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La locura tecnológica continúa. Y ahora la obsesión de las grandes tecnológicas es llevar los centros de datos al espacio

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Sergio Delgado

La industria tecnológica se encuentra en un momento de transformación tan acelerado que, por primera vez, varios gigantes del sector coinciden en una idea que hace apenas una década habría parecido muy remota.

La carrera por ampliar la capacidad de cómputo necesaria para sostener el crecimiento exponencial de la inteligencia artificial está impulsando proyectos que buscan instalar centros de datos fuera del planeta. Sí, fuera de nuestro planeta.

Esta visión, que hoy parece futurista, está ganando terreno entre los ejecutivos más influyentes del mundo tecnológico.

La demanda global de procesamiento y energía vinculada a la IA está creciendo a un ritmo que, parecer ser, supera los planes iniciales de expansión terrestre.

A medida que los modelos aumentan en tamaño y complejidad, los líderes del sector empiezan a percibir que la Tierra podría llegar a un límite energético y logístico difícil de superar.

Por qué las grandes tecnológicas miran al espacio

El sector tecnológico está invirtiendo cifras sin precedentes en infraestructuras destinadas a la IA.

Los datos de mercados financieros indican que empresas como Amazon, Meta, Microsoft y Google están destinando cerca de 320.000 millones de dólares a ampliaciones y construcciones de centros de datos.

Sin embargo, estos esfuerzos todavía no han generado un retorno proporcional, lo que ha llevado a explorar alternativas que permitan sostener este crecimiento a largo plazo.

El espacio se perfila como un entorno sin limitaciones de suelo, con una disponibilidad energética superior y con menos restricciones relacionadas con la gestión térmica.

En este marco surge el proyecto más reciente de Google, bautizado internamente como Suncatcher, cuyo objetivo es estudiar la viabilidad de colocar hardware de IA en órbita.

La iniciativa plantea una investigación de largo alcance, puesto que el despliegue de tecnología en el espacio implica retos vinculados al lanzamiento, a la radiación y a la propia operatividad remota.

Aun así, la compañía ha señalado la intención de tener una unidad de procesamiento especializada operando en órbita antes de que finalice 2027, lo que marcaría el inicio de una nueva etapa para el desarrollo de infraestructuras digitales.

El impacto energético que acelera la transición

El interés por trasladar centros de datos al espacio no surge únicamente de la búsqueda de innovación.

Los datos energéticos revelan una presión creciente sobre las redes eléctricas terrestres. Goldman Sachs estimó recientemente que la capacidad global instalada en centros de datos es de 59 gigavatios, una cifra insuficiente para sostener la demanda prevista para la próxima década.

En Estados Unidos, la construcción intensiva de instalaciones dedicadas a la IA está provocando tensiones considerables en la red eléctrica nacional, lo que obliga a acelerar planes de expansión e incluso a reconsiderar modelos de consumo.

Las proyecciones indican que la demanda de electricidad podría duplicarse antes de 2050. Esta previsión pone en cuestión la viabilidad de mantener todo el ecosistema de computación avanzada en la Tierra.

Desde una perspectiva energética, el espacio ofrece una ventaja significativa debido a la radiación solar constante. La ausencia de atmósfera permite la captación directa de energía sin pérdidas, lo que, según algunos expertos, podría generar una producción energética miles de veces superior a la disponible a nivel terrestre.

La visión de los líderes tecnológicos y el contexto industrial

La industria espacial comercial ha avanzado de manera considerable durante los últimos quince años. Empresas de transporte orbital han reducido el coste de lanzamiento por kilogramo y aumentado la cadencia de misiones.

Este contexto es lo que permite que los centros de datos espaciales empiecen a plantearse como una posibilidad realista. A nivel industrial, la fabricación de satélites de gran capacidad y el desarrollo de estructuras modulares han facilitado la idea de ensamblar plataformas dedicadas específicamente al procesamiento computacional fuera del planeta.

Dentro de este entorno, algunos directivos han expresado que futuros sistemas combinados de cientos de satélites podrían actuar como una red de cómputo distribuida.

La disponibilidad de energía solar continua permitiría mantener operativos estos sistemas sin requerir baterías o infraestructuras de refrigeración complejas. Además, la ausencia de gravedad podría influir en la forma en la que se diseña el hardware, permitiendo arquitecturas más compactas y eficientes.

Por qué esta visión podría transformar la infraestructura digital

Si los centros de datos espaciales se consolidan, la industria tecnológica podría experimentar un cambio profundo en la forma en que despliega y gestiona su infraestructura.

La capacidad de escalar sin restricciones de superficie, la posibilidad de disponer de energía constante y la reducción de los límites térmicos transformarían los modelos actuales de computación.

Aunque todavía existen retos relacionados con la latencia, la reparación, el control y la seguridad del hardware, la madurez creciente del sector espacial sugiere que estas barreras podrían superarse en los próximos años. ¿O quizás es una mera quimera?

Imágenes |  Pixabay, Wikipedia

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