El debate sobre los salarios en España no es nuevo, pero los datos lo convierten en una evidencia difícil de ignorar. A pesar de los cambios económicos y políticos vividos desde los años 90, el salario medio real en España apenas ha variado.
Aunque el importe nominal haya crecido, una vez ajustado por inflación, el poder adquisitivo se ha mantenido prácticamente plano durante tres décadas.
Este fenómeno no es solo una percepción generalizada entre trabajadores. Las cifras confirman que, entre 1993 y 2023, el salario medio real apenas ha aumentado un 3,6%.
Un crecimiento mínimo en comparación con otras economías europeas que, en el mismo periodo, han experimentado avances mucho más significativos. La gráfica que lo representa no deja lugar a dudas: subidas, bajadas y oscilaciones que, al final, dejan el punto de partida casi igual que el de llegada.
Un crecimiento plano en tres décadas
Según los datos de la OCDE, el salario medio real en España era de 29.588 euros en 1993. Treinta años después, en 2023, esa cifra ha alcanzado los 30.654 euros. El incremento neto en ese periodo ha sido de apenas 1.066 euros, lo que representa una variación inferior al 4%. Esta evolución contrasta con la creencia de que los sueldos han mejorado de forma proporcional al desarrollo económico.
El gráfico anterior muestra una evolución irregular: una primera etapa de crecimiento lento durante los 90, una caída pronunciada en la primera década de los 2000, seguida de un fuerte repunte en torno a 2009 que no se mantuvo en el tiempo.
Desde entonces, la tendencia ha sido claramente errática, sin consolidación real de las mejoras salariales. Aunque en algunos años se registran picos positivos, estos son rápidamente contrarrestados por retrocesos.
La brecha con Europa se ensancha
La imagen de estancamiento se vuelve aún más preocupante cuando se compara con lo ocurrido en el resto de Europa. En otro gráfico, que presenta la evolución del salario medio real en los países de la UE-15 entre 1995 y 2023, España aparece como una de las economías con peor desempeño.
Mientras países como Irlanda (+72%), Suecia (+57%) o Luxemburgo (+41%) han experimentado notables avances, España apenas ha mejorado un 6% en el caso de empleados a tiempo completo y un 3% si se consideran todos los trabajadores. Solo Italia muestra cifras similares, con una mejora del 3% y, en el caso de empleados totales, incluso un retroceso del 2%.
Estos datos evidencian que la brecha salarial entre España y sus socios europeos no solo persiste, sino que se amplía. Incluso economías que han enfrentado profundas crisis, como Portugal o Grecia, han logrado mejoras más significativas en sus sueldos reales que España.
Un problema estructural más que coyuntural
El comportamiento errático de los salarios en España no se puede atribuir únicamente a ciclos económicos o a crisis puntuales como la financiera de 2008 o la pandemia.
La estabilidad casi absoluta del salario medio real a lo largo de 30 años sugiere un fallo estructural en el modelo laboral y productivo del país.
La dependencia de sectores de bajo valor añadido, la temporalidad laboral, la elevada tasa de paro estructural y la baja inversión en innovación y productividad son factores que contribuyen a esta parálisis.
El crecimiento del empleo no siempre se ha traducido en empleos mejor remunerados, y la presión inflacionaria ha diluido cualquier avance nominal.
¿Qué implica esto para los trabajadores?
El estancamiento salarial real implica que, pese a trabajar más o en mejores condiciones contractuales, muchos ciudadanos españoles no han experimentado una mejora tangible en su poder adquisitivo.
Los incrementos de precios en vivienda, alimentación, energía y servicios han ido por delante del salario, obligando a muchas familias a ajustar su nivel de vida.
Esto repercute en el consumo, el ahorro y las decisiones de inversión personal. También alimenta la percepción de que el esfuerzo laboral no se traduce en progreso económico, una sensación que tiene consecuencias directas sobre el bienestar, la motivación y la cohesión social.
Una recuperación aparente… con bases inestables
Si bien los últimos años han mostrado ciertos repuntes en los gráficos, estos no han logrado romper la tendencia general. En particular, entre 2020 y 2023 se observa un nuevo intento de recuperación en el salario medio real, aunque sigue siendo insuficiente para compensar décadas de estancamiento.
El contexto postpandemia, las tensiones inflacionarias globales y la incertidumbre económica vuelven a poner a prueba la capacidad del mercado laboral para sostener sueldos reales competitivos.
Aun cuando el salario nominal crece, el impacto del coste de vida borra cualquier ganancia en términos reales.