¿Y si las previsiones de recaudación del Gobierno fueran conservadoras?

Con un supuesto despegue en el horizonte de las cuentas de España S. A., debemos echar la vista atrás y recordar cómo el estallido de la burbuja inmobiliaria no fue realmente sólo un problema de gasto ineficiente y sobredimensionado, sino que una parte importante del desastre es achacable a un contundente desplome de los ingresos estatales. Obviamente, el desplome tiene mucho que ver con el hecho de que se estuviesen recaudado millones y millones por venta y compra-venta de propiedades inmobiliarias, para las que demasiadas veces no había más mercado que pasar la "patata caliente" a otro. Pero no vamos a entrar más un tema que ya está de sobras analizado desde todas las perspectivas posibles y alguna más.

No obstante, sí diremos que el hecho de que el desplome de los ingresos fuese lógico (y hasta previsible para algunos como el que suscribe), no debe desviarnos del hecho de que, en España al menos, fue precisamente ese desplome de los ingresos estatales (y algún fracasado plan expansivo posterior) lo que nos metió de lleno en una situación de déficit rampante y la consiguiente crisis de deuda, que recuerden nos llegó a situar al borde del abismo. Y ahora de nuevo en los ingresos está la piedra angular para poder dar por cerrada esta crisis, o más bien, deberíamos decir "esta fase de esta crisis": como los lectores habituales de estas líneas ya saben, me preocupa profundamente que habrá que ver ahora cómo se resuelve la incomensurable burbuja de deuda mundial, y especialmente la del mercado de bonos soberanos. Pero entremos ya en el tema del despegue de los ingresos de España S.A., que es lo que nos ocupa en el análisis de hoy.

La nueva edición del estudio de BBVA Research sobre la "Situación España 2T17"

El asunto es que el prestigioso BBVA Research ha publicado esta semana otro de sus estudios, que pueden leer en este link. Esta edición de su periódico reporte desprende un contenido optimismo, y no se olvidan desde la entidad de recordar la gran asignatura pendiente del país: bajo el título "En cualquier caso, queda mucho por hacer" sus últimas slides muestran claramente cómo el PIB per cápita ha superado por primera vez en esta crisis el nivel pre-crisis de 2007, pero sin embargo la tasa de paro actual (15,6%) casi duplica la de aquel año (8,2%). Obviamente, estos datos ponen de relieve lo descompensada que ha resultado ser la recuperación que confirman los indicadores, y muestran el camino a seguir para que la recuperación llegue por igual a todos los agentes económicos.

Una muestra de ello es la clara señal de desaceleración que está dando la demanda interna, ya que, como bien apunta el estudio, puede estar llegando a su agotamiento el impulso cíclico que ha supuesto la demanda embalsada atemorizada por la crudeza de la crisis, y apuntan adicionalmente a los efectos que ha podido traer la incertidumbre. No hay que olvidar que, dejando a un lado la demanda interna, la evolución del sector exterior también ha sido clave en esta recuperación.

No obstante, en esta ecuación, un servidor también apuntaría como factor a tener en cuenta el despegue de la inversión residencial, con una tasa de crecimiento de la afiliación a la Seguridad Social en el sector de la construcción que casi triplica la media. Obviamente, una inversión como supone la compra de vivienda, que parece volver a revitalizarse, puede estar contribuyendo a lastrar la demanda interna. Esperemos que no caigamos en los errores del pasado, y que esa supuesta repercusión de la inversión residencial sobre la demanda interna en realidad esté mostrando que la gente no se está dando de nuevo a la "deudofilia"; pero no descarten nada: ya saben aquello de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.

