La mano invisible en acción: un sándwich de seis meses y 1.500 dólares

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La mano invisible es una metáfora de Adam Smith que expresa la capacidad autorreguladora del libre mercado. A pesar de la creencia popular, es en la Teoría sobre los Sentimientos Morales donde aparece por primera vez, y no en “La riqueza de las naciones”, aunque quías este libro sea el que mejor expresa el funcionamiento de la mano invisible.

Recientemente, cuando hablé sobre que los líderes chinos no acababan de creer en la mano invisible por lo que iban a intervenir en el mercado de valores, en los comentarios se me dijo que hacían bien. La mano invisible no es perfecta, pero no hay más que ver lo que sucede cuando dejamos de contar con ella.

Seis meses y 1.500 dólares para un sándwich

George tiene un canal de youtube en el que se dedica a hacer cosas de cero. Pero ha sido el sándwich el que le ha hecho famoso. Supongamos que una persona quiere un sándwich de pollo sin la intervención de la mano invisible. Todo lo que quiera conseguir tiene que hacerlo él mismo.

Por tanto es necesario conseguir la harina, plantando trigo para ello. El trigo habrá que separarlo de la cáscara y después molerlo para obtener la ansiada harina. También es necesario cultivar las verduras, tomates y lechugas. Esto no es sólo sembrar, sino que requiere cierto mantenimiento como sabe cualquiera que ha tenido un huerto. Algunas verduras requieren ser procesadas, como los pepinillos para hacerlos en conserva. También tiene sacrificar un pollo y desplumarlo para conseguir la carne.

Como además quiere queso, tiene que ordeñar una vaca y transformar la leche en queso y mantequilla. Para la sal necesita recolectar agua de mar a cientos de kilómetros de su lugar de residencia y evaporarla. Para la miel tendrá que recolectarla de panales.

¿El resultado? No está mal. Para un sándwich que “no esté mal” cualquiera de nosotros iría al lugar más cercano a nuestra vivienda y pagaría mucho menos de 1.500 dólares. Posiblemente menos de lo que gana en una hora y sin contar sus horas de trabajo empleadas en conseguir el sandwich. Ese sándwich no es sino el resultado de la mano invisible, que no sólo asigna recursos, sino que abarata los costes.

Una civilización para hacer una tostadora

Thomas Thwaites un estudiante del se propuso conseguir fabricar una tostadora, por sí mismo. Para esto tuvo que conseguir mineral de hierro, investigar cómo convertirlo en acero (y hacerlo). También tuvo que conseguir el cobre, la mica y el plástico (a base de reciclar trozos de plástico).

Al final consiguió una tostadora malísima, bastante fea y que nunca llegó a funcionar durante más de unos segundos. El coste de la tostadora superó las mil libras, cuando por unas veinte cualquiera puede conseguir una mucho mejor. Pero su proyecto nos ha servido para que veamos cómo estamos completamente interconectados.

Aunque existe mucho de centralización en el proyecto,** lo cierto es que casi nadie sabe cómo hacer una tostadora**, quizás más personas en cambio sepan cómo hacer un sándwich. Pero en la práctica no parece importar. Tenemos todas las tostadoras y sándwiches que nuestro sueldo y ahorros nos permitan comprar. Es muy difícil pensar que otro sistema sea capaz de hacer las cosas mejor que esta mano invisible que nos empuja.

No voy a decir que la mano invisible sea perfecta, porque no lo es. Tampoco voy a decir que no necesite correcciones de vez en cuando o en ciertos aspectos. Pero no por ello no ha dejar la mano invisible de ser la principal herramienta para satisfacer nuestras necesidades. Y a quién opine lo contrario, le reto a traerme un sándwich y una tostadora funcional.

En Directo al Paladar | Seis meses y 1.500 dólares para hacer un sándwich de pollo

En El Blog Salmón | Los chinos leen a Adam Smith, La casa de Adam Smith a la venta y La codicia es buena

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