Como os venimos contando a lo largo del día, el Gobierno ha decidido (por fin) simplificar los modelos de contratos que fijan el marco laboral de nuestro país. En principio una buena noticia, aunque en los detalles está la clave: de hecho si mantenemos la estructura actual de costes de despido (33 días los indefinidos, 8 días los temporales) y permitimos encadenar sin control, estamos en las mismas. Es por ello que muchos pedimos un contrato único, para romper de una vez con la dualidad.
Pero también se puede romper la dualidad con varios tipos de contratos. En otros países no existe el fenómeno de España y no tienen contrato único. Se trata simplemente de fijar que es lo que queremos para España y crear unas normas que penalicen precisamente lo que no queremos, o que bonifiquen lo que queremos.
¿Qué queremos? Indefinidos
Lo primero es fijar qué es lo que queremos. Es obvio que muchos puestos de trabajo en España son temporales, por ejemplo en campañas de recogida de en agricultura o en el sector de la hostelería en verano. Esos trabajos son temporales y así van a seguir siendo. Pero lo que no es normal es que en puestos que deberían ser fijos haya gente rotando.
¿Por qué queremos indefinidos? ¿Por qué no todo el mundo rotando? Por la sensación de estabilidad. Una persona rotando de puesto en puesto de trabajo no podrá hacer planes de futuro, y aparte de ser un fastidio para dicha persona, su falta de capacidad de planear cosas implica un menos gasto que redunda en beneficio de todos. Y mejor no entro en si la salud de las personas es afectada por esta situación, con lo que gastamos más en Sanidad pública.
Además tenemos otro efecto. Los trabajadores tienen una curva de aprendizaje en sus puestos de trabajo. Un puesto que esté ocupado por temporales será menos productivo que uno que tenga personal fijo. Y la productividad es fundamental, hay que mejorarla de forma distinta a cómo lo estamos haciendo ahora (vía despidos y bajadas de salarios).
¿Cómo lo hacemos? Cambiemos radicalmente la estructura de los contratos
El Gobierno no se atreve a un contrato único, bien por cobardía, bien porque realmente piensan que es inconstitucional. Bien, pues hagamos otra cosa. Penalicemos los contratos temporales. Diseñemos un nuevo marco, no sólo reduzcamos el número de contratos.
Por ejemplo, se me ocurre lo siguiente: un trabajador indefinido tiene el primer año una indemnización si es despedido de 12 días por año. El segundo 15. El tercero 18 y el cuarto 20 días por año. Ahí nos quedamos. Sé que es una reducción respecto a los 33 actuales (y los 45 que había hace no tanto) pero está más en la línea de otros países desarrollados y se podría discutir, es obvio.
En cambio a un trabajador temporal le corresponde siempre una indemnización de 20 días por año trabajado. Esto en la práctica es elevar un poco el salario mínimo de un temporal, ya que por su propia filosofía tiene el fin de su relación laboral marcada. Pero no es tampoco malo que la gente que hace trabajos temporales tenga un salario mínimo un poco más elevado, ya que la incertidumbre debería recompensarse.
Con una medida de este estilo las empresas preferirían quedarse con personal de forma fija a tenerlo rotando, ya que le sale más a cuenta. Y esto redunda en una mejora de la sociedad, y en empresas más competitivas.
¿Pegas? Las trampas de siempre
La pega que veo a este modelo es que los empresarios que buscan todos los trucos posibles decidan contratar indefinidos y despedir en lugar de contratar a trabajadores temporales. Esto se podría vigilar, pero es cierto que si no se ha vigilado el fraude de ley en la contratación de temporales difícilmente se vigilará esto. Hay alguna forma, como penalizar en impuestos/cotizaciones las empresas con muchos despidos pero no aquellas que usen temporales para dichas labores. Por eso me sigue pareciendo mejor idea tener un contrato único para todo el mundo, con las mismas condiciones.
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