Los ingresos vuelven a crecer a ritmos no vistos desde el pinchazo de la burbuja

Aparte del citado estudio, que hemos analizado brevemente para ponerles en antecedentes y que puedan valorar por si mismos el contexto del tema central de este artículo, tenemos los datos de los ingresos estatales. Tema clave donde los haya. Debemos empezar diciendo que, en la actualidad, el mix de ingresos que presentan las cuentas públicas es mucho mas sano que el que llegamos a tener de color ladrillo en los días de vino y rosas. Por otro lado, según pueden leer en esta noticia del diario online El Español, la reciente evolución favorable de los ingresos estatales en España parece que se va a ver intensificada en los próximos años, también según la entidad BBVA.

Como habrán leído, BBVA Research vaticina que los ingresos públicos crecerán superarando el ritmo de crecimiento del PIB, ello inevitablemente significará que se elevará la presión fiscal, un punto negativo en un país en el que diversos estudios sitúan dicha presión muy por encima de lo que comúnmente se cree. Pero de esta manera, también, y he aquí el aspecto positivo, así el Estado podrá provechar para reducir definitivamente el déficit hasta niveles adecuados en base a la ortodoxia financiera. BBVA Research estima que los ingresos crecerán este año en 26.000 millones, una cifra que supera holgadamente los 21.500 millones previstos por el Gobierno en sus Presupuestos Generales del Estado. El incremento en 2018 es estimado por el banco que llegue a los 29.000 millones de Euros: supondría el cuarto avance mayor de toda la serie histórica (superado únicamente durante los años de la burbuja inmobiliaria).

Estas cifras, pendientes de que la realidad económica las confirme, serían una buena noticia para todos, puesto que hasta ahora era precisamente la flaqueza de los ingresos lo que no nos permitía cumplir con los niveles máximos de déficit que se nos demandan desde Bruselas. Como pueden leer en la noticia anterior, en 2016 los ingresos se incrementaron en 12.100 millones de Euros (aproximadamente un 50% de las previsiones para este ejercicio), y en 2015 el incremento ascendió en 7.800 millones. En 2014 se quedaron por debajo de los 4.500 millones de Euros.

La receta española actual podría funcionar para acabar de reducir el déficit pero se echan en falta más ingredientes

A la vista de las cifras, y pendientes de que en 2017 y 2018 se cumplan las previsiones, parece que la receta española para atajar el déficit también puede estar empezando a resultar en un postre más dulce. No obstante, ya analizamos para ustedes en el artículo "Portugal está mejorando rápidamente, ¿Debemos todos enterrar ya la austeridad?" cómo la receta portuguesa ha sido la opuesta, y realmente, al menos por ahora, han conseguido cumplir con el déficit bastante antes que nosotros.

Obviamente, en el caso español, el déficit junto con el desempleo son principalmente las grandes asignaturas pendientes de la economía española. Los esfuerzos de nuestras cuentas públicas deben dirigirse a acabar de atajar el primero, a la vez que se debe generar trabajo para acabar de reducir esa insostenible cifra de desempleo, tras la cual hay millones de dramas con nombre y apellidos.

En aquel artículo, nos limitábamos a exponer el caso de éxito portugués, y, sin poner en duda la validez también de la receta española, al menos en lo que a reducción del déficit se refiere (más modesta que la portuguesa), nos permitíamos plantear la cuestión de si España debe plantearse empezar a implementar otro tipo de políticas: las recetas económicas inmutables acaban siempre llevando al fracaso en algún momento. Obviamente, la mejora de los ingresos estatales (insisto, aún por confirmar al menos en 2017 y 2018), supone un valioso balón de oxígeno... La cuestión es a quién se lo vamos a dar a respirar.

La parte más importante de ese oxígeno debe de dársele a respirar a la Europa acreedora, para que así podamos reducir nuestro todavía excesivo déficit, y de esta manera poder lograr deshacernos de un pesado lastre, que además nos resta independencia económica.

