El Ministro de Hacienda ha respondido por los cerros de Úbeda a las críticas que el Gobierno recibió en la Gala de los Goya, fundamentadas sobre todo en el IVA al 21% en la cultura y a las políticas de recortes. La mayoría de actores, realizaron críticas en unos u otros sentidos, a las que el Sr. Montoro, ha respondido a la francesa nunca mejor dicho.
En España no nos ha hecho falta un Depardieu (...) algunos de nuestros famosos actores no pagan impuestos; el día que paguen, las bases imponibles serán más amplias, la recaudación se corregirá y el déficit público podrá bajar
Este tipo de afirmaciones en boca de un ministro de Economía, son el ejemplo perfecto de ad-hominen (personaliza en determinadas personas una crítica global) y demuestran la mala fe del propio ministro al obviar nuestra propia legislación tributaria en materia fiscal, dado que para pagar impuestos en España, no basta sólo con tener el DNI y pasaporte español, es necesario también residir en nuestro país. En este mismo momento, me vienen a la mente actores como Antonio Banderas o Javier Bardem (desarrolla su carrera profesional en EEUU fundamentalmente), cantantes como Alejandro Sanz que han retornado a España (si, vende discos en medio mundo y su residencia estaba fijada fuera de España) y una larga lista.
Si estas personas, no residen en España ¿por qué motivo tienen que tributar en España cuando ya los obligan a pagar impuestos en sus países de residencia? Estamos de acuerdo que las reglas de tributación para no residentes son complejas, pero si el ministro conoce alguna irregularidad en alguna persona, lo que tiene que hacer es investigarlo en Hacienda (por ejemplo caso Ana Torroja), no delante de los micros de los periodistas o lanzando acusaciones burdas en sede parlamentaria.
Otra cosa es, "la legitimidad" de las críticas de una persona que no vive en España, que no tributa en España y que tampoco tenga intereses económicos directos. ¿Son legítimas? Pues por más que nos pese, también lo son, porque opinar a día de hoy, hablar es gratis y todos gozamos de una cosa que se llama "libertad de expresión"; nos guste o no nos guste lo que vamos a oir.
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