Cataluña despierta el separatismo de las regiones ricas de Europa: Véneto y Lombardía piden autonomía fiscal

El proceso independentista de Cataluña no es el único movimiento europeo que aspira a la separación de una región rica del resto del país. Si bien no han llegado a desafiar abiertamente al poder central, los movimientos nacionalistas de Flandes y el norte de Italia tienen una motivación similar al caso catalán: sus promotores aseguran que al ser regiones más prósperas y productivas que el resto de Bélgica o Italia, independizarse les resultaría beneficioso.

Pese a que las calamitosas negociaciones del Brexit o la fuga de empresas de Cataluña ponen en duda las premisas separatistas, el "nacionalismo económico" sigue teniendo tirón: el pasado domingo los habitantes de las ricas regiones nitalianas de Véneto y Lombardía aprobaron pedir más autonomía a Roma y administrar sus propios impuestos (con una rotunda victoria pero una modesta participación).

Las diferencias económicas entre el norte y el sur de Italia son obvias. Véneto y Lombardía, impulsadas por sus capitales Venecia y Milán, están al nivel de las potencias del norte de Europa, mientras que las regiones del sur están a un nivel equiparable al de Grecia o Portugal. Pero ¿es posible la autonomía que piden? ¿cuáles serían sus consecuencias?

'No somos Cataluña': autonomía sí, pero sin salir de Italia

Con el fallido referéndum catalán en todos los medios, es tentador buscar paralelismos entre ambos casos. Pero tras las claras declaraciones contra el separatismo de su compatriota Antonio Tajani, los convocantes del referéndum italiano marcan distancias. El presidente lombardo, Roberto Maroni, niega la similitud entre ambos casos.

No somos Cataluña. Permanecemos en la nación italiana con más autonomía, mientras que Cataluña quiere convertirse en el 29º estado de la Unión. Nosotros no. De momento.

Roberto Maroni, presidente de Lombardía

El objetivo oficial del referéndum, según las papeletas de votación, era pedir al estado "nuevas formas y condiciones de autonomía". Según la legislación italiana este tipo de consulta está permitida, pero no es vinculante ni necesaria (las regiones pueden negociar con Roma un estatus de autonomía sin necesidad de referéndum)

Eso no implica que no exista un fuerte movimiento independentista en el norte de Italia. Según una reciente encuesta, el Véneto es la única región europea donde el apoyo a la independencia es superior al de Cataluña (56% frente a 44%). En 2014, los venecianos participaron en un referéndum de independencia no oficial donde (de acuerdo a la organización) más de la mitad del censo votó por restaurar la histórica República de Venecia y abandonar Italia.

La principal motivación: autonomía fiscal

La principal queja de los nacionalistas vénetos y lombardos resultará familiar a quienes vengan siguiendo el proceso catalán: Véneto y Lombardía pagan a Roma más de lo que reciben. Ambas regiones contribuyen al PIB nacional en una proporción superior a su población y tienen una renta per cápita notablemente por encima de la media italiana (especialmente Lombardía, gracias al peso de Milán).

Los líderes nacionalistas aspiran a conseguir competencias en las materias transferibles reconocidas por la Constitución italiana; que incluyen comercio exterior, aeropuertos o banca regional entre otras. Pero, ante todo, anhelan administrar el 90% de los impuestos recaudados en sus regiones.

Este modelo tiene precedentes en Italia: la región germanoparlante de Südtirol, con un estatuto especial de autonomía, ya administra el 90% de los impuestos que recauda. El impacto para las arcas estatales sería importante, dado que el superávit fiscal combinado de Lombardía y Véneto respecto al resto de Italia se calcula en más de 70.000 millones de euros.

El estado italiano aún tiene la última palabra

Las consecuencias inmediatas del referéndum son muy limitadas. Aparte de suponer un espaldarazo político a los presidentes de Véneto y Lombardía (Luca Zaia y Roberto Maroni, ambos de la Liga Norte), apenas habrá efectos prácticos por el momento. Los gobiernos regionales involucrados podrán comenzar a negociar más autonomía con el gobierno de Roma, aunque para eso no es obligatoria la aprobación mediante referéndum (por ejemplo, la región de Emilia-Romaña ya está en negociaciones, sin votación mediante).

El primer paso para la consecución de autonomía será un acuerdo entre el gobierno central italiano y los gobiernos regionales. Pero este acuerdo debe ser ratificado por el Parlamento. Teniendo en cuenta que actualmente la mayoría parlamentaria italiana de centroizquierdas se opone a la Liga Norte, no parece una tarea fácil. El porcentaje de impuestos bajo control regional, principal caballo de batalla, también deberá ser negociado con Roma.

Si el proceso culmina con éxito, Lombardía y Véneto pasarían de ser regiones ordinarias (con competencias limitadas y control de en torno al 20% de los impuestos recaudados) a regiones autónomas. La Constitución de 1948 reservó dicho estatus a Cerdeña, Sicilia, Friuli, el Valle de Aosta y Trentino/Südtirol, aunque posteriores reformas constitucionales permite su aplicación a las demás regiones.

El referéndum puede suponer una reactivación de las tensiones territoriales en Italia, un estado joven y diverso, y quizá sea el primer paso para un proceso independentista como el de Cataluña. Sin embargo, sólo son hipótesis. De momento, Véneto y Lombardía permanecen en Italia sin novedades, y aún quedan largas negociaciones con Roma para conseguir autonomía fiscal.

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