La Agencia Tributaria Catalana se encargará de gestionar los impuestos propios de la Comunidad Autónoma, así como los cedidos por el Estado. Algunos lo ven negro, sabiendo que pueden ser cedidos todos los del Estado. Otros lo ven rosa, afirmando que, por ejemplo, ni IVA, ni IRPF, ni Impuesto de Sociedades serán cedidos nunca. El tiempo dará y quitará razones.
Existe un grave peligro de fraccionamiento del mercado español. Actualmente ya tenemos problemas con las variadas normativas autonómicas que hacen que, se pague más o menos según donde tengas la residencia fiscal, o que se incentiven las guerras fiscales por atraer empresas. Eso crea agravios comparativos serios. Pero es que si la legislación común que tenemos acaba siendo aplicada por distintas Agencias el asunto se agravará. Serán inevitables las diferentes interpretaciones, las circulares internas contradictorias, etc. Un maravilloso mundo para los asesores fiscales y un campo de minas para las empresas que pretenden operar en el territorio español. Es curioso que pase esto en un país que se tiene por adalid del Mercado Único.
Se producirán dificultades para los cruces de información. Las actuales Agencias Tributarias (la AEAT, y las Diputaciones Forales de Vizcaya, Álava, Navarra y Guipúzcoa) son reacias a compartir información. A grosso modo lo hacen, pero a pequeña escala no. No creo que en Cataluña sea diferente. Otro maravilloso resquicio para el fraude fiscal.
La gestión de los impuestos no se busca tan sólo por motivos recaudatorios. Se trata de uno de los elementos claves de la soberanía, así como de una extraordinaria herramienta de poder para plegar voluntades. Incluso para algunos se ha convertido en un buen negocio.
A mí, sinceramente, no me ha gustado. Y hablo desde una perspectiva económica.
Foto por Barberenc