Pero, por otro lado, no debemos olvidar que el informe de BBVA demuestra que la recuperación ha sido injustamente asimétrica. Si bien es cierto que la mejor forma de conseguir el bienestar de la población, y en especial de los desempleados, es hacer que la economía crezca y genere empleo (de calidad), no podemos olvidar que, además de una alta tasa de paro, esta crisis nos ha traído una importante deflación de salarios en España. Esto no ha hecho sino generar desigualdad, pero, lo que es aún más importante, ha intensificado la percepción de la desigualdad, hasta el extremo de generar descontento popular e inesabilidad social, que en algún momento de los pasados años llegaron a ser realmente preocupantes.

Este ajuste salarial fue el ajuste de una economía que perdía competitividad por todas las juntas, acrecentándose la situación además por el hecho de que nuestro tejido productivo como país, y nuestro valor añadido, no nos permitían poder mantener esos sueldos en comparación a nuestros industriales e innovadores socios desarrollados, y con los países emergentes compitiendo y arrebatando producción por el otro lado. Un servidor llegó a saber en 2007 de un peón de albañil cuyos honorarios ascendían a la mágica cantidad de 2.500€ netos al mes. Si no había salarios inflados por la burbuja, que alguien nos diga qué era eso. Pero ese necesario ajuste vino por la depresión de una economía que afectó a todos, inflados y no inflados, llegando al también sinsentido de una amplia masa laboral que no llega ni a mileurista.

El aspecto positivo de esta deflación de salarios, como no podía ser de otra forma, está en la consiguiente mejora de la productividad que ha experimentado a la fuerza la economía nacional. Si bien la productividad es cierto que también puede incrementarse con I+D (del de verdad) e inversión en tecnología (bien ejecutada), no es menos cierto que España actualmente ha recuperado un importante atractivo como destino de inversiones y producción a nivel europeo. Según pueden leer en esta noticia, España se habría vuelto "ultracompetitiva" en Europa tras situarse los salarios un 25% por debajo de la media europea.

Si bien no es la mejor forma de ganar en competitividad, una vez que hemos sufrido el sangrante desplome de poder adquisitivo, al menos podemos ver que el entorno ha respondido con un nuevo escenario más positivo. Pero en absoluto estoy tratando de decir que éste era el único camino. España puede y debe aspirar a más que a conformarse con ser un país europeo de mano de obra barata, y de limitarse a decidir cómo repartirse las migajas que va dejando la ineludible reducción el déficit que estamos acometiendo.

España tiene potencialidad y capacidad de innovación para desempeñar un papel destacado en sectores clave de la economía nacional. Como ya les dijimos hace tiempo, el camino era realizar un cambio a un multi-modelo productivo que situase a España como líder de sus sectores campeones nacionales, tal y como analizamos para ustedes en el artículo "Cambio de modelo productivo, ¿Qué debería hacer España?".

España: lo que debería haber sido y no fue

No vamos a lamentarnos y recrearnos en lo que pudo ser y no fue. Tan sólo debemos nombrarlo a modo de recordatorio, para que quede claro cuál es el camino que aún estamos a tiempo de tomar a partir de aquí. España sigue necesitando realizar un cambio de modelo productivo. Corremos el serio riesgo de caer en la autocomplacencia y volver incluso a cometer los demanes inmobiliarios del pasado, cuando lo que verdaderamente necesitamos es adoptar un modelo productivo de futuro, con valor añadido, distanciándonos de los países de mano de obra barata, y evitando caer en ser un país de camareros y sombrillas en la playa. España puede y debe aspirar a mucho más. Otros países han hecho con éxito una transición similar, y aquí contamos con una fuerza laboral con una excelente formación, ganas de emprender, pasión por la excelencia... y falta de un empuje socioeconómico que sólo puede venir desde instancias oficiales.

La crisis era una ocasión ideal para abordar este tipo de cambio de modelo productivo, y no la hemos sabido aprovechar (o más bien no han sabido aprovecharla nuestros políticos). Pero nunca es tarde para abordar este tipo de cambios, especialmente cuando ahora el viento nos sopla de cola. No podemos eludirlo durante más tiempo. España necesita esta transformación de su economía, además de todo lo que hemos tratado tantas veces enmarcado en el concepto de socioeconomía. No ponernos al menos a trabajar denodadamente en ello es una imperdonable irresponsabilidad, además de no tener demasiado futuro.

