Seguro que más de una vez has escuchado a alguien decir: “Antes, con la peseta, todo era más barato”. Esa frase que parece sacada de un baúl del pasado refleja una sensación muy común, pero... ¿y si te dijera que, en realidad, la inflación ha sido mucho menor desde que usamos el euro?
Es muy habitual que digamos lo contrario. Mi tío Antonio insiste que en el 96 salió de fiesta con 5.000 pesetas y volvió con dinero, y que con eso hoy en día no se toma ni un gin tonic. Lo que obvia mi tío es que esas 5.000 pesetas le hubieran parecido mucho dinero a alguien en 1976 para dejar en una sola noche de fiesta.
Cambiar la peseta por el euro en 2002 no fue solo cambiar monedas, fue un cambio histórico para España y toda Europa. Sin embargo, la nostalgia ha hecho que muchos recuerden esa transición como un momento en el que los precios se dispararon y la vida se volvió más cara.
Números que desmontan la nostalgia
Pero la realidad, basada en datos oficiales, nos cuenta otra historia. Mientras que en la época de la peseta la inflación podía llegar a niveles de dos dígitos — incluso a picos superiores al 20% anual en los años 70 y 80 — con el euro las subidas de precios se han mantenido mucho más controladas, rondando una media cercana al 2% anual. Esto significa que, mientras que antes los precios podían duplicarse cada pocos años, con el euro el aumento ha sido mucho más moderado y estable.
No hay más que ver el gráfico que hemos elaborado con datos del INE que acompaña estas líneas, si comparamos la inflación histórica del INE, veremos como es mucho más alta en los 25 años anteriores a la introducción del euro que los 25 años posteriores.
¿Por qué tenemos este sentimiento? Porque en los últimos dos o tres años debido a circunstancias extraordinarias (recuperación del Covid, guerra en Ucrania) se ha incrementado bastante el precio de alimentos básicos, dándonos la sensación de que los precios suben mucho. Pero a lo que estábamos acostumbrados no era lo habitual, entre 2008 y 2020 vivimos una época de bajísima inflación inédita en la historia de España.
Por otro lado, sí, puede que en 1996 mi tío Antonio el calvo cuando era conocido como Toni pelazo saliera de fiesta con 5.000 pesetas y volviera con dinero en el bolsillo, pero ni salir de fiesta es equivalente y en los años 90 ya se estaba trabajando en reducir la inflación con la idea de entrar en la futura moneda común de Europa. En los años 70 y 80 la inflación era mucho más alta, porque en los 70 sufrimos circunstancias económicas excepcionales, como la crisis del petróleo y el fin del régimen franquista.
¿Entonces por qué sentimos que todo subió con el euro?
Aquí entra en juego un efecto psicológico y práctico: la conversión peseta-euro implicó cambios en los precios con redondeos que, en algunos casos, dieron la sensación de subidas bruscas. Por ejemplo, un café que costaba 100 pesetas pasó a costar 1 euro, lo que supone un aumento del 66%. Pero este no fue el comportamiento generalizado de todos los precios y que después de ese ajuste muchos se mantuvieron más tiempo de lo que se hubieran mantenido con la peseta.
Por otro lado en España con el estancamiento de nuestra productividad y el crecimiento del precio de la vivienda de compra (que no se incluye en la inflación) tenemos esta sensación de que los precios han subido bastante y no nos podemos permitir crecer en nuestro nivel de vida.
El euro, un ancla para la estabilidad
Una de las grandes ventajas del euro es que ha impuesto una disciplina monetaria y fiscal que ha mantenido la inflación bajo control, algo que no era tan sencillo con la peseta. El Banco Central Europeo tiene como objetivo mantener la inflación cercana, pero inferior, al 2%, y en gran medida ha cumplido con ello desde su creación.
Comparando con otros países fuera de la zona euro, muchos han sufrido inflaciones mucho más altas en los últimos años, mostrando que el euro ha sido un estabilizador importante para la economía española.
Conclusión: menos inflación, pero más nostalgia
La próxima vez que escuches que “todo era más barato con la peseta”, recuerda que la realidad numérica muestra una historia diferente: con el euro, España ha disfrutado de una inflación mucho más baja y estable. No es solo cuestión de memoria, sino de datos. Mi tío Antonio lo que echa de menos no son los precios, sino su pelo y que le llamaran Toni.
La estabilidad en los precios es una de las grandes ventajas de pertenecer a la zona euro, aunque la percepción popular a veces nos juegue una mala pasada. Por eso, vale la pena mirar más allá de los recuerdos y fijarse en los números que, al fin y al cabo, son los que realmente cuentan.