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Empieza a jubilarse el baby boom en España: las altas de pensionistas se disparan

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Sergio Delgado

España atraviesa una transformación demográfica que está cambiando el equilibrio de su sistema económico y social. Desde 2023, las primeras cohortes del baby boom comenzaron a jubilarse, y en 2025 el impacto es ya más que evidente.

Las altas netas de nuevos pensionistas están creciendo con fuerza, ejerciendo una presión directa sobre las cuentas de la Seguridad Social. Este cambio estructural llega acompañado por una diferencia cada vez mayor entre las pensiones que se conceden y las que se extinguen, lo que incrementa notablemente el gasto.

El baby boom representó el mayor crecimiento poblacional de la historia moderna en España. Esa generación está alcanzando ahora la edad de jubilación, y lo hace en un contexto donde las generaciones más jóvenes, más reducidas en número, no pueden reemplazar de forma proporcional la fuerza laboral que se pierde.

Esto no solo pone en riesgo el equilibrio del sistema de pensiones, sino también la evolución del PIB per cápita y, por tanto, el nivel de vida del país.

Las cifras lo confirman: más jubilaciones y mayor brecha en las pensiones

Los datos más recientes publicados por la Seguridad Social reflejan con claridad la magnitud del fenómeno. En febrero de 2025, las altas netas de jubilados (la diferencia entre altas y bajas) alcanzaron un máximo histórico cercano a las 9.000 personas en un solo mes.

Las altas netas de nuevos pensionistas están creciendo con fuerza. Fuente: https://x.com/Jongonzlz

Esta cifra marca un antes y un después en la evolución demográfica del país y evidencia el inicio de la jubilación masiva del baby boom en España.

Junto con este fuerte incremento en las altas, también se ha intensificado la diferencia entre la pensión media de quienes se jubilan y la de quienes abandonan el sistema por fallecimiento. En 2025, esta brecha ha superado por primera vez los 450 euros mensuales, un dato sin precedentes.

Este desfase entre altas y bajas no solo incrementa el gasto de forma estructural, sino que también anticipa una presión sostenida sobre los recursos públicos durante al menos los próximos 15 años.

El sistema de pensiones, al límite de su capacidad

La Seguridad Social destina ya más de 195.000 millones de euros anuales al pago de pensiones contributivas, lo que representa el 13,2% del PIB. El déficit previsto para 2025 se sitúa en el 0,5%, una décima por encima de las previsiones de mayo, según la AIReF.

Esta desviación se explica en parte por el mayor gasto derivado del aumento de bajas médicas y por la subida progresiva de las pensiones contributivas, especialmente en las nuevas altas.

Desde 2020, el sistema ha experimentado un crecimiento acelerado en la cuantía media de las pensiones, pero en los últimos 18 meses el ritmo ha sido aún mayor. Los datos muestran cómo la diferencia entre pensión alta y baja, que rondaba los 200-250 euros en la última década, se ha duplicado, alcanzando ya los 500 euros mensuales.

Esta brecha refleja un cambio generacional que, además de ser demográfico, es económico y financiero.

El envejecimiento afecta al crecimiento económico

El problema de fondo no es únicamente fiscal. La jubilación del baby boom en España está generando un cambio profundo en la estructura productiva del país. La OCDE alerta de que, si no se implementan medidas efectivas, el PIB per cápita en España podría caer hasta un 20% en las próximas tres décadas, la mayor caída entre los países desarrollados.

El envejecimiento de la población, junto con la baja tasa de reposición en el mercado laboral, debilita el potencial de crecimiento económico.

Según el INE, entre 2023 y 2050 la población en edad de trabajar se reducirá en más de 800.000 personas, mientras que el número de mayores de 65 años se incrementará en más de seis millones.

Esta inversión demográfica obliga a un número decreciente de trabajadores a sostener las necesidades de un volumen creciente de jubilados, niños y dependientes. Sin un fuerte impulso a la productividad, las cuentas no saldrán.

Medidas paliativas, pero insuficientes

Las soluciones clásicas, como fomentar la inmigración o la natalidad, son necesarias pero insuficientes. Las tendencias demográficas ya están muy avanzadas y el reemplazo completo del baby boom requiere perfiles cualificados que el mercado actual no puede ofrecer de inmediato.

Por su parte, las políticas de empleo para mayores de 55 años podrían reducir parcialmente el impacto, pero no revertirlo.

El retraso de la edad de jubilación y el fomento del envejecimiento activo son líneas de acción que permitirían ganar algo de margen. No obstante, incluso en los escenarios más optimistas, la caída del PIB per cápita en España seguiría siendo del 15%, muy por encima de la media de la OCDE.

La única vía realista para evitar un deterioro severo del nivel de vida es aumentar la productividad. Para ello los expertos son claros: es fundamental invertir en tecnología, automatización, digitalización e innovación.

Pero también es clave rediseñar las políticas de empleo, fomentar el aprendizaje a lo largo de la vida y crear entornos laborales adaptados a una fuerza laboral más envejecida. No queda otra.

Imágenes | Pixabay, Pixabay

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