La neutralidad del dinero y el contraataque al paradigma mercantilista

Mucho antes que los economistas clásicos le atribuyeran al dinero un rol neutral en la actividad económica, los mercantilistas consideraban que el atesoramiento de dinero y metales preciosos era la clave de la prosperidad. Para los mercantilistas, "la riqueza de las naciones" era fruto de la importante acumulación de oro y plata y del desarrollo del Estado-Nación en la Europa de los siglos XVI y XVII. Los mercantilistas señalaban que la riqueza y el poder de una nación estaban determinados por sus existencias de metales preciosos. Tenían además la convicción de que el gobierno debía intervenir para dirigir el desarrollo del sistema capitalista. La contrarrevolución de los clásicos para desbancar a los mercantilistas apeló a la neutralidad del dinero. Los economistas clásicos subrayaron la idea de que el dinero no era importante, dado que la importancia de la economía estaba en los factores reales: gustos, preferencias, oferta de trabajo, bienes de capital, estructura institucional. Estos eran los factores que determinan la riqueza de la naciones, como sintetizó Adam Smith (1776). Para los clásicos, el crecimiento de una economía está asociado al crecimiento de la población, el aumento de los factores de producción y el desarrollo tecnológico. Para la ciencia económica que comienza en Adam Smith el dinero no posee ningún fundamento de riqueza dado que es el simple instrumento que facilita la circulación de las mercancías. Con esto la riqueza deja de tener un carácter monetario para pasar a depender de los factores productivos. Por eso el dinero desaparece como objeto central del análisis económico. En este punto, Adam Smith concuerda con su maestro y amigo David Hume, quien escribió en 1750 e su obra Of Money:
el dinero no es más que la representación del trabajo y las mercancías, y sirve solamente como método de evaluar o estimar éstas. El que haya abundancia de moneda metálica no puede tener ningún efecto, ni favorable ni desfavorable, dentro de una misma nación. A pesar de esta conclusión que debe ser considerada correcta, es verdad que desde el descubrimiento de las minas de América la industria ha crecido en todos los países de Europa, excepto en aquellos que poseen las minas, y esto puede ser atribuido al aumento del oro y la plata, entre otras razones. Asi, pues, vemos que un reino en el que empieza a entrar dinero en más cantidad que antes, todo cambia de aspecto; el trabajo y la industria reviven; los comerciantes se vuelven más emprendedores e incluso los agricultores realizan sus labores con mayor atención y entusiasmo. Cuando aumenta la oferta monetaria y el precio sube gradualmente, primero el de un bien, luego el de otro, hasta que el total llega por fin a una proporción justa con la nueva cantidad de dinero que hay en el reino. En mi opinión, es solo en período intermedio entre la adquisición de dinero y el aumento de los precios, cuando el aumento de la cantidad de oro y plata favorecen a la industria.

Es ilustrativo que David Hume reconozca este momento intermedio entre la adquisión del dinero y el aumento de los precios, como un momento de impulso a la producción. Esto demuestra que para David Hume el dinero no sería neutral en el corto plazo. Sin embargo, el debate sobre la neutralidad del dinero pasó a segundo plano tras la publicación de La riqueza de las naciones, de Adam Smith, que marca un profundo quiebre con el pensamiento de los mercantilistas. El punto central de este quiebre lo da el hecho de que para los economistas clásicos el Estado no debe intervenir en la economía dado que ésta tiene sus propios mecanismos estabilizadores de auto ajuste que no deben ser alterados.

La desconexión de los fenómenos reales y los fenómenos monetarios

El intento de descifrar el mecanismo de transmisión que conecta el dinero con los precios y ver si efectivamente el dinero es neutral estuvo presente en varios economistas a lo largo del siglo XIX, especialmente por Knut Wicksell, y del siglo XX por Friedrich von Hayek y Don Patinkin. Estos autores han contribuído al desarrollo de la teoría monetaria mostrando desde diversos ángulos las condiciones que se requieren para que el dinero sea neutral. Estas condiciones se resumen en tres puntos: existencia de pleno empleo; existencia de un equilibrio walrasiano con un vector de precios que vacíe el mercado, y la teoría cuantitativa del dinero. Estos son los supuestos claves con los que se desarrolla toda la teoría económica clásica y neóclasica que, cómo hemos visto en los últimos seis años, están lejos de los hechos reales: no hay pleno empleo, no hay un equilibrio de oferta y demanda "que vacíe el mercado" como expresa el modelo walrasiano, y menos un incremento de los precios tras el excesivo aumento de la oferta de dinero, como muestra esta gráfica para el stock de M1 de la Reserva Federal en Estados Unidos, donde la Base Monetaria se ha multiplicado por 4 veces desde el estallido de la crisis.

Está claro que si el dinero es neutral, como señalan los clásicos, neoclásicos y monetaristas, no tiene sentido que el gobierno intervenga a través de la política monetaria, dado que el banco central no puede corregir el sistema aumentando o disminuyendo la cantidad de dinero para suavizar las fluctuaciones del producto y el empleo en torno a sus niveles de equilibrio. Por eso que el único interés de los bancos centrales ha sido el control de la inflación, en la sospecha de que éste es un fenómeno estrictamente monetario, como señaló Milton Friedman . Los clásicos y neoclásicos coinciden en que la política monetaria debe ajustar la cantidad de dinero de tal manera de provocar la existencia de precios estables. Pero hay unos precios que escapan a la "estabilidad" y generan las burbujas que a seis años del estallido de la crisis vuelven a desatar el miedo en los mercados.

Esto no hace más que confirmar la dicotomía clásica en torno al rol del dinero y por qué los fenómenos reales no logran dar cuenta de los fenómenos monetarios de la economía. Son dos mundos que nunca se cruzan. Y aunque la tasa de interés real fue el mecanismo de unión entre la esfera monetaria y la esfera real, la manipulación en los tipos de interés, el que exista una economía fiduciaria en la que los bancos privados crean dinero de la nada y cobran intereses mucho mayores hace aún más complejo (y oscuro) los mecanismos de transmisión del dinero de la esfera monetaria a la esfera real. En rigor, hay que decir que la teoría económica ha sido incapaz de introducir a los mercados financieros en sus modelos de equilibrio general. Y este tema no puede seguir quedando pendiente si sólo los mercados de derivados financieros equivalen a más de diez veces la producción económica global. Asimismo, es también hora de terminar con la idea de que los bancos centrales solo deben ocuparse del control de precios. Fracasaron al no detectar a tiempo las burbujas especulativas y ahora fracasan con el hundimiento general de los precios que solo prolongará la larga agonía de esta crisis.

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