El número de bajas laborales en España se ha disparado en la última década. Según datos de la Seguridad Social, en 2024 se registraron más de 9 millones de bajas anuales adicionales respecto a 2016, un aumento del 88 %.
El fenómeno no es aislado: la OCDE, en su Employment Outlook 2025, lo describe como un problema global que afecta a buena parte de las economías avanzadas. En lo que se refiere al caso español confluyen factores propios que ayudan a explicar el incremento, que se acerca a los niveles de Alemania y Francia.
Un absentismo en máximos
El dato no se explica únicamente por el récord de empleo alcanzado en los últimos años. Si bien hay más afiliados en el sistema, la tasa de bajas por cada 1.000 trabajadores también ha escalado: en 2016 eran 278, y en 2024 ya superan las 430, según cálculos de la Seguridad Social.
La duración media de las bajas, sin embargo, se ha reducido un 19 % en la última década, lo que indica que el problema no es tanto que las bajas duren más, sino que hay más personas que acuden al sistema.
Los expertos consultados por organismos como la OCDE y el Adecco Institute apuntan a un conjunto de causas, entre las que destacan el envejecimiento de la población activa (la fuerza laboral es cada vez mayor en España, lo que se conecta con un aumento de patologías crónicas y más tiempos de recuperación), el aumento de la ocupación (tras la crisis de 2008 y la pandemia del Covid-19, se ha incrementado la base de trabajadores) y condiciones laborales más precarias (jornadas intensas, temporalidad, poca conciliación) que contribuyen a problemas de salud, tanto físicos como mentales.

De igual modo, los informes destacan cómo la pandemia marcó un punto de inflexión en lo que a salud mental se refiere: depresión, ansiedad y otros problemas emocionales suponen, hoy día, causas habituales de incapacidad temporal.
Asimismo, hay comunidades autónomas en las que el absentismo es mucho más notable, como Navarra (68 % más bajas), Canarias (106 %) o Cataluña (95 %); no obstante, la variación menor en esta década la tienen Asturias y Aragón con un 53 y 64 % más de bajas, respectivamente, lo que muestra la tendencia. Sí es cierto que su duración ha decrecido, con especial énfasis en Cataluña (un 40 % más breves) frente al periodo anterior.

Por último, en lo que se refiere a rangos de edad, se ve una tendencia acusada en los extremos de la tabla: se ve una tendencia acusada en los extremos: en la franja más joven (16-25), las bajas crecieron un 199 %, mientras que entre los 46-55 (2.241.805 casos, +96 %) y los 56-65 (1.418.294 casos, +128 %) también se registraron fuertes incrementos.
Según Raúl Sánchez, periodista de El Diario, esta dinámica se conecta con una saturación del sistema, cambios sociales claros a raíz de la pandemia y un relevo generacional en el ámbito laboral: aquellos que tienen gripe (enfermedades respiratorias e infecciosas), ya no van al trabajo y cogen la baja; a esta nueva tendencia, se suman las bajas por salud mental y la mayor prevalencia de las enfermedades musculoesqueléticas asociadas a la edad.
El papel del desempleo
Un factor menos visible, pero fundamental, es la evolución del paro. Durante la Gran Recesión, cuando la tasa de desempleo superaba el 25 %, el absentismo cayó a mínimos históricos. Entre 2008 y 2013, las bajas por incapacidad temporal se redujeron casi un 46 %.
La razón era clara: el miedo a perder el empleo contenía la demanda de bajas médicas, incluso cuando la salud lo exigía.

Con la recuperación económica y la progresiva caída del paro, esa restricción invisible ha ido desapareciendo. A partir de 2014, el absentismo empezó a subir de nuevo, primero lentamente, y después de manera más acusada tras la pandemia.
Para resumir, el actual récord de bajas refleja también un ajuste tras años de “infraabsentismo” forzado por la crisis.
Una tendencia internacional
En cualquier caso, España no es una excepción. La OCDE constata que en la mayoría de los países miembros las ausencias laborales han crecido en la última década, ligadas al envejecimiento, la precariedad y la salud mental.
En algunos casos, como Alemania o Países Bajos, las cifras de absentismo por enfermedad común también están en máximos históricos.
La diferencia es que en España la tendencia se combina con un mercado laboral que todavía arrastra tasas de paro muy superiores a la media europea, lo que amplifica el contraste entre épocas de crisis (absentismo bajo por miedo) y fases de crecimiento (absentismo alto).
Una década de cambio
El absentismo en España ha pasado de mínimos históricos tras la Gran Recesión a máximos históricos en la actualidad. No es solo un efecto del envejecimiento o la precariedad, sino también un reflejo del ciclo económico: cuando el miedo al desempleo se desvanece, aflora la realidad de una fuerza laboral con más problemas de salud de los que parecía en la década anterior.
La cuestión es si España podrá equilibrar este fenómeno con políticas de prevención y bienestar, o si seguirá cargando el coste sobre las empresas y, sobre todo, los trabajadores por cuenta propia y ajena.
Entre bastidores, surgen varias preguntas extra.
A bote pronto, se me ocurren dos relevantes: ¿qué hacemos con el envejecimiento de la fuerza laboral que está llegando a toda Europa? ¿Y se están tomando las medidas adecuadas para reducir las bajas por cuestiones de salud mental?
Ver 0 comentarios