El trabajo a distancia parecía condenado a perder protagonismo una vez superada la pandemia, pero la realidad ha seguido un camino diferente, al menos en el sector público.
Mientras en las empresas privadas el teletrabajo se ha estancado, entre los empleados de la Administración General del Estado ha alcanzado cifras récord.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y del Ministerio de Transformación Digital confirman que esta modalidad laboral se ha consolidado entre los funcionarios, que ya superan ampliamente al sector privado en adopción.
Durante el pasado mes de julio, más de la mitad del personal público de la Administración trabajó parcialmente desde casa, alcanzando un 50,73 %. Es el nivel más alto desde que comenzaron los registros.
En contraste, el teletrabajo en el sector privado se mantiene estable en torno al 15%, sin signos de recuperación pese a los avances tecnológicos y la digitalización acelerada de los últimos años.
Auge del trabajo a distancia en la Administración
El análisis de los informes oficiales muestra una tendencia clara: la Administración ha abrazado el trabajo remoto con fuerza.
En 2022, apenas un 25% de los funcionarios de la Administración General del Estado teletrabajaban. En 2023, la cifra aumentó al 43%, y en 2024 superó el 50%. En julio de ese año, 90.533 empleados públicos realizaban su labor desde casa de manera parcial o total.
Este cambio no se limita a los puestos administrativos. Mandos intermedios y directivos también han adoptado el modelo híbrido. Más de 2.700 altos cargos coordinaban equipos desde sus domicilios, demostrando que la flexibilidad laboral ha calado incluso en los niveles jerárquicos más altos.
Las razones de este crecimiento son diversas. Por un lado, la mejora de las herramientas digitales ha facilitado la gestión documental, las reuniones virtuales y la comunicación interna.
Por otro, los propios empleados valoran la conciliación familiar y la reducción de desplazamientos. Sin embargo, no todas las administraciones autonómicas siguen el mismo ritmo: regiones como Castilla-La Mancha registran niveles sensiblemente más bajos.
Un marco regulatorio aún desigual
La implantación del trabajo remoto en el ámbito público depende de la naturaleza del puesto y de las normas específicas de cada organismo. No existe una regulación homogénea, lo que deja margen a decisiones arbitrarias entre ministerios y departamentos. Esta falta de uniformidad ha generado debate entre los sindicatos, que reclaman una norma clara que evite desigualdades entