Estadísticamente, te corresponden entre un 1% y un 20% de psicópatas por cada oficina o centro de trabajo

Aunque no son como los malos de las películas, en nuestro trabajo puede haber más psicópatas de los que creemos. Por eso, hoy vamos a ver los sorprendentes datos sobre el tema, cómo reconocer a esos psicópatas y cómo lidiar con ellos.

Porque aunque no lo solemos tener en cuenta, pueden ser un problema importante.

Cruzarse con uno puede descarrilar nuestra carrera profesional. Eso ocurre, como vamos a ver, porque el mayor porcentaje de psicópatas lo encontraremos en CEOs y puestos de responsabilidad.

Es decir, en nuestros jefes.

Cuántos psicópatas te encontrarás durante tu carrera laboral

La primera pregunta es clara, ¿cuántas personas, en general, cumplen los criterios de psicopatía?

Aunque es difícil de estimar, en 1994, R.D. Hare (uno de los mayores expertos modernos en el tema) calculó que alrededor de un 1,2% de personas podrían ser consideradas psicópatas.

Que alguno dirá que le parece un número pequeño, al menos si echamos un vistazo a cómo está el mundo. Pero es importante distinguir entre psicópatas y personas que, simplemente, son insufribles por otros motivos.

Por eso, un poco más adelante veremos cómo distinguir a un psicópata en el trabajo, pero de momento ya sabemos que alrededor de 1 de cada 100 personas que nos encontremos es una psicópata.

Si extrapolamos al mundo laboral, eso implicaría que se distribuye de manera similar y poco más del 1% de compañeros de trabajo lo serían.

Pero no es así, la prevalencia de psicópatas puede ser mayor, ¿por qué?

Porque como esta clase de personalidad está atraída por el poder, y tiende a acapararlo por cualquier medio, nos encontramos con un problema.

Cuando subimos en la cadena de mando empresarial, ese ratio también sube. Y bastante.

El porcentaje se eleva cuando hablamos de jefes psicópatas

Todos hemos leído alguna noticia sobre estudios que alegan que el porcentaje de psicópatas es mayor en cargos políticos y empresariales. ¿Es así?

Al parecer sí, pero los datos no se ponen de acuerdo a la hora de cuantificar cuál es la prevalencia en ese contexto.

Robert Hare siguió estudiando el tema y se hizo famoso por la frase:

"No todos los psicópatas están en prisión, algunos están en los consejos de administración".

Y es que, en uno de sus estudios posteriores de 2010, cuantificó que habría hasta el triple de psicópatas en puestos de poder en empresas, lo que implicaría más de un 3%.

Pero, al parecer, esos datos se quedan cortos.

Algunos estudios, complicados de trazar, han hablado de casi el 6%, pero eso palidece ante otros números sobre el tema.

Estos alegan que el porcentaje de psicópatas en puestos de responsabilidad dentro de una empresa está entre el 3% y el 21%.

Como curiosidad, ese porcentaje más elevado se encontró dentro del sector de gestión de la cadena de suministro de actividades industriales. Allí, 1 de cada 5 jefes presentaba rasgos suficientes como para diagnosticar psicopatía.

Teniendo en cuenta que se considera que la incidencia entre reclusos de una cárcel (el lugar donde hay más psicópatas por razones obvias) está alrededor del 20%, parece que algunas empresas serían equivalentes a una prisión en este sentido.

Ahora, es importante no confundir a los psicópatas con otros tipos de personalidad problemática y, sobre todo, con esos asesinos en serie de las películas. Aunque los psicópatas tienden a incurrir en actos delictivos con mayor frecuencia, no se suele tratar de crímenes violentos muchas veces.

De hecho, los psicópatas en la empresa suelen cometer delitos de «cuello blanco». Así, se parecerían más a los Bernie Madoff de la vida, con sus chiringuitos piramidales, que a Jack El Destripador.

Por todo esto, y dado lo probable que es encontrarnos a un psicópata como jefe, es importante saber identificarlos.

Cómo reconocer a un psicópata en el trabajo

Probablemente, no hará falta ser Sherlock Holmes ni estar atento a detalles. Si tenemos la mala suerte de que nos toque cerca uno de estos tipos, nos quedará bastante claro, sin necesidad de fijarnos en sutilezas.

La psicología suele usar los llamados criterios de Cleckley para diagnosticar el trastorno. Hay hasta 16, pero los más reconocibles en un ambiente laboral son:

  • La falta de emocionalidad. Este es también el gran criterio, según Hare y sus investigaciones durante los 80 en cárceles. Tienen falta de empatía, son insensibles e indiferentes a los sentimientos de los demás y, en general, casi nada les afecta. De hecho, muy pocas veces se ponen nerviosos.
  • Son egocéntricos hasta lo patológico y su único fin es ellos mismos, consiguiendo poder y haciéndolo notar.
  • Suelen tener un encanto externo y bastante inteligencia. Manipulan sin pudor y, en general, tienen ese carisma de las serpientes que hipnotizan a la presa antes de atacar.
  • Son falsos y mentirosos, haciendo lo que sea por salvar su pellejo.
  • No tienen ningún remordimiento o vergüenza por sus actos.
  • Muestran conducta antisocial sin que haya motivo alguno para ella.
  • Son inestables y poco formales.
  • No aprenden de la experiencia y, en general, sus relaciones emocionales e interpersonales son pobres e insensibles.

Además de esas, hay otras características más complicadas de percibir si no hay una relación más cercana, como vidas sexuales impersonales sin afecto, comportamientos fanáticos, amenazas de suicidio para chantajear que nunca cumplen...

La cuestión es que, aunque quizá todos conocemos a alguien que encaja un poco en esto, o presenta alguna cualidad de las descritas, esa persona no es necesariamente una psicópata.

Esas características se presentan en grupo y de manera habitual, siendo relativamente extremas. Es decir, que son constantes y a un volumen mucho más elevado del que todos mostramos alguna vez cuando se nos cruzan los cables.

¿Y qué podemos hacer si nos tropezamos con uno de estos psicópatas en el trabajo? Porque nos pueden amargar la vida y destruir la carrera profesional, especialmente, si los enfrentamos.

Cómo lidiar con psicópatas en el trabajo

Si hemos localizado a un psicópata, lo mejor es alejarse de él cuanto antes. Así de sencillo. El motivo es claro, estos tipos de personalidad, por definición, nunca van a cambiar.

Más que nada, porque como no hay arrepentimiento, no consideran que hayan hecho nada «malo», así que no tienen por qué variar su comportamiento.

De hecho, un verdadero psicópata solo dirá que va a cambiar como táctica de manipulación.

Por eso, estar cerca de uno es jugar a la lotería de que, tarde o temprano, nos ponga en el punto de mira. Sin embargo, entiendo que ese cambio de trabajo no es factible para muchos, a menos, a corto y medio plazo.

¿Qué podemos hacer entonces?

Si la evitación, que deberíamos intentar todo lo que podamos, no es posible en algún momento, la manera de lidiar con psicópatas (y con narcisistas, que no son lo mismo, pero presentan características comunes) es lo que se llama gray rocking.

Esta es una expresión que conecta con su significado en inglés e implica convertirnos en una roca gris, es decir, en el elemento más aburrido y poco interesante que podamos.

Esto implica dar las mínimas respuestas posibles y que estas sean lo más tediosas que se nos ocurran.

Si, por ejemplo, el psicópata está a punto de poner verde a alguien para hundirlo y nos pregunta opinión o nos hace partícipes, nosotros recurrimos a que no sabemos bien, no conocemos a la persona en cuestión...

En general, tenemos que aburrir al psicópata. Si habla de salir por ahí y liarla, nosotros es que no hacemos eso, nos tomamos un Cola-Cao y a la cama, coleccionamos sellos, no vemos la serie de la que nos habla, no somos seguidores de fútbol, no hemos oído la noticia que comenta, no votamos en las elecciones, ni estamos al tanto del rumor en la oficina.

Es decir, que nos hacemos los tontos, pero tontos, tontos, además de que aburrimos con nuestro tono monocorde.

De esa manera, el psicópata no puede extraer mucho jugo (somos una piedra gris, que no se nos olvide), se cansa al no conseguir energía emocional ni conflicto (lo que desea y en lo que es experto) y, probablemente, buscará otra víctima.

Del mismo modo, siendo una piedra gris no pareceremos un peligro para él, con lo que no nos eliminará preventivamente al sentirse amenazado.

Y mientras hacemos eso, planificamos por detrás para irnos a otro trabajo cuanto antes.

En lo que no debemos caer nunca es en responder al fuego con fuego, manipular al psicópata, etc. Porque ya sabes el proverbio, si peleas en el barro con un cerdo, él es experto y, además, lo disfruta.

E incluso si sales victorioso, los psicópatas son vengativos, así que, si te enfrentas (que ocurrirá), no pactes, no llegues a compromisos, acaba completamente con él sin misericordia.

Porque si te apiadas, tarde o temprano él acabará contigo.

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