La industria del sexo enseña por dónde pueden ir los tiros

La industria del sexo enseña por dónde pueden ir los tiros
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La industria del sexo ha sido desde hace años la pionera en cuanto al aprovechamiento de las nuevas tecnologías. Sexo y dinero, unidos. La pornografía encontró en internet un canal ideal de distribución de contenidos, a la vez que conseguían monetizar dichos contenidos de una manera bastante solvente. Mientras abrazaba las nuevas tecnologías, otras industrias como la musical o la audiovisual luchaban como gato panza arriba contra ellas.

Y sin embargo, parece que también va a ser este sector el primero en alumbrar el siguiente paso. Y es que cada vez son más los contenidos amateur los que despiertan el interés de los consumidores.

Así, frente a las producciones "industriales" (realizadas habitualmente con más recursos pero, por eso mismo, obligadas a buscar su rentabilidad directa) empiezan a convivir otras producciones totalmente caseras. Entre ellas, por supuesto, mucho material de baja calidad. Pero también es posible encontrar material interesante.

Si trasponemos este esquema a otros ámbitos, como el musical o el audiovisual, nos podemos encontrar con que poco a poco también van ganando peso los contenidos menos "profesionales", creados fuera del paraguas de la industria. A medida que se incremente el grado de penetración de internet y la generalización de herramientas de creación, va a ir creciendo el número de "prosumers" (consumidores y a la vez generadores de contenidos) en todos los ámbitos. Y este fenómeno sin duda supone para la industria un reto potencialmente tan grande como el de la piratería, solo que en esta ocasión no hay nada de ilegal en ello. Es, simplemente, una competencia que nunca hubiesen imaginado que podría llegar a existir.

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