En España se da una paradoja económica difícil de ignorar: tenemos sueldos bajos en comparación con la media europea, pero nuestro patrimonio neto es superior al de países con sueldos muy superiores.
La clave que nos diferencia parece ser la vivienda en propiedad, un elemento que, poco a poco, va siendo menos común en las generaciones más jóvenes.
Patrimonio mediano en España, en perspectiva
Frente a los boomers, la generación X y los millennials han ido reduciendo el número de vivienda en propiedad y aumentando el porcentaje de vivienda de alquiler. El nivel de renta y la imposibilidad de acceder a una residencia en propiedad, además, tienen mucho que ver, donde la generación Z tiene una proporción mucho menor de hipotecas que las que tenían las generaciones previas a su edad.
Según los últimos datos recogidos por el INE, el patrimonio mediano por adulto en España en 2023 es de 92.457 euros. Es una cifra similar o incluso superior a la de países como Francia, Japón o Suecia, y se sitúa por encima de Estados Unidos, donde la mediana es de solo 53.687 €.
Sin embargo, los patrimonios medianos también pueden inducir a error, sobre la realidad de las familias españoles. Por ejemplo, este estudio elaborado por Kiko Llaneras muestra que el 70 % de la población no alcanza los 150.000 € de patrimonio, y un 20 % incluso tiene patrimonio negativo (deudas, hipotecas, préstamos, etc.); solo el 2 % de la población española supera el millón de euros de patrimonio neto, y apenas el 0,1 % alcanza más de seis millones.
La desigualdad también es evidente en la concentración de la riqueza. El 10 % más rico posee el 33 % del total del patrimonio, y el 1 % más rico concentra ya el 24 % de toda la riqueza nacional. Mientras tanto, el 50 % más pobre apenas alcanza el 7 %. Esta diferencia ha cambiado poco en los últimos 20 años y pone en evidencia la desigualdad estructural del reparto de la riqueza en nuestro país.
Salarios bajos y diferencias por edad
El salario mediano en España ronda los 23.350 euros brutos anuales, según los últimos datos de la Agencia Tributaria y el INE. Una cifra que se queda lejos de los salarios medios europeos, y que afecta especialmente a los jóvenes y a los sectores más precarizados.
Esta brecha salarial es clave para entender otro fenómeno: el patrimonio se acumula sobre todo a partir de los 50 años. Tal como explicaba Llaneras, hace veinte años los españoles de 40 a 70 años tenían patrimonios similares (alrededor de 150.000 €). Hoy, quienes tienen entre 60 y 70 años superan los 225.000 €, mientras que los menores de 40 años se quedan por debajo de los 75.000 €.
La explicación está en la vivienda. España es uno de los países europeos con mayor porcentaje de vivienda en propiedad: muchas familias adquirieron vivienda hace décadas, cuando los precios eran más bajos. Desde entonces, la revalorización ha sido enorme.
De hecho, solo entre 2015 y 2023 el precio de compraventa de vivienda ha subido un 47 %, según el INE. Esta capitalización explica por qué tantos españoles, sobre todo de edad avanzada, tienen patrimonios relativamente altos sin haber tenido sueldos especialmente elevados durante su vida laboral. Frente a eso, los jóvenes afrontan alquileres caros, hipotecas difíciles y una independencia cada vez más tardía. En porcentaje, el 66 % de los menores de 34 años sigue viviendo con sus padres.
Mientras, otros países…
En una comparativa internacional, España ocupa una posición intermedia en patrimonio, pero se mantiene por debajo en los umbrales altos: para estar entre el 1 % más rico del país, necesitas 1,94 millones de euros, lejos de los más de 3 millones que se requieren en países como Estados Unidos, Suiza o Australia.
Esto refuerza la idea: el patrimonio español se concentra, pero no alcanza los extremos de otras economías más desiguales, como la estadounidense. Por el contrario, sí está claro que España sigue siendo un país de propietarios, pero también de salarios bajos y desigualdad creciente.
Muchos ciudadanos mayores han acumulado patrimonio gracias a la vivienda, pero, una vez más, las nuevas generaciones lo tienen mucho más difícil. La paradoja de “ricos en patrimonio, pobres en sueldo” tiene consecuencias sociales profundas y ponen el foco sobre la necesidad de políticas de redistribución, acceso a la vivienda y revalorización salarial.