Ladrillos, fraude fiscal y blanqueo: caso clásico

Ya os adelanté mi intención de dedicar una serie de posts a casos clásicos, a formulas conocidas, de fraude fiscal, blanqueo o evasión de capitales. Mi intención es doble: por un lado que se diferencien claramente estas figuras a pesar de que puedan tener sus puntos de conexión, y por otro, que los menos versados en estas materias podáis entender lo que subyace detrás de algunas noticias que hacen alusión a estos temas pero sin profundizar. Se admiten sugerencias sobre modalidades concretas de las que hayáis oído hablar y sin embargo no acabéis de comprender su funcionamiento.

Remo se me ha adelantado con el uso del sistema fiscal de módulos como herramienta de blanqueo y/o de evasión fiscal. Volveré a este mundo de las empresas más adelante, pero prefiero empezar por algo más elemental, más cercano a nuestra mentalidad typical spanish. Me refiero al mundo del ladrillo, donde quien más quien menos tiene experiencias que contar, y en el que se encuentran dos universos muy distintos, defraudadores y blanqueadores, pero con intereses comunes.

Por un lado tenemos a los vendedores de inmuebles que buscan evadir a Hacienda parte de sus ganancias (ese 18% del IRPF que parece doler, por ejemplo). La manera de hacerlo, en un sistema fiscal como el nuestro, basado en la autoliquidación, es claro. Declarar que la venta se ha hecho por un importe inferior al realmente establecido. Donde han sido 300 mil euros decir en la escritura pública de compraventa que son 200 mil. El ahorro fiscal es evidente.

El problema es que esa cantidad no declarada debe pagarse de algún modo que no cante excesivamente ante Hacienda. Existiendo distintos sistemas, el más socorrido suele ser recurrir al dinero en metálico. Y aquí es donde llegan los blanqueadores, aquellos que lo que buscan es legalizar su dinero. Y para ello, como veremos, ya no es que no quieran pagar impuestos, es que les parece perfecto como marchamo de dinero A.

Así, los compradores de ese perfil, y que manejen importantes sumas de dinero en efectivo (ojo con el rescate de fuertes sumas de cuentas bancarias), llegaran a un acuerdo con los vendedores. Y efectivamente, escrituraran ese inmueble en 100.000 euros menos.

Detengámonos un momento. Los vendedores ya han conseguido su objetivo, cuentan con 100 mil euros en el bolsillo (otro problema, otra historia, es qué hacer con ellos). Los compradores se han adjudicado ese bien, y curiosamente también se han ahorrado impuestos (IVA o ITP/AJD), aunque no es esto lo que buscan, siendo posible además que sean objeto de una revisión fiscal por dichos conceptos. Pero, quedémonos con que tienen un bien que, fiscalmente, y ante Hacienda les ha costado 200 mil.

Acto seguido hacen importantes reformas en la casa, obviamente sin declarar todas ellas, o por un valor muy lejano de la realidad. Supongamos que el coste de dichas reformas (¿empresas de reformas en módulos?) asciende a los 60 mil euros, pagados billete sobre billete. Ya llevamos 160 mil euros. Si ponen el inmueble a la venta, y tras el paso del tiempo, y en un mercado ligeramente alcista le sacan 12 mil euros más, simplificando pagaran impuestos por unos 182 mil euros, cuando su beneficio ha sido muy inferior. Cierto, pero habrán logrado su objetivo, convertir su dinero B en dinero A, pagando una suma a Hacienda que, vía inmobiliaria, recupera parte de lo que no se declara por el carácter ilegal de los negocios generadores de fondos de los compradores.

Como veis, el ecosistema, la cadena trófica-fiscal, es sumamente interesante, y puedo explicarnos gran parte de las cosas que pasan en nuestro país. Y en otros muchos.

En El Blog Salmón | Cómo blanquear 450.000 euros sin despeinarse, Viviendo con dinero negro Imagen | Julikeishon

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