El derroche autonómico que lo explica todo


Como ya comenté en otro artículo, a mi esto de los “hispanobonos” me da un poco de grima. A efectos prácticos no es más que coger un poco de deuda basura por aquí y unirla con otro poco de deuda más saneada por allá. Y así, todo mezclado y untado, tendremos una deuda autonómica global lista para salir a subasta y a la que sólo le falta que llegue Fitch y la califique como AAA.

No nos damos cuenta de que el uso que se le da al dinero público comienza a ser dramático. Yo no se por qué pero siempre me he imaginado a un alcalde como el cortijero que llega a su cortijo y empieza a hacer y deshacer a su antojo. Con la diferencia, claro está, de que el dinero que maneja no es suyo. Y cuando algo no es tuyo, no nos engañemos, duele menos.

Y en medio de todo este follón están las comunidades autónomas, entes que han hecho lo que les ha dado la gana los últimos años. El derroche ha sido horrible y ahora, con el grifo de la financiación seco, llegan los problemas. Que si no podemos pagar a proveedores, que si la sanidad es insostenible, que si nadie nos sale muy caro emitir deuda y un largo etcétera. Sin embargo, el derroche queda impune y los derrochadores se van de rositas.

Como somos tan olvidadizos y para evitar volver a tropezar en la misma piedra, Sandra Mir y Gabriel Cruz han dejado constancia de esta orgía autonómica de dinero público en un libro titulado La casta autonómica. Su obra, impregnada en un lenguaje de sutil ironía, nos deja para el recuerdo perlas como las siguientes:

  • El aeropuerto sin aviones de Castellón, el epicentro del derroche. Con una inversión de 111 millones de euros y un gasto de 500.000 euros por tres años en halcones para ahuyentar aves que nunca podrán molestar a los aviones porque estos no vuelan. El capricho de Fabra cuesta además 35 millones de euros sólo en mantenimiento.
  • En 2002 se construyó en O Porriño (Pontevedra) un complejo faraónico para observar las aves en As Gándaras. Costó 420.000 euros y nunca llegó a inagurarse porque el Ayuntamiento aseguraba que no podía mantenerlo. En Figueres encontramos otro ejemplo, una cárcel que costó a la Generalitat 110 millones y que tampoco llegó a inagurarse porque no pueden mantenerla.
  • En 2011 se aprobó la creación y docación del Centro de Interpretación de las Caras de Bélmez. El coste de la obra superó los 750.000 euros, de los cuales el Ayuntamiento pagó un 5%, la Diputación un 25% y el resto la UE.
  • Una parte importante de los 8.000 millones de euros del proyecto estrella de Zapatero para salir de la crisis, el Plan E, se utilizaron en reparar farolas y adoquines, levantar una Puerta de Brandemburgo en Torrejón, cambiar el color de los carriles bici de Valencia o mover 50 metros la estatua de Colón por 4 millones.
  • La presidencia del Gobierno no es el cargo que mejor cotiza en política. En España hay numerosos alcaldes que superan el sueldo de 78.000 euros del presidente. En Teror, municipio canario de 13.000 habitantes, su alcalde cobra 73,542 euros y el Ayuntamiento debe 9 millones de euros.

Y esto no son más que pinceladas de la tremenda magnitud del problema. Los ejemplos de derroche autonómico se suceden a lo largo y ancho del país. La descentralización del Estado ha despertado la picaresca de una clase política que no otorga al dinero el valor que le corresponde. Y ante esta situación os pregunto: ¿en serio creéis que abrir de nuevo el grifo de la financiación a las comunidades con los “hispanobonos” es la solución?

Vía | Expansión
En El Blog Salmón | De los creadores de los bonos patrióticos, con ustedes los “hispanobobos”
Imagen | Images of money

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