La ‘nueva pobreza silenciosa’: ganas más que tus padres pero vives peor

Javier J Navarro

Pensemos en Santi, nació en 1985 y acaba de cumplir 40 años. Santi ve como sus padres compraron vivienda en 1994, cuando acabaron de ahorrar para la entrada en un piso en Madrid. Sus padres eran maestros, pero él admiraba a su tío abogado que conducía un Audi 80 y mantenía a su mujer. Eso le empujó a estudiar derecho en los años 2000, pero a pesar de su profesión no se plantea comprarse un Audi A4, sino que se conforma con un Seat Ateca con el que se desplaza desde la periferia de Madrid a su oficina.

Sus padres tuvieron dos hijos y, a él le cuesta hacerse cargo de uno. Sus padres compraron un piso de dos dormitorios en Benidorm, él veranea en ese mismo piso de su infancia con paredes de gotelet y ni sueña con comprarse una segunda vivienda agradeciendo la disponibilidad del piso familiar para no gastar en vacaciones a pesar de tener que turnarse con su hermana.

A pesar de todo Santi es buen trabajador y no le va mal, de hecho tiene un buen sueldo y le reconocen sus jefes su valía, pero no entiende por qué aunque ha tenido una trayectoria profesional parecida a la de su tío, vive peor incluso que sus padres. Sus padres se hipotecaron a 15 años a un tipo de interés de dos cifras, mientras que él tiene un tipo de interés en su hipoteca que es inferior al que daba su cartilla de la infancia en la caja de ahorros.  Su sueldo es mejor que el de sus padres, de hecho es mejor que la pensión de sus padres y cuando lo pasa a pesetas se sorprende de que gane tanto. En cambio ve a sus padres con su vivienda habitual y su vivienda de vacaciones frente a su piso hipotecado a 30 años y no le acaba de encajar que a pesar de supuestamente irle mejor, viva peor.

El espejismo del sueldo creciente con productividad menguante

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el salario medio bruto en España ha aumentado nominalmente entre 1994 y 2023. Sin embargo, cuando se ajusta por inflación, el crecimiento real del sueldo neto ha sido modesto. Un informe de la OCDE indica que, entre 1994 y 2024, los salarios reales en España han aumentado solo un 2,76%, mientras que en Irlanda han crecido un 66% en el mismo período. Esta diferencia se atribuye a modelos económicos y políticos divergentes, donde Irlanda ha apostado por sectores de alto valor añadido como la tecnología y las finanzas, mientras que España ha fortalecido una economía basada en el turismo y la hostelería, sectores con baja remuneración y escaso valor añadido.  Pero también por el bajo crecimiento de la productividad en el resto de sectores.


El crecimiento de la Productividad Total de los Factores (PTF) en España ha sido bajo en las últimas tres décadas. Un artículo de Cinco Días destaca que, entre 2000 y 2008, el crecimiento económico basado en el sector de la construcción favoreció el bajo valor añadido y la baja productividad. A partir de 2008, la crisis financiera y las reformas posteriores provocaron un ajuste severo, con caída salarial y estancamiento productivo. Aunque entre 2014 y 2019 hubo una leve recuperación de la productividad y de los salarios reales, interrumpida por la pandemia y el shock energético, desde 2022 se observa una mejoría, con un crecimiento reciente de la productividad por encima del 3%.

No obstante si tenemos en cuenta que Santi tiene herramientas para ser mucho más productivo que su tío, como correo electrónico en su teléfono móvil, la legislación en su mesa de trabajo con solo unos clicks, administración pública digital, gps para llegar a las oficinas de sus clientes,etc. Uno no deja de sorprenderse lo poco que ha crecido la productividad en España en los últimos 30 años.

