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La caída en desgracia de Intel: anuncia despidos, ya no invertirá en Europa y todo por llegar tarde a la IA y a la revolución móvil

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Sergio Delgado

Durante muchas décadas, Intel ha sido sinónimo de éxito. Una de las empresas tecnológicas con más solera del mundo. Sin embargo, la competencia es feroz, los avances en este sector se suceden casi cada día y quedarse un pasito atrás, puede llevar a una compañía como esta a una situación cuanto menos delicada.

Sí, Intel no pasa por su mejor momento. El gigante estadounidense de los semiconductores vive un punto de inflexión importante, posiblemente el mayor de su historia.

Una reestructuración de gran calado, marcada por numerosos despidos, la presión de una competencia que supo vislumbrar los cambios más relevantes del sector antes que ella y una serie de cancelaciones de inversiones en Europa que, seguramente, dañen y mucho a la empresa de Mountain View con casi seis décadas de historia.

Pese a que nadie pone en duda su importancia en el conglomerado empresarial de grandes nombres tecnológicos, y que ha presentado en los últimos meses ingresos superiores a los que esperaba, la realidad es la que es: no ha podido cumplir las estimaciones de beneficios.

¿Qué le pasa a Intel y cuáles podrían ser las consecuencias?

Reestructuración de calado con miles de despidos

Intel ha anunciado que más pronto que tarde despedirá al 15% de su plantilla global. Según estimaciones, la fuerza laboral de la empresa podría reducirse en un mínimo de 75.000 personas y un máximo de 108.00 empleados.

Este “adelgazamiento” de la empresa no es algo nuevo. Desde que en marzo su nuevo CEO, Lip-Bu Tan asumiera las riendas estos despidos han estado sobre la mesa. De hecho, unos meses antes de su llegada, ya estaba sobre la mesa darle salida, al menos, al 20% de la plantilla.

Lip-Bu Tan lo tiene claro. En pleno 2025, Intel se ha quedado atrás. Es demasiado pesada y también ineficiente. La escisión de NEX (Network and Edge Group), ahora como empresa independiente y centrada en soluciones de red y desarrollo de infraestructuras de telecomunicaciones, no fue ni mucho menos suficiente.

Adiós a invertir en Europa

Ni Alemania, ni Polonia tendrán nuevas fábricas de Intel en sus territorios. La empresa necesita abaratar costes para mejorar su rentabilidad.

Unos planes de expansión por Europa que, de momento, quedan aparcados. Pero también el desarrollo de una planta en Ohio, en Estados Unidos, que ha quedado también ralentizada. Ya no es prioridad.

Se trata, por tanto, de otros pasos atrás que implican un freno en la estrategia de la empresa en posicionarse como una compañía de referencia en la producción de chips de IA. De momento, tendrá que esperar. Nvidia y AMD le han ganado la batalla.

Llegados a este punto, ¿está de verdad preparada Intel para competir en los diferentes mercados internacionales con estas empresas? La respuesta tiene más dudas que certezas.

Llega tarde a la IA y tarde al móvil

La crisis de Intel es compleja. Pese a su histórica posición como una de las empresas tecnológicas más importantes de la historia, no ha conseguido adaptarse a las dos grandes revoluciones tech de la última década. La inteligencia artificial y los dispositivos móviles de última generación.

Si AMD y Nvidia ya son referentes en IA, Intel ha seguido anclada en los ordenadores personales sin diversificar sus productos. Esto le ha llevado a una pérdida importante de cuota de mercado.

Y aunque hoy en día capitaliza unos 90.000 millones de dólares, está por debajo de los 262.000 de AMD y, cómo no, de Nvidia que nada en aguas repletas de paz y tranquilidad con cuatro billones de dólares de capitalización. Casi nada.

El mercado responde con escepticismo

La prueba más reciente de su deterioro ha sido la publicación de los resultados del segundo trimestre de 2025. Los ingresos ascendieron a 12.860 millones de dólares, lo que superó el promedio de las estimaciones de los analistas, pero aún así la compañía reportaba 0,10 dólares por acción en pérdidas, por debajo del proyectado resultante.

La reacción del mercado fue inmediata: una pérdida del 8,7% en el precio de las acciones, lo que se suma a un descenso del 33% durante el año pasado.

También el negocio de Intel Foundry, que debería generar chips para terceros, no ha dado los frutos que se esperaba. El negocio, aunque ligeramente superior al promedio de las estimaciones, está todavía lejos de convertirse en rentable. Por si fuera poco, los deterioros de activos han añadido más presión adicional en una situación ya crítica.

El futuro de sus fábricas está en manos externas

Ante la falta de competitividad de su amalgama de fábricas, el Gobierno de Estados Unidos ha decidido intervenir. De hecho, la empresa solicitó a TSMC, el mayor productor de semiconductores del mundo, que participara en el rescate de las plantas de Intel. Aunque hasta ahora TSMC ha declinado la oferta, el hecho de que esta posibilidad esté sobre la mesa demuestra la situación tan compleja de Intel.

Estas fábricas, ubicadas por América, Asia y Europa, no logran operar con la eficiencia que un mercado de enorme competencia demanda.  Intel se encuentra en una encrucijada, después de todo ¿puede recuperar el tiempo perdido? Es complicado. El tiempo, como siempre, tendrá la última palabra.

Imágenes | Wikipedia, Unplash

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