Las puertas giratorias no son exclusivas de España: la UE y el caso Barroso

Las puertas giratorias no son exclusivas de España: la UE y el caso Barroso
3 comentarios

Las puertas giratorias, esa metáfora tan socorrida en España, ya que por ellas pasan casi todos los políticos y altos cargos cuando “giran” del ámbito público al privado. Los casos son numerosos: Rodrigo Rato, José María Aznar, Felipe González, Pedro Solbes, Ángel Acebes, Eduardo Zaplana, Trinidad Jiménez, Esperanza Aguirre -aunque luego volvió a la política-…

La lista es larga, pues casi todos los que han pasado por la vida política ‘sienten la llamada’ de la gran empresa cuando ponen fin a su etapa de servicio público. Además, se da la circunstancia que siempre suelen cruzar a alguna firma del Ibex 35 o multinacional de prestigio, nunca a una pyme que está empezando.

Todos los casos generan polémica en la opinión pública, si bien algunos siempre lo hacen más que otros. No obstante, si creíamos que esto era otra práctica ‘typical spanish’ nos equivocábamos. Las puertas giratorias las usan en casi todos los países, ya que la tentación de un cargo diseñado a medida en una gran entidad es muy difícil de vencer.

Precisamente, hace unos días el antiguo presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, se ha visto en el centro de la polémica después de que Bruselas haya decidido abrir una investigación a su fichaje por Goldman Sachs por si plantea un “conflicto ético”, algo de lo que el portugués se ha defendido alegando que esto supone una discriminación respecto a otros miembros de la Comisión que han pasado después a la empresa privada.

Si bien hay que tener en cuenta que las diferencias son sustanciales, ya que Barroso ha sido máximo dirigente de la institución europea durante nada menos que 12 años, así como anteriormente primer ministro de Portugal. Por lo tanto, no hablamos de un funcionario europeo cualquiera.

Un caso que sienta precedente

A pesar de que la entrada de Barroso en el gigante financiero americano se produjo 20 meses después de dejar su cargo en la UE -lo que implica que no tiene que avisar previamente a la institución de su nuevo trabajo, ya que han pasado más de 18 meses desde que dejase de ser alto cargo- su fichaje ha levantado ampollas en la corte europea.

La Defensora del Pueblo de la UE, Emily O’Reilly, ha sido quien ha levantado la liebre, ya que ha pedido a Bruselas que le confirme cómo ha evaluado “de conformidad” la contratación del portugués. Además, argumenta que el periodo de 18 meses no excluye que se lleve a cabo una cuidadosa evaluación de este tipo de contrataciones, ya que hay muchos intereses en juego, sobre todo la reputación de un organismo al que el Brexit ha puesto en entredicho.

Y es que es precisamente la salida de las islas británicas de la Unión sobre lo que se encargará de asesorar al banco americano Barroso, de ahí que la Defensora del Pueblo haya pedido información a Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, acerca de las directrices que ha dado al encargado de negociar la salida de UK, Michel Bernier, para relacionarse con Barroso.

De ahí que la Comisión haya decidido ‘cortar por lo sano’ y en una decisión sin precedentes haya cerrado el acceso del portugués a la institución, algo que le correspondía por ser un ex alto cargo. Además, Bruselas le ha puesto la etiqueta de ‘lobbista’, de la que huyen como de la peste los grandes ejecutivos del mundo de las finanzas y la empresa (aunque realmente lo sean).

¿Las puertas están dejando de girar?

Todo este revuelo que se ha causado en Bruselas ha coincidido en un momento especial en España en torno al tema de las puertas giratorias. En nuestro caso, la polémica ha estado protagonizada por José Manuel Soria, el exministro de Industria salpicado por los célebres Papeles de Panamá, al que su implicación en este desvío de fondos para no tributar en España le va a perseguir bastante tiempo.

Soria

Una vez alejado de los focos políticos desde su dimisión el pasado mes de abril, a principios de septiembre volvía a salir a la palestra por su nombramiento por parte del Gobierno para representar a España en el Banco Mundial. Las críticas no tardaron en alzarse, ya que la ciudadanía consideró inmoral que un implicado en el escándalo de Panamá, por el que tuvo que dejar su cartera ministerial, fuese el enviado de España en la institución. Sobre todo porque se supo que iba a cobrar la friolera de 226.000 euros al año...libres de impuestos.

Ante el descontento popular y social, Soria se vio obligado a rechazar el puesto por órdenes de su partido, que todavía no ha conseguido formar Ejecutivo y que se vio entre la espada y la pared. Además, después se supo que la designación de Soria para el puesto no fue ni casual ni meritoria, sino que se hizo a dedo, contrariamente a lo que indicó el Gobierno.

De este modo, por primera vez en España la presión popular logró que la puerta giratoria se cerrase y no se volviese a producir un caso que bordea la moralidad y la ética política y ciudadana. El caso de Soria pone de relieve el hartazgo de la sociedad ante esta vía directa que tienen los altos cargos para colocarse en la gran empresa cuando su tiempo político termina y cómo ese clamor popular puede dar al traste con ese salto de un lado al otro.

¿Será Durao Barroso el próximo ‘obligado’ a dimitir en Goldman Sachs? Que no le extrañe a nadie, las puertas giratorias están empezando a pararse.

Temas
Comentarios cerrados
Inicio