Y el hoy por hoy nos fuerza a centrarnos también en el presente rabioso

Pero hoy por hoy, y dada la situación actual en la que nos encontramos, debemos ponernos por el momento a analizar las variables que obran en nuestro poder actualmente. No podemos olvidarnos ahora de esos agentes económicos que han sufrido con especial incidencia la dureza del ajuste. Bien sea con una bajada selectiva de impuestos, bien sea con otras políticas a valorar, hay una parte de la población que, con muchos salarios de 600 y 700€ al mes y con hijos, necesita también algo de oxígeno. De paso, además de rescatar bancos, se rescatará también (parcialmente) a la población que más puede necesitarlo, con la estabilidad social que ya de por si ello supone. Pero tampoco debemos olvidar que la propensión marginal al consumo de las rentas medias y bajas es muy superior al de las altas: obviamente ese oxígeno que les demos, en este momento de mínimos en sus gastos, tiene todos los visos de volvernos como un boomerang en forma de más crecimiento.

Hacerlo no sólo va a dar estos réditos económicos, una vez que el QE del BCE ha demostrado que no acaba de ser capaz de hacer que el dinero llegue a los bolsillos de los ciudadanos, sino que también va a ayudar a combatir la desigualdad generada por una deflación salarial que ha dejado los salarios (especialmente los medios y bajos) como grandes pagadores de esta crisis. Es bueno estar en esta posición de competitividad reforzada con respecto a Europa, pero esto se debería haber conseguido apostando por sectores productivos con alto valor añadido, y aportando factores tecnológicos y de innovación que nos permitan sacar cabeza ante los países emergentes, con costes casi un orden de magnitud por debajo de los nuestros.

España S.A. debe mirar de cara al futuro

No obstante, a pesar de haber alcanzado la mejora de la competitividad por el camino más doloroso, una vez alcanzada una posicion de estabilidad que nos permite mostrar de nuevo señales alentadoras, hay que pensar en que, tratando de mantener esa ventaja, habría que ir aprovechando el viento de cola para así poder quitarnos de esa incómoda posición: la de un país de salarios medios con los de bajo coste acechando por debajo nuestro. Un modelo productivo de valor añadido permitiría poder aspirar a una productividad más alta, y por lo tanto unos salarios más generosos que no se pongan en peligro a sí mismos. Para ello debemos transformar nuestra economía y salir de ese incómodo término medio en tierra de nadie, y en terreno de batalla de todos.

Hace unos días les hablábamos del caso de Portugal y el éxito (por el momento) de su giro keynesiano, según pueden leer en este artículo "Portugal está mejorando rápidamente, ¿Debemos todos enterrar ya la austeridad?". No voy a afirmar aquí rotundamente que España debe hacer lo mismo, cada país tiene su casuística particular a analizar en detalle. Lo que tan sólo trato de exponer aquí es que debemos pararnos a pensar, reevaluar la situación, y ver qué medidas puede ser necesario tomar dada la nueva coyuntura que arrojan las nuevas cifras. Como les decía, paradójicamente, las recetas perennes son tan caducas como la realidad que nos ha tocado vivir, siempre cambiante.

Con estos ingresos estatales parece que van a llegar unos millones de Euros extra a las arcas del estado, lo cual se esperaba como agua de Mayo. Ahora toca que evaluar que, cuando por fin nos traen algo de leña extra para la caldera, es momento de usarla para hacer que la presión del vapor suba hasta un nivel más óptimo, y conseguir que el impulso nos permita tirar de todos los vagones del tren, porque especialmente los de clase turista me temo que se nos han quedado bastante rezagados.

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