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La OCDE lanza un mensaje que pocos se esperaban: la inversión en IA puede llegar a compensar el golpe económico de los aranceles, pero no para todos

La Ocde Lanza Un Mensaje Que Pocos Se Esperaban La Inversion En Ia Puede Llegar A Compensar El Golpe Economico De Los Aranceles Pero No Para Todos
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Javier Ruiz

La OCDE ha lanzado un aviso inesperado en plena escalada proteccionista global: la inteligencia artificial podría compensar parte del daño económico que los aranceles están provocando en el comercio global.

El organismo reconoce que la fragmentación económica sigue intensificándose (con Estados Unidos liderando estas nuevas barreras comerciales), pero afirma que la ola de inversión en IA está sosteniendo el crecimiento y la productividad a un ritmo que sorprende incluso a sus analistas.

Qué dice la OCDE

La conclusión llega en un momento delicado. El comercio mundial crece muy por debajo del promedio de las últimas décadas y las cadenas de suministro siguen reorganizándose tras la pandemia y la guerra en Ucrania.

En este contexto, la OCDE introduce un matiz que altera el relato dominante: la tecnología está actuando como un amortiguador que evita que el frenazo comercial se convierta en una recesión global más profunda.

En su nuevo informe, el organismo sostiene que la inversión en inteligencia artificial está generando ganancias de productividad “visibles” en las economías que más han apostado por esta tecnología. El avance se concentra sobre todo en Estados Unidos y en ciertos países asiáticos, donde la adopción empresarial es más rápida.

Según el organismo, esto está compensando el deterioro del comercio provocado por los aranceles. Si bien las subidas de tarifas tienden a reducir intercambios, frenar la inversión extranjera y encarecer la producción, la IA está introduciendo mejoras de eficiencia capaces de neutralizar parte de ese impacto.

La OCDE ha bautizado el fenómeno como “desconexión parcial” para explicar cómo el comercio se debilita, pero la economía no cae al mismo ritmo de antes, porque la productividad tecnológica sostiene el crecimiento.

La nueva geopolítica

La afirmación anterior, no obstante, no se entiende sin el contexto actual ni evita otros problemas como el debate sobre la "burbuja de la IA". La Administración estadounidense ha reforzado los aranceles sobre sectores estratégicos como los vehículos eléctricos, los paneles solares o los productos tecnológicos procedentes de China.

Europa se prepara para responder con sus propias medidas defensivas o para acelerar su política industrial, mientras que China reorganiza sus cadenas de valor para sortear restricciones. El resultado es un comercio global más lento, regional y vulnerable a tensiones geopolíticas. La OCDE advierte de que esta tendencia corre el riesgo de convertirse en estructural: menos comercio implica menos competencia, menos innovación y más inflación.

Frente a este panorama de incertidumbre, el comportamiento de la IA destaca por contraste: mientras el proteccionismo tira hacia abajo, la tecnología tira hacia arriba. 

La IA está amortiguando el golpe, según la OCDE, por varios factores combinados: en primer lugar, permite reducciones de costes significativas en sectores como la logística, las finanzas, la manufactura y los servicios profesionales. Automatiza tareas, acelera procesos, optimiza producción y reduce errores.

A su vez, está impulsando nuevos modelos de negocio, desde la automatización avanzada al diseño de productos, que aumentan el valor añadido por trabajador. Así, incluso en estos momentos, las empresas que adoptan IA mantienen o aumentan su productividad.

Además, la tecnología permite relocalizar parte de la producción sin que ello suponga una pérdida masiva de competitividad. En pocas palabras, la IA hace posible que las empresas acerquen fábricas a sus mercados sin depender tanto de la eficiencia derivada de las grandes cadenas globales de suministro. Esto suaviza el impacto de los aranceles y favorece la resiliencia.

La cara B: no llega a todos

Probablemente, no nos sorprenda, pero la OCDE también aclara lo siguiente: este efecto no es global. Las ganancias de productividad impulsadas por la IA se concentran en un pequeño grupo de países y grandes empresas, lo que puede aumentar las brechas entre economías avanzadas y emergentes.

Tampoco elimina la fragmentación económica, solo la amortigua. Si los aranceles siguen aumentando, el comercio podría debilitarse hasta niveles que ni siquiera la tecnología sería capaz de compensar. Y el riesgo de fondo es evidente también: si la IA acelera la eficiencia más rápido en unos países que en otros, la desigualdad global puede intensificarse.

En el caso europeo, los países parecen rezagados frente al nuevo equilibrio global. Si bien la inversión privada en IA está creciendo, lo hace a un ritmo muy inferior al de Estados Unidos: España no está en el grupo de países que la OCDE identifica como capaces de compensar con IA los efectos de los aranceles.

Esto abre un escenario incierto: mientras que EE. UU. y algunos países asiáticos podrían amortiguar el impacto del proteccionismo gracias a su músculo tecnológico, Europa corre el riesgo de sentirlo con más fuerza. La brecha de inversión en IA se convierte así en una brecha de resiliencia económica. En el caso de los países emergentes, la respuesta es evidente: si las zonas menos desarrollados del norte no consiguen compensar, el Sur global menos.

La OCDE dibuja un panorama paradójico: dos fuerzas opuestas que coexisten y moldean la economía global. Por un lado, los aranceles y las tensiones geopolíticas frenan el comercio y encarecen la producción. Por el otro, la IA mejora eficiencia, impulsa productividad y sostiene el crecimiento.

En ese equilibrio inestable se juega buena parte de la economía de los próximos años. La gran pregunta para Europa y España es si están invirtiendo lo suficiente como para que la IA actúe como un verdadero amortiguador económico. Por ahora, confirmamos que la IA es más que innovación, puede ser clave frente a las nuevas medidas proteccionistas que reinauguró EE. UU.

 

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