La patata caliente de Twitter

Hace ya unos cuantos años había un popular programa en la televisión pública española sobre juegos populares en el que unos pueblos competían los unos contra los otros. Una de las pruebas era ‘La patata caliente’, que consistía en ir pasándose una patata entre los dos alcaldes contricantes, según las respuestas que iban acertando. El objetivo era quitarse cuanto antes la dichosa patata de encima, pues según se iba calentando, iba creciendo y acababa explotando. Y si te explotaba en la mano, perdías.

Algo similar –salvando mucho las distancias- está ocurriendo con la red social Twitter. Los resultados del segundo trimestre del año han vuelto a poner de manifiesto que el negocio no arranca, y la empresa está empezando a convertirse en una patata caliente que nadie se quiere quedar.

Las cuentas que ha ido presentando a lo largo de este ejercicio demuestran que la red social está estancada. Los últimas sorprendieron por la mejora de los ingresos -502 millones de dólares frente a los 486 que esperaba el mercado-, pero los inversores se atragantaron con la evolución de los usuarios, los cuales crecieron apenas en ocho millones en comparación con el primer trimestre -316 millones de usuarios activos hasta junio frente a los 308 millones que había en abril-.

Esto provocó que la cotización se desplomara más de un 12% al día siguiente, pues esa cifra de usuarios revela que Twitter tiene un grave problema para atraer a más gente. Mientras que su rival Facebook crece a la velocidad de la luz, el pájaro azul se las ve y se las desea para fichar nuevo público. ¿Y cuál es la consecuencia? Pues que cuesta más hacer dinero, porque a los anunciantes no les interesa estar en un medio en el que “no hay nadie” (en comparación con la red de Zuckerberg).

A esto hay que sumarle una directiva interina que está remando como puede a la espera de encontrar al hombre indicado para guiar los designios de la red social de microblogging.

Dorsey no quiere (ni debe) comerse el entuerto

Dick Costolo tiró la toalla el pasado mes de junio. El consejero delegado que había pilotado el vuelo del pájaro por Wall Street se retiraba ante la presión que se respira en la cúpula de la empresa. Los directivos no saben cómo enfocar el negocio para que sea rentable y la paciencia está empezando a agotarse.

Se esperaba que el creativo Dick diese con la fórmula mágica, pero ha acabado abandonando ante la incapacidad de hacer crecer más y más rápido a la red social. Jack Dorsey, uno de los fundadores y niño prodigio de Silicon Valey, ha vuelto a tomar las riendas “de manera temporal”, a sabiendas de que es un puesto que acaba pasando factura y que la solución para Twitter no es nada fácil.

Y es que frenar las pérdidas que acumula la compañía y convertirlas en beneficios no es una tarea sencilla. El modelo de red social de Twitter impide insertar la publicidad de la misma manera que se hace en Facebook, por ejemplo, donde está mucho más personalizada y segmentada.

En este último mes están empezando a crecer los tweets patrocinados, que ya podemos encontrar insertados en los muros de los usuarios. También están las tendencias y cuentas patrocinadas, pero aparte de eso, poco más. Y es que meter publicidad en esta red social es harto complicado, porque su valor reside precisamente en el diálogo que fomenta entre todos los usuarios y la oportunidad profesional que representa para muchas personas y empresas.

Si a Twitter le quitas eso y lo sustituyes por publicidad, pierde su razón de ser. Por lo tanto, no es difícil entender la situación que se vive en el cuartel general de la firma, pues deben estar devanándose los sesos para, primero, atraer a un mayor número de usuarios (no sé hace cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que escuché a alguien decir que se ha abierto una cuenta en Twitter; ahora lo hacen en Instagram) y segundo, para hacer el negocio rentable.

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