La otra cara de los salarios en España: dos millones de personas apenas cobran 1.000 euros brutos y los jóvenes no paran de perder poder adquisitivo

Sergio Delgado

¿España va como un cohete? Para unos sí, pero no para un grueso de la población que aún con un puesto de trabajo no consigue cubrir todos los gastos necesarios del día a día.

Y es que, mientras unos salarios han aumentado a cifras nada desdeñables. Una parte significativa de los trabajadores continúa atrapada en niveles retributivos muy bajos y que dificultan el acceso a una vida económica estable.

En este contexto, la situación de los jóvenes se agrava. Aunque son el grupo sobre el que más se habla cuando se analizan los retos del mercado laboral, los datos muestran que siguen perdiendo poder adquisitivo pese a la mejora del salario medio nacional.

Todo suma. El encarecimiento de la vivienda, la inflación acumulada y la temporalidad están impidiendo que puedan beneficiarse del crecimiento salarial generalizado.

Un salario medio al alza, pero con desigualdades profundas

Según la información publicada por el Instituto Nacional de Estadística a partir de la Encuesta de Población Activa, el salario bruto medio del empleo principal alcanzó en 2024 los 2.385,6 euros mensuales.

Esta cifra representa un aumento del 5% respecto al año anterior, un porcentaje notablemente superior al ritmo medio de la última década. Sin embargo, el avance supone una ligera desaceleración si se compara con el aumento registrado en 2023, cuando se produjo la mayor subida desde 2008.

El importe medio refleja únicamente el resultado global, pero oculta una realidad de grandes diferencias. Cerca de dos millones de personas cobran alrededor de 1.000 euros brutos, situándose en la franja inferior de la estructura salarial.

Este segmento se compone, sobre todo, de trabajadores jóvenes, mujeres, empleados con contratos temporales y personas con menor nivel formativo. Para ellos, la evolución del salario medio apenas se traduce en mejoras materiales.

El perfil del trabajador con sueldo más elevado

Al desglosar los datos por características demográficas y laborales emerge un patrón muy marcado. El salario más alto se concentra en hombres mayores de 55 años que cuentan con estudios superiores, un contrato indefinido y jornada completa.

Este perfil reúne los factores que tradicionalmente elevan la renta laboral: estabilidad, antigüedad, especialización y una mayor presencia en posiciones de responsabilidad.

Las diferencias por género continúan siendo especialmente visibles. El salario medio de las mujeres en 2024 fue de 2.163,2 euros mensuales, mientras que el de los hombres alcanzó los 2.593 euros.

La brecha, de aproximadamente 430 euros al mes, se explica no solo por la segmentación en el acceso a ciertos sectores y puestos, sino también por la mayor concentración femenina en trabajos con menos retribución y en modalidades que no siempre ofrecen progresión salarial.

Los extremos de la distribución muestran con claridad esta desigualdad. Un tercio de los hombres percibe salarios iguales o superiores a 2.659,8 euros, mientras que solo una de cada cuatro mujeres se sitúa en ese tramo. En el lado opuesto, casi un 40% de ellas ingresa menos de 1.582 euros mensuales, frente al 20,7% de los hombres.

Jóvenes con salarios estancados y pérdida de capacidad económica

La subida del salario medio no ha beneficiado por igual a todos los grupos de edad. Los trabajadores de entre 16 y 34 años no solo mantienen las retribuciones más bajas del mercado, sino que además han perdido poder adquisitivo en los últimos años.

La inflación acumulada desde 2021 ha reducido su margen económico, mientras que los salarios que reciben no han crecido a un ritmo suficiente.

Este problema se ve amplificado por dos factores estructurales. El primero es la dificultad para acceder a empleos estables: la temporalidad y los contratos de corta duración siguen siendo más frecuentes entre los jóvenes, lo que repercute en peores condiciones económicas.

El segundo es el encarecimiento del coste de vida, especialmente de la vivienda. En la mayoría de grandes ciudades, un salario cercano a los 1.000 euros brutos apenas permite cubrir alquileres que han superado máximos históricos.

Una brecha generacional que se ensancha

Mientras los perfiles con mayor antigüedad y formación pueden beneficiarse de la subida global del salario medio, las nuevas generaciones no encuentran oportunidades que permitan un avance real en sus niveles de ingresos.

Los datos muestran un mercado laboral dividido. La polarización salarial continúa siendo uno de los principales desafíos para España, dado que el crecimiento del salario medio no refleja la situación de millones de trabajadores que no acceden a los beneficios del ciclo económico.

Una situación que también afecta al consumo, al ahorro y a la capacidad de movilidad social de una parte significativa de la población.

Imágenes | Pixabay, Pixabay

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