Estamos asistiendo al nacimiento de otro superciclo en materias primas

Estamos asistiendo al nacimiento de otro superciclo en materias primas
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China protagonizó el último superciclo de materias primas que finalizó en el año 2008 con la crisis financiera global. Sin embargo, estamos viendo que el precio de las materias primas más simbólicas como es el caso del cobre, la madera y el mineral de hierro se encuentran hoy en territorio de máximos históricos.

Existen numerosos factores que afectan la dinámica de la oferta y la demanda de productos básicos. Si bien muchos de estos factores pueden ser de naturaleza a corto plazo, como los períodos de escasez temporal de suministro y el posterior exceso de oferta, también hay movimientos de precios más grandes y a más largo plazo conocidos como superciclos, que representan períodos de varias décadas de aumentos y caídas de precios.

Ha habido seis picos de materias primas en los últimos 227 años, y, como hemos comentado, el pico más reciente lo vimos en junio de 2008. El superciclo actual sigue la trayectoria promedio de estos superciclos históricos, lo que apunta a un cambio en las materias primas durante la década de 2020, y el nacimiento de un superciclo alcista para las materias primas.

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Razones para pensar en el nacimiento del superciclo

En el último superciclo, China entró en una fase de fuerte crecimiento económico, impulsada por un despliegue de infraestructura y ciudades a una escala sin precedentes. Dentro de la cadena de suministro los proveedores lucharon por satisfacer la creciente demanda de recursos naturales.

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Tratándose de las materias primas, a menudo hay un retraso para llevar el producto a donde se desea, ya que agregar capacidad, como abrir una nueva mina, no ocurre de la noche a la mañana. Durante más de una década, hubo escasez de materiales, incluido el mineral de hierro. El cobre, a un precio inferior a 2.000 dólares la tonelada durante gran parte de la década de 1990, superó los 10.000 dólares y el petróleo saltó de 20 dólares el barril a 140 dólares.

Pero vayamos a nuestros días. Desde el punto de vista de la demanda, a corto plazo, COVID-19 ha generado un choque deflacionario, pero las expectativas de inflación pueden comenzar a subir basándose en el enorme estímulo global en respuesta al choque de la demanda.

Ya valorando el largo plazo, se suma la revolución industrial verde que no solo afectará directamente la demanda de metales como el cobre, sino que también tendrá un efecto multiplicador en los mercados laborales y los países productores de materias primas. Tiene el potencial de crear un ciclo de gasto de capital comparable al último ciclo impulsado por los mercados emergentes.

Lo vemos perfectamente en el cobre que tiende a marcar el pulso del crecimiento económico. El cobre se ha duplicado desde sus mínimos de marzo del año pasado, cotizando en máximos de nueve años, gracias al rápido endurecimiento de los mercados físicos a medida que los gobiernos invierten efectivo en la infraestructura de vehículos eléctricos y las energías renovables.

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El hierro se ha más que duplicado y está en máximos de 10 años. El petróleo, después de caer espectacularmente por debajo de cero en 2020, ha vuelto a superar los 60 dólares por barril. El índice de materias primas de Bloomberg ha aumentado un 44% desde sus mínimos de 2020.

La Comisión Europea ha estimado que su Green Deal requerirá más de 1 billón de euros para gastar durante la próxima década, y tanto China como la nueva administración de los Estados Unidos Han respaldado un movimiento para ser carbono neutral para mediados de siglo. El litio, un elemento fundamental de la mayoría de las baterías modernas, ha aumentado un 45% desde principios de este año, y el cobalto un 58%.

Con los tres bloques económicos más grandes del mundo moviéndose en la misma dirección, las implicaciones para la demanda de materias primas son enormes.

Desde el punto de vista de la política económica, confluyen el aumento de la oferta monetaria y una política fiscal expansiva. Se une a esto ciertas tendencias a la desglobalización (reubicación de las empresas), la debilidad del dólar estadounidense y la disminución de la tecnología sugieren que deberíamos esperar una mayor inflación. Además, la forma más política, social y económica de lidiar con una deuda enorme es inflarla.

El lado de la oferta, nos encontramos ante una falta de oferta para dar respuesta ente el cambio estructural en la demanda. El gasto de capital en materias primas ya era bajo antes de la epidemia, y la producción ha caído aún más en los últimos meses a medida que los productores priorizan el mantenimiento de las operaciones existentes. Al mismo tiempo, China ha estado absorbiendo el exceso de existencias de metales como el cobre, el aluminio y el mineral de hierro de otras partes del mundo, en definitiva, se restringe la oferta.

Las materias primas son de ciclo largo por naturaleza, una vez que el mercado entra en un rango de precios bajo, las inversiones huyen de ese mercado para evitar una producción no rentable. Esto ayuda a agotar la oferta del mercado y crea un nuevo equilibrio que se convierte en un fondo cíclico. Cuando los precios comienzan a subir, existe un incentivo para un mayor gasto de capital para aumentar la producción. Durante este período, los precios suben aún más, trayendo más oferta al mercado.

En los dos últimos mercados alcistas de materias primas, las principales empresas de recursos globales se multiplicaron por cuatro o cinco, superando con creces a los mercados de acciones más amplios, aunque debe recordarse que la caída intermedia fue precipitada.

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