la instalación de empresas proveedoras europeas, entre ellas compañías españolas que han diversificado su actividad hacia el norte de África.

Este entorno de cooperación y competencia simultánea está reconfigurando la cadena de valor en la región.

España, ¿amenazada por Marruecos?

Pese a la creciente presencia marroquí en el mercado, expertos del sector coinciden en que la evolución del país vecino no tiene por qué ser interpretada exclusivamente como una amenaza.

La interdependencia entre ambos territorios ya es una realidad, como demuestra la reciente decisión de Renault de ensamblar en Valladolid las baterías para modelos producidos en Tánger.

No obstante, la posibilidad de que los menores costes energéticos y laborales marroquíes atraigan nuevos proyectos genera preocupación. El caso de Stellantis, que estudia trasladar la producción del C4 desde Madrid a Kenitra a partir de 2029, ha vuelto a poner en el centro del debate la necesidad de reforzar la competitividad nacional.

Desde la patronal española insisten en que la respuesta pasa por potenciar inversiones estratégicas, acelerar la electrificación, impulsar la instalación de gigafactorías y reforzar la cadena tecnológica.

Un futuro industrial condicionado por la transición energética

La electromovilidad será uno de los factores que determinarán el liderazgo productivo en la próxima década. Marruecos ya ha anunciado su intención de superar los 107.000 vehículos eléctricos fabricados a finales de 2025, lo que supondría un aumento del 53%. 

España, aunque mantiene una base más consolidada, registró 88.281 unidades hasta octubre, un dato que muestra que el ritmo aún puede acelerarse. Veremos…

Imágenes | Unplash, ENoticies

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