Vivienda: el lastre que pesa más cada año

El precio medio de la vivienda en España ha experimentado un incremento significativo desde 2008. Según datos del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, el precio medio por metro cuadrado de la vivienda libre ha aumentado considerablemente en las últimas décadas. Este aumento se debe en parte a la falta de construcción desde la crisis de 2008 y a la implementación de regulaciones más estrictas en la edificación. Además, el nuevo Código Técnico de Edificación (CTE) introducido en 2019 ha incrementado los costes de construcción debido a mayores exigencias en aislamiento térmico, eficiencia energética y uso de tecnologías limpias, encareciendo aún más la vivienda nueva

Es decir, a Santi y a su novia les ha costado mucho más ahorrar para el piso y lo tienen que pagar a más años. Es cierto que tiene unas calidades mucho mejores que las de una vivienda de la primera mitad de los años 90 y es mucho más eficiente, pero es mucho más cara. También ha aumentado la población del área metropolitana de Madrid y la competencia por conseguir una vivienda, vivimos más concentrados.

Por otro lado, aunque no hemos ampliado nuestro poder adquisitivo, si lo han hecho en muchos países europeos, lo que les da la sensación de que nuestros pisos están baratos y que pueden jubilarse en la costa española (o al menos pasar temporadas ahí) por lo que les parece poco dinero.

El peso creciente del Estado y la carga fiscal

Según el último informe de la OCDE, la presión fiscal en España ha aumentado en los últimos años. En 2023, la presión fiscal en España fue del 37,3% del PIB, superior al promedio de la OCDE del 33,9%. Este aumento se debe a desafíos como el cambio climático y el envejecimiento de la población, que exigen mayores ingresos públicos. Además, los trabajadores españoles destinan una parte significativa de su salario a impuestos. En 2023, los trabajadores españoles destinaron el 40,2% de su salario bruto a impuestos, incluyendo un 15,6% dedicado al IRPF y un 6,25% a cotizaciones sociales. En 2025 los españoles trabajan 228 días para pagar sus impuestos, frente los 177 que lo hacían en 2018 según un informe de la fundación civismo.

Ya comentamos que  el servicio público en España no es mejor a pesar de que crezca la cantidad de nuestros ingresos que los españoles destinamos a lo público. De hecho al iniciarse el servicio de AVE en España, renfe devolvía el importe del billete por un retraso superior a 5 minutos, ahora lo hace por retrasos de más de hora y media.

Necesidades de 2025

En 1995 era menos frecuente que ahora la presencia de dos coches por vivienda. Los teléfonos móviles eran casi una excentricidad (lo normal era el beeper o busca para aquellos que tenían que estar localizables). Internet también era algo que se usaba por empresas o por geeks, y aunque era habitual alquilar películas VHS en el videoclub, la tv de pago no era algo generalizado.

Hoy en día no nos planteamos vivir sin Internet en casa y en el móvil, un teléfono móvil para cada miembro de la familia que se renueva cada pocos años no es infrecuente, cuando compramos un coche esperamos un SUV (más caros de fabricar) y con equipamiento que en 1994 era ciencia ficción, como el GPS integrado o la cámara de visión trasera. Los cumpleaños infantiles se celebraban con una tarta casera de galletas, no con un chiquipark y una tarta de unicornios o de spiderman.

Es decir, en 2025 tenemos ciertas necesidades que no teníamos 30 años atrás. Eso hace que incluso con un sueldo más alto nos de la sensación de que no llegamos al nivel de vida que nos dieron nuestros padres.  Obviamente no es el único factor, pero es importante.

La paradoja de vivir peor ganando más

La combinación de un crecimiento salarial real modesto, el aumento del coste de la vivienda, el aumento y concentración de la población, el bajo crecimiento de la productividad y el incremento de la carga fiscal contribuye a la "nueva pobreza silenciosa". A pesar de ganar más que generaciones anteriores, muchos ciudadanos experimentan una calidad de vida inferior debido a estos factores estructurales.

Si la competitividad y productividad se sigue ignorando en cada Decreto-Ley que se prueba por el consejo de ministros, nos vamos a encontrar con que sí, aunque suban los sueldos iremos siendo más pobres poco a poco y viviendo peor que nuestros padres. No es una obligación vivir peor que nuestros padres, los países de Europa del Este, Irlanda o muchos ejemplos en Asia demuestran que es posible vivir mejor que nuestros padres, pero hay que quererlo.

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