Ir de vacaciones al extranjero cada vez más de moda: no es pijerío, los números salen

Javier Ruiz

Hasta hace poco, decir que te ibas de vacaciones a un destino exótico (Bali, Sri Lanka o incluso Albania) era sinónimo de un largo trayecto en avión y un bolsillo holgado. Hoy, sin embargo, el panorama ha cambiado. Cada vez más familias españolas optan por destinos fuera de nuestras fronteras, y no lo hacen por esnobismo ni para posturear, sino porque sale mucho más barato.

Los datos lo avalan: este verano (y también el pasado ya), viajar a las Baleares o a las Islas Canarias sale más caro que irse a conocer una capital europea o de viaje hacia un destino caribeño. Por ello, el turismo emisor (españoles que viajan al extranjero) crecerá un 12,1 %, mientras que el turismo nacional se ha estancado.

El turismo nacional, más caro que nunca

No se trata de una moda pasajera, sino de una tendencia respaldada por los precios. Y es que el coste de las vacaciones en España ha alcanzado cifras récord. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el precio del alojamiento turístico ha subido más de un 26 % respecto a 2023, mientras que el gasto en vuelos nacionales se ha incrementado un 63 % en el mismo periodo.

Estos aumentos no van acompañados de una mejora proporcional en los salarios, lo que deja a muchas familias fuera del mercado de ocio local en temporada alta.

A todo ello, se suma la concentración de la demandaen pocas semanas, la presión del turismo extranjero en zonas costeras y la escasa disponibilidad de alternativas asequibles. Un cóctel que da como resultado que viajar por España puede ser tan o más costoso que cruzar medio planeta.

Nuevos “chollos” turísticos

Los nuevos “chollos” turísticos en Bali, Dubrovnik o Rumanía así lo dejan claro. En agosto, una semana en Mallorca —con vuelos desde la península y alojamiento en hotel de dos estrellas— puede superar fácilmente los 1.200 euros por persona.

Por el contrario, puedes encontrar paquetes organizados por turoperadores a Bali desde Madrid o Barcelona, con vuelo de ida y vuelta, traslados y seis noches en hotel desde los 1.100 euros. A todo ello, una vez allí, los costes diarios, como la comida o el transporte son más bajos también.

Según recoge El HuffPost, pasar una semana en la costa gaditana en pleno verano puede costar unos 900 euros en alojamiento básico, mientras que en Dubrovnik (Croacia) se pueden encontrar estancias de características similares por poco más de 600 euros. Si se suman los vuelos, la diferencia global entre ambos destinos apenas alcanza los 100 euros, a favor de Croacia.

El turismo más natural tampoco escapa a esta lógica.Escaparte al Pirineo aragonés en julio o agosto —con alojamiento rural, transporte y comidas— puede superar con facilidad los 700-800 euros por pareja, mientras que viajar a Georgia, Albania o Bulgaria, que también ofrece actividades de montaña y senderismo, queda muy por debajo de la media española, con vuelos desde España por menos de 150 euros en temporada media.

¿Por qué sale más barato irse lejos?

La lógica económica detrás de este fenómeno responde a varios factores que se retroalimentan. Por un lado, el tipo de cambio favorableen países como Indonesia, Tailandia, Marruecos o Rumanía permite que el euro rinda mucho más una vez en destino.

A todo ello, se suma el coste de vida local,significativamente más bajo que en las zonas turísticas españolas: una comida en un restaurante puede costar entre 3 y 6 euros en muchas capitales asiáticas, frente a los 15 o 20 euros habituales en la costa mediterránea.

Además, la proliferación de rutas aéreas de bajo coste,así como los paquetes turísticos con vuelos y hotel integrados, ha contribuido a hacer más accesibles viajes internacionales que antes eran impensables para una familia media.

En este sentido, en España, los precios del alojamiento turístico han seguido subiendo debido a la alta demanda, la inflaciónacumulada y el auge del alquiler vacacional, lo que reduce aún más la competitividad del turismo interno en términos de precio.

Más allá del aspecto económico, este fenómeno también plantea otras implicaciones: desde la huella ambiental asociada a los vuelos de larga distancia hasta el debate sobre el acceso a los territorios nacionales por parte de las familias que trabajan y residen en España, y que empieza a ser imposible en temporada media y alta.

Una decisión racional, no elitista

Durante años, viajar lejos se ha asociado a cierto estatus económico. No obstante, esa imagen ya no se ajusta a la realidad. Hoy, muchas familias de clase media que han hecho sus cuentas optan por destinos internacionales no por capricho, sino por pura lógica.

Las propias agencias de viaje y asociaciones de consumidores (como la OCU) apuntan a que buscar destinos fuera de España es, cada vez más, una opción para quienes necesitan ajustar presupuesto. En un contexto donde el alojamiento nacional se ha disparado y la restauración local sigue encareciéndose, los viajes internacionales aparecen como una alternativa con mejor relación calidad-precio.

En conclusión, la combinación de precios elevados en el turismo nacional y la expansión de destinos internacionales asequibles ha provocado un cambio de comportamiento entre los viajeros españoles.

Según datos del sector, el turismo emisor crecerá este verano un 12 %, mientras que el interno podría incluso retroceder. Aquello que antes era una opción exclusiva, se consolida como la alternativa real (y realista) para millones de familias. Irse lejos ya no es una excentricidad, sino una respuesta lógica ante un mapa de precios cada vez más globalizado.

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