Los graduados en Informática tienen más probabilidades de acabar en McDonald's que en Microsoft. Adiós al sueño de los trabajos técnicos con sueldos de 6 cifras

Javier Ruiz

Durante décadas, estudiar informática en Estados Unidos fue sinónimo de tener la vida resuelta. Con salarios iniciales por encima de los 100.000 dólares y la promesa de carreras meteóricas en gigantes como Amazon, Microsoft o Google, miles de jóvenes se lanzaron a las facultades convencidos de que estaban obteniendo  el pasaporte más seguro hacia el éxito profesional.

Hoy, esa promesa se tambalea. Y lo hace en el peor momento, cuando empieza a trabajar una generación que duplicó el número de matrículas en Informática frente a la década anterior. Según los últimos datos y testimonios, la paradoja está servida: muchos recién graduados tienen más probabilidades de acabar con un empleo en McDonalds que en una gran tecnológica.

Mercado saturado

El atractivo de la informática disparó las matrículas: en 2024, había más de 170.000 estudiantes en carreras relacionadas con ciencias de la computación en EE. UU., el doble que diez años atrás.

Hasta no hace mucho, esa ola de graduados fue absorbida sin problema por la industria, donde los perfiles junior tenían posibilidades de acceder a un ecosistema en crecimiento constante.

Sin embargo, la combinación de despidos masivos en las grandes tecnológicas y la evolución de las herramientas de inteligencia artificial capaces de generar código en segundos ha reducido de manera drástica la demanda de programadores junior.

Las cifras del desencanto

El contraste con otras disciplinas es llamativo. Según datos de la Reserva Federal de Nueva York:

  • El desempleo entre graduados en ciencias de la computación es del 6,1 %.
  • En ingeniería informática sube hasta el 7,5 %.
  • Carreras como biología o historia del arte tienen tasas cercanas al 3 %.

Es decir, un ingeniero informático recién titulado en EE.UU. tiene hoy más del doble de probabilidades de estar en paro que un graduado en humanidades.

Por supuesto, esta comparación simple omite en qué está trabajando mayoritariamente el perfil de graduado en humanidades, pero sí permite mostrar la dificultad de acceso y de retorno de la inversión que tienen los estudiantes de ciencias de la computación.

Las estadísticas cobran fuerza cuando se cruzan con historias personales. The New York Times recogía dos casos esta misma semana: Manasi Mishra, graduada en informática, quien asegura que tras enviar decenas de solicitudes, la única empresa que le respondió fue Chipotle, una cadena de comida rápida. “Ni siquiera McDonald’s me ofreció una entrevista”, comentaba a la prensa con ironía.

No es muy distinto al caso de Zach Taylor, titulado en 2023, quien afirma haber enviado más de 5.700 candidaturas para conseguir 13 entrevistas y ninguna oferta sobre la mesa. Ambos testimonios muestran un escenario complejo, donde los graduados ya no compiten con otros estudiantes, sino también con los algoritmos, y por partida doble: tanto por la pérdida de empleos de partida como por el filtro de currículos a través de inteligencias artificiales.

El sueño roto de Silicon Valley

A todo lo anterior se suman procesos de selección más impersonales que nunca. Muchos candidatos de las tecnológicas reciben rechazos automáticos en cuestión de segundos. Las empresas filtran a través de sistemas de IA que, en la práctica, descartan miles de currículums sin que nadie los lea.

Para tener opciones, los expertos señalan que los nuevos graduados necesitan algo más que conocimientos técnicos básicos: habilidades interpersonales, capacidad creativa y, sobre todo, certificaciones en el manejo de la propia inteligencia artificial.

Sin embargo, la automatización de candidaturas también puede ser visto como algo negativo: los sistemas de selección (desde escáneres de currículums hasta entrevistas realizadas por IA) filtran automáticamente candidaturas sin intervención humana, dejando fuera a muchos jóvenes altamente preparados antes de que su perfil llegue siquiera a un reclutador.

Según un informe de Business Insider basado en Harvard Business School y Accenture, estos procesos automáticos impiden que hasta 27 millones de personas consideradas trabajadoras calificadas encuentren empleo: a grandes rasgos, porque sus currículums no cumplen criterios rígidos o no están optimizados para algoritmos determinados.

En pocas palabras, el contraste es brutal. Aquello que hace unos años se vendía como un camino directo a sueldos de seis cifras, hoy es una senda plagada de incertidumbre. Las últimas generaciones de graduados en informática están siendo las primeras en comprobar cómo la inteligencia artificial no solo transforma el sector, sino que cierra puertas antes incluso de poder abrirlas.

El balance es duro, pero todo apunta a que el futuro prometido en Silicon Valley se ha desvanecido para muchos jóvenes.

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