Mientras la mirada de muchos españoles está puesta en el interesante final de la Liga, el fútbol español juega otro partido mucho más importante contra un rival de los que nunca pierden: la Agencia Tributaria. La deuda acumulada con Hacienda de los clubes nacionales se ha incrementado un 25% en apenas cuatro años, ascendiendo a 1 de enero de 2012 a unos 752 millones de euros.
Esta cifra tan escandalosa, cercana a lo que reparte la UEFA al año en derechos televisivos por la Champion League y casi los presupuestos sumados de Madrid y Barcelona, se subdividen en tres categorías: los equipos de la Liga BBVA deben casi 490 millones de euros; los de Segunda, alrededor de los 184 millones; y los equipos de categorías inferiores aproximadamente 78 millones. A estas deudas hay que sumarles la que los clubes tienen con la Seguridad Social.
Es un secreto a voces que la burbuja del fútbol español se ha estado gestando durante muchos años. Tanto es así que según un informe de la Universidad de Barcelona la deuda acumulada de los equipos de la Primera División asciende a 3.530 millones de euros al cierre de la temporada pasada, mientras que sus ingresos ese mismo año rondaron los 1.666 millones de euros.
Esta situación, que para muchas empresas privadas de cualquier otro sector sería inviable y las abocaría a la quiebra, es normal en el fútbol, donde los clubes tienen unos ingresos que no suelen llegar a cubrir los gastos. Tanto es así que han llegado a una situación en la que lo que deben duplica lo que ingresan. Vamos, que si un club quisiera pagar lo que debe en un año tendría que estar dos años sin gastar ni un euro.
Las razones que justifican este desfase financiero son varias, siendo la principal la mala orientación del negocio del fútbol, que no se gestiona como un verdadero negocio. La mayoría de los clubes son sociedades anónimas pero a diferencia de estas no se gestionan para obtener beneficios, sino resultados deportivos, lo que genera enormes gastos, sobre todo en fichajes multimillonarios.
Además, hay que tener en cuenta que los efectos de la burbuja inmobiliaria también se están haciendo notar en el fútbol profesional. La burbuja de la construcción infló la burbuja del fútbol en unos años en los que constructoras e inmobiliarias invertían importantes sumas de dinero en los propios clubes. Muchos empresarios se acercaron al fútbol para hacer dinero fácil y ahora les han cortado el grifo. ¿Recordáis aquellas rectificaciones de terrenos o esos macroproyectos deportivos?
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