Moody's rebaja la calificación de la deuda de EEUU. No lo había hecho ni en la crisis de 2008

Estados Unidos ha recibido un duro golpe a su credibilidad financiera. La agencia de calificación crediticia Moody’s ha recortado la nota de la deuda soberana del país desde la máxima puntuación (Aaa) hasta Aa1, generando una oleada de reacciones en los mercados y despertando dudas sobre la sostenibilidad de su política fiscal.

El movimiento es especialmente significativo porque Moody’s había sido hasta ahora la única de las tres grandes agencias que mantenía intacta su confianza en la deuda estadounidense, incluso durante la crisis financiera de 2008 o las tensiones presupuestarias de 2011.

Esta decisión no solo refleja la creciente preocupación por el volumen de deuda nacional, sino que también reaviva una sensación de vulnerabilidad en los mercados globales.

Llega en un momento donde la economía norteamericana comenzaba a recuperar cierto equilibrio tras semanas marcadas por tensiones comerciales y ajustes en la política monetaria. Pero con este recorte, vuelve la incertidumbre y la volatilidad, con efectos inmediatos en los bonos del Tesoro, el dólar y los índices bursátiles.

Una deuda que supera el 120 % del PIB

El detonante de esta rebaja está en las cifras que maneja el propio Departamento del Tesoro. Estados Unidos acumula actualmente una deuda bruta de 36,2 billones de dólares, lo que equivale a un 124 % de su Producto Interior Bruto.

Solo en concepto de intereses, el gobierno federal destina cada año más de 1,2 billones de dólares, una cifra que ya supera el gasto en defensa y solo es inferior a lo destinado a la seguridad social.

Un problema estructural, no coyuntural

La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) proyecta que esta tendencia no se revertirá a corto plazo. Si no se aplican reformas significativas, la deuda podría alcanzar el 156 % del PIB para el año 2055.

Esta espiral creciente de déficit y financiación ha sido uno de los argumentos clave que ha empujado a Moody’s a revisar a la baja su valoración. El problema no es solo el volumen, sino la incapacidad política para afrontarlo con medidas sostenibles.

La reacción de los mercados no se ha hecho esperar. Los bonos del Tesoro a largo plazo, tradicionalmente considerados refugios seguros, han registrado caídas, mientras que sus rendimientos se han disparado. El bono a 30 años ya ha superado el 5 % de rentabilidad, y el de 10 años ha alcanzado el 4,52 %. Estos niveles no se veían desde la gran dislocación financiera de 2023.

Efecto dominó sobre el dólar y la renta variable

Este aumento en los rendimientos implica que el coste de financiar la deuda será cada vez mayor, generando más presión sobre el presupuesto federal. Además, la menor confianza en los bonos estadounidenses ha llevado a muchos inversores internacionales a diversificar sus carteras hacia otros activos refugio. Como consecuencia, el dólar se ha debilitado frente al euro y otras divisas, mientras que los principales índices bursátiles de Wall Street han arrancado la semana con caídas superiores al 1 %.

¿Señales de alarma para los inversores?

Para muchas casas de análisis, la decisión de Moody’s supone una “llamada de atención” más que una sorpresa. Desde Commerzbank aseguran que se trata de una “dosis de realidad” que refleja el deterioro estructural de las cuentas públicas.

El mercado había asumido que, mientras el dólar mantuviera su papel hegemónico y la economía mostrara fortaleza interna, no era necesario encender las alertas. Sin embargo, la creciente fragilidad fiscal ha terminado por socavar esa percepción.

Comparaciones con la rebaja de 2011

La situación recuerda a lo vivido en agosto de 2011, cuando Standard & Poor’s recortó por primera vez la calificación de Estados Unidos tras la crisis del techo de deuda. Aquella decisión supuso un impacto de más de 1.300 millones de dólares solo en intereses, según la GAO. En esta ocasión, los expertos temen que el efecto sea más persistente, ya que se produce en un entorno menos estable y con menos margen de maniobra para las autoridades.

Además del peso de los números, la rebaja también deja en evidencia la falta de consenso político en torno a la disciplina fiscal. La reciente propuesta del expresidente Donald Trump de implementar nuevas bajadas de impuestos podría añadir entre 3 y 5 billones de dólares adicionales a la deuda nacional en la próxima década.

Este tipo de iniciativas refuerzan la idea de que el deterioro es estructural y que ninguna administración, de momento, ha querido tomar medidas impopulares pero necesarias.

El verdadero riesgo la pérdida de confianza

Desde firmas como Mirabaud o Franklin Templeton advierten que las crisis de deuda no suelen estallar por el tamaño absoluto de la misma, sino por la pérdida de credibilidad. Y eso es precisamente lo que marca esta decisión de Moody’s: un punto de inflexión donde los grandes inversores comienzan a cuestionar la fiabilidad del activo más seguro del mundo.

La rebaja no significa que Estados Unidos esté al borde del impago, pero sí indica que el margen de confianza se ha reducido. El tiempo… y Trump, tendrán la última palabra. Como siempre.

Imágenes | Pixabay, Instagram

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