La carga del hombre blanco se vuelve negocio

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Entre mis películas favoritas está El hombre que pudo reinar, de Huston, basado en un relato de Rudyard Kipling (si, el mismo del Libro de la selva o Kim). Si hablamos de poesía, os puedo recomendar If..., pero la verdad, La carga del hombre blanco no está ente mis favoritas. Más que nada debido a que más que carga es un buen negocio (admito distintas lecturas del poema en cuestión, pero escojo para esta ocasión la que lo ve como un canto al imperialismo).

En el 2006 William Easterly, execonomista del Banco Mundial publicó una obra titulándola del mismo modo que el poema de Kipling, si bien el subtitulo era esclarecedor, La carga del hombre blanco: Por qué los esfuerzos de Occidente por ayudar a los demás han hecho tanto daño y tan poco bien.

El libro señala lo contraproducentes que han sido los macroproyectos y la planificación centralizada, tanto en su pasado colonial (por mucho que algunos se empeñen en lo contrario) como en el presente de las ONGS occidentales de cooperación al desarrollo.

Recientemente en Politikon mencionaban a Givedirectly, una ONG norteamericana que apostaba por donaciones directas. Según Senserrich, los buenos resultados de dicho modelo demostraban que el modelo contrario pecaba de paternalismo y de excesiva complejidad. Vamos, que había que ser tonto para no ver lo sencillo del asunto.

De tontos nada, Roger. Aquí lo que hay es inteligencia, y mucha. Una ONG de se tipo apenas requiere infraestructura de ningún tipo, o al menos mucho más pequeña que las tradicionales. ¿Donde metes todas esas buenas voluntades de generes que quieren colaborar sobre el terreno y deben ser financiadas?. Cualquiera que haya solicitado subvenciones finalistas para ONGs sabe que una parte destacable de las mismas acaban financiando gastos de estructura, de estructuras que muchas veces poco tienen que envidiar a las de organizaciones empresariales privadas, estas sí no gubernamentales.

El soltarle a la gente directamente ese dinero supone prescindir de esos nuevas empresas parapúblicas (no hay más que ver su financiación) que se han ido creando. Y eso va en contra del primer mandamiento de cualquier empresa, que es el de la supervivencia, como el de cualquier otro organismo vivo.

Si a eso le unimos que detrás de dichas organizaciones en muchas ocasiones no hay más que movimientos políticos, partidistas o no partidistas, de uno u otro signo, entenderá el bueno de Senserrich que no se van a bajar del burro con tanta facilidad, especialmente si son una fantástica excusa para estimular la hipertrofia de las políticas fiscales estatales (que más quieren los políticos que una excusa para recaudar y gastar impuestos).

Hasta este punto estoy hablando de algo perfectamente legal, que a unos les parecerá ético y el colmo de la solidaridad, y a otros mucho menos. Pero no olvidemos que precisamente en la cooperación al desarrollo se han venido dado muchas, muchas practicas fuera de la ley. La vitola que mostraban, unida a la transferencia de fondos al extranjero y su difícil seguimiento, ha hecho que muchos, muchos, muchos hayan visto en esto una oportunidad para vivir del cuento fantástica.

A todo esto, hasta que empezaron los recortes, juraría no haber oído a la Coordinadora de ONGS para el desarrollo denunciar esta suerte de piñata que se venía padeciendo. ¿No se enteraban de nada?, ¿pensaban que eso podía perjudicar al resto del colectivo?

Hay cargas que da gusto llevar. Y encima con marchamo ético.

En El Blog Salmón | Las ONGs como negocio, Políticos, dinero público y las ONGs

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