La iluminación navideña es un elemento esencial en la estrategia económica de muchas ciudades. Lo que antes era un adorno puntual ahora es una inversión millonaria destinada a atraer visitantes y estimular el consumo en uno de los periodos comerciales más intensos del año.
Si, la escala del gasto se ha multiplicado. Y todos los ayuntamientos quieren tener ciudades bien iluminadas como si de una competición se tratara. A costa, eso sí, del bolsillo del contribuyente.
El caso de Vigo es, a todas luces, el ejemplo más llamativo. Su alcalde ha situado a la ciudad como referente en la carrera navideña, impulsando contratos y despliegues lumínicos que han llevado la inversión municipal a cifras sin precedentes.
Vigo como imagen del despilfarro en iluminación navideña
El Ayuntamiento firmó un contrato de 9.500.000 € para 4 temporadas, lo que supone una media de 2.400.000 € al año solo para iluminación y elementos decorativos.
Este año, el gasto directo asciende a 2.400.000 €, con un coste per cápita de 8,3 € para sus 293.977 habitantes.
La estrategia incluye la instalación de casi 12.000.000 de luces LED repartidas en 460 calles, un despliegue que multiplica el impacto visual y aumenta la afluencia de visitantes.
Vigo se ha convertido en un destino navideño de alto rendimiento turístico. Durante la campaña 2024-2025 la ciudad registró picos de 6.300.000 personas al día, una cifra que multiplica por 22 su población.
Ese dato es la principal justificación municipal para mantener el nivel de inversión y para reforzar año tras año los elementos visuales y espectáculos asociados.
Millones de euros públicos en iluminación por toda España
La estrategia viguesa ha desencadenado una dinámica competitiva entre municipios que buscan su propio “efecto Navidad”.
Madrid cuenta con 4.300.000 € en iluminación navideña, Málaga ronda los 1.400.000 €, Badalona destina más de 1.700.000 € y Barcelona mantiene un contrato de 1.900.000 € que cubre más de 100 kilómetros de calles.
La escalada presupuestaria se ha convertido en un indicador más de la disputa entre alcaldes por captar atención y visitantes.
En Cádiz, la renovación del alumbrado para Navidad y otras festividades ascendió a 3.813.172 € en un contrato que triplicó el anterior. Ciudades medianas como Huelva, Palma o Sevilla también han elevado sus presupuestos de forma notable. El fenómeno se extiende y consolida, y cada año aparecen nuevas cifras que superan las anteriores.
La inversión, aseguran, se justifica por el impulso al comercio
Desde el punto de vista económico, los ayuntamientos defienden estas inversiones como una herramienta directa para impulsar el comercio y la hostelería durante el llamado “Golden Quarter”.
Según el Barómetro KPMG-2025, los consumidores españoles gastarán una media de 969 € entre Black Friday, Navidad y rebajas, concentrando más del 30 % de las ventas anuales de muchos comercios.
El alumbrado, según las corporaciones municipales, actúa como un imán para el consumo. El tránsito peatonal aumenta, se registran picos de ocupación hotelera y los bares y tiendas del centro amplían ingresos.
Vigo lo ejemplifica con datos de visitantes diarios que superan los millones, atribuyendo la afluencia directamente al montaje navideño.
Desigualdad en barrios y estimaciones difíciles de verificar
El modelo, sin embargo, presenta dudas. Las cifras de retorno económico no son homogéneas y en muchos casos dependen de estimaciones difíciles de verificar.
Además, la actividad comercial generada por el alumbrado se concentra en zonas céntricas, dejando fuera a barrios que no experimentan el mismo impacto. El beneficio no se distribuye por igual.
A ello se suman los interrogantes sobre la sostenibilidad de este incremento constante del gasto. En un contexto de presión presupuestaria, parte de la ciudadanía cuestiona si es adecuado destinar millones a iluminación mientras aumentan las demandas en vivienda, transporte o servicios básicos.
El prestigio navideño, convertido en arma política, alimenta una espiral en la que cada año se requiere más inversión para mantener el “nivel competitivo”.
La tendencia indica que esta carrera navideña continuará. La viralización en redes sociales, la cobertura mediática y la presión política incentivan a las ciudades a mantener espectáculos cada vez mayores. Espectáculos que pagamos todos.
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