El tranvía de Jaén, aeropuerto Huesca o cómo las contribuciones especiales deben cobrar fuerza en la sociedad

El tranvía de Jaén, aeropuerto Huesca o cómo las contribuciones especiales deben cobrar fuerza en la sociedad
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Tenemos un buen puñado de ejemplos para ilustrar la realidad de los servicios públicos, las coberturas públicas y las necesidades reales de los ciudadanos. El primero de ellos, lo podemos situar en Huesca y su aeropuerto, que tiene un presupuesto de gastos de 40 millones de euros para darle cobertura a poco más de 20.000 pasajeros al año, XX en el mes de julio. Léase esta columna completa de una serie de despropósitos que se sufragan actualmente con dinero público.

El segundo, el tranvía de Jaén, obra faraónica puesta en marcha por una cabezonada electoralista del 2007, con un presupuesto de ejecución material de más de 120 millones de euros y que una vez ha finalizado, el Ayuntamiento no quiere poner en marcha por el déficit previsto en la explotación, en torno a 6 millones de euros y la Junta de Andalucía considera que ya ha pagado bastante. El caso es que tenemos una infraestructura que ha costado un dineral parada y con difícil vías de solución sin mermar las arcas públicas. Eso sí, salvo que entremos a considerar las contribuciones especiales.

Una contribución especial es un tributo que se repercute por el aumento de valor de los bienes afectados a rasgos generales. Para profundizar más sobre el tema, recomiendo este post de Javier Navarro que lo explica). Quedándonos con el espíritu de la contribución especial, el mecanismo para sufragar este tipo de servicios públicos públicos como es un tranvía, un aeropuerto o unos parques nuevos debe pasar por el establecimiento de contribuciones especiales. Ojo, no son aplicables hoy por hoy a las prestaciones de servicios, pero se puede hacer un tributo específico de esta índole.

Muchos dirán que dicho tranvía ya se ha pagado, pero la realidad es que cuando las cuentas públicas no cubren con suficiencia la cobertura de servicios públicos, se deben establecer mayores impuestos para pagarlos. Estos impuestos los podemos pagar como queramos, pero no deja de ser dinero que sale del bolsillo del contribuyente para afrontar un servicio público. Si me sitúo en el campo de las contribuciones especiales, llegamos a las posiciones:

  • El ciudadano que se ve afectado por el pago extra considerará la utilidad real del Servicio Público
  • Su cuidado y mantenimiento será mucho mejor (los ciudadanos adquieren conciencia real de quién paga los bienes y servicios públicos)
  • Las decisiones de inversión y establecimiento de servicios públicos se harían de una manera mucho más racional, discutida incluso por referendum por los principales afectados y por supuesto, siguiendo alguna lógica económica también

Pero este sistema de contribuciones especiales e impuestos finalistas, nos lleva al núcleo duro del asunto que dispara exactamente contra las atribuciones directas del sector público y que se consideran intocables. Por ejemplo, se puede seguir sufragando de manera impositiva aspectos como educación, sanidad, defensa, justicia, sistema de la seguridad social e infraestructuras estratégicas. ¿El resto de la función pública? Es posible, pero requiere un amplio debate a nivel autonómico y local y por supuesto, un esquema claro de necesidades y fórmulas de financiación.

Nota: Económicamente las contribuciones para Huesca y Jaén podrían rondar los 50 euros de media. En el caso de contribuciones progresivas, el objetivo medio se sitúa por ahí también.

En El Blog Salmón | Un ejemplo no convencional de que la propaganda electoral la pagan los vecinos: el tranvía de Jaén, Los ayuntamientos se aferran en gastar lo que sus ciudadanos no quieren

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