La empresa italiana, Chupa Chups, parece que ha decidido cerrar la planta que tiene en Villamayor, Asturias y, con 52 años en esa localidad, la decisión ha caído como un jarrón de agua fría encima de los trabajadores, sus familias y su pueblo.
Se supone que la empresa seguirá los pasos legales que requieren el cierre de una planta con muchos años de vida y, también, los pasos legales que requieren el despido de los trabajadores que tienen años de dedicación a su trabajo.
Para efectuar el cierre se supone que la empresa tendrá que cumplir financieramente con los trabajadores pagando muchos millones para hacer frente a sus compromisos legales y el cierre de la fábrica también tendrá un coste para la empresa. Este cierre puede suponer un proceso complicado para la multinacional y también potencialmente caro.
Los trabajadores, sus familias y el pueblo quieren continuidad y, para ello, saldrán a las calles, gritarán mucho y, al final, pasarán por caja para llevarse lo que les deben.
Lo que realmente necesitamos ahora es un grupo que negocie con la multinacional para que pague lo que debe transfiriendo la fábrica a nuevas manos y que los trabajadores que reciben su compensación reinviertan una parte de esta para que la fábrica continúe bajo nueva administración, elegida por los nuevos accionistas, incluyendo los trabajadores.
La fábrica podrá continuar produciendo dulces y, con algunas modificaciones, podrán empezar a vender sus nuevos dulces, los asturianos. Seguro que un experto en estas cosas adivinará mejor nombre para la marca y también tendrán que pensar en otro formato, ya que supongo que una bola con palo no se permitirá.
El negocio existe, los trabajadores conocen sus trabajos y seguro que sus nuevos dulces serán muy buenos y que habrá mercado local, regional y nacional para sus dulces.
Mejor que salir a las calles y luego aceptar su inevitable caída, es tomar el mango y llevar adelante una solución empresarial.
Vía | Cinco Días y Europa Press
En El Blog Salmón | Chupa Chups deja de ser española