El apagón que oscureció a la Península Ibérica el pasado 28 de abril sigue generando consecuencias y tensiones entre Portugal y España. Aquel día, durante varias horas, amplias zonas de ambos países y del sur de Francia se vieron afectadas por una interrupción del suministro eléctrico, cuyos efectos inmediatos y posteriores han puesto a prueba la cooperación energética entre los dos países.
El gobierno portugués, a través de su operador eléctrico Redes Eléctricas Nacionales (REN), ha exigido explicaciones a España, señalando de forma implícita a la generación solar como uno de los posibles factores del colapso.
En este contexto, Portugal ha decidido restringir las importaciones de electricidad desde España durante las horas centrales del día, cuando la producción solar alcanza su punto máximo.
El apagón del 28 de abril y sus repercusiones
El fallo eléctrico que afectó a millones de usuarios en la península ibérica dejó en evidencia la fragilidad de las interconexiones y la dependencia mutua en materia energética.
Aunque la causa técnica exacta aún está, casi un mes después, bajo análisis, en Portugal se ha generado un debate intenso en torno al papel de la energía solar en el sistema eléctrico español, especialmente en horas de alta producción.
REN ha sido clara en su postura: el apagón ocurrió en un momento en que Portugal estaba importando electricidad desde España. Esta situación se debía a que, durante ese período, el precio de la energía española era más competitivo, lo que llevó a las autoridades portuguesas a optar por ese suministro.
Sin embargo, esa dependencia momentánea hizo que el país también se viera arrastrado por el apagón.
Medidas tomadas por Portugal tras el incidente
Después del incidente, Portugal optó por suspender de manera inmediata los intercambios eléctricos con España. Aunque las interconexiones físicas se restablecieron poco después, el comercio energético no se reanudó hasta el 8 de mayo, y lo hizo con restricciones. Esta decisión fue tomada como una medida de precaución, con el objetivo de evitar nuevos riesgos mientras se analizaban los motivos del fallo.
REN anunció la reanudación parcial de las importaciones el pasado jueves. Según el comunicado, entre el 12 y el 19 de mayo, Portugal solo aceptó una capacidad de 1.000 MW de importación entre las 9:00 y las 19:00 horas, una franja que coincide con el pico de generación solar en España. Fuera de esas horas, el límite se elevó a 2.200 MW.
Una estrategia que refleja una desconfianza en la estabilidad del suministro durante los momentos de mayor penetración solar, ya que es precisamente cuando más fluctuaciones puede haber si no se acompaña de una adecuada gestión del almacenamiento y la demanda.
Las renovables en el centro del debate
España ha avanzado de forma significativa en su transición energética, con un crecimiento acelerado de la energía solar fotovoltaica en los últimos años aupado por las apetencias del gobierno de coalición.
Esto ha permitido reducir la dependencia de combustibles fósiles y abaratar el precio de la electricidad en determinados momentos del día. Pero ojo, también ha generado desafíos en términos de estabilidad de la red, especialmente en días de alta producción y baja demanda.
Portugal, aunque también apuesta por las renovables, ha sido más cauteloso en su implementación. Esta diferencia de ritmo podría estar generando fricciones a nivel técnico y político, especialmente cuando una red depende parcialmente de otra para cubrir su demanda.
El ya famoso apagón ha puesto sobre la mesa la necesidad de revisar la forma en que se gestiona la interdependencia energética entre ambos países. La posibilidad de que una alta producción renovable en un país pueda contribuir a una inestabilidad regional es motivo de preocupación, sobre todo si se combina con factores externos como condiciones meteorológicas extremas o picos de demanda inesperados.
El equilibrio entre integración y seguridad energética
La reacción de Portugal es lógica: no solo busca proteger su red eléctrica, sino también presionar para que se revisen ciertos aspectos del modelo energético compartido. Limitar las importaciones durante las horas solares apunta directamente al corazón de la política energética española, que ha apostado con fuerza por esta fuente limpia pero intermitente.
Este episodio también pone sobre la mesa los retos que supone una transición energética acelerada, en la que la coordinación entre países vecinos se vuelve crucial. Sin una planificación conjunta y mecanismos eficaces de respuesta ante fallos los expertos apuntan: los beneficios de las renovables pueden verse empañados por los riesgos inherentes a su variabilidad.
Tanto España como Portugal han manifestado su compromiso con una red eléctrica moderna, limpia y segura. Pero el país luso es firme. Y ha dejado claro que priorizará la estabilidad de su sistema antes de retomar completamente la normalidad en los intercambios eléctricos, al menos a corto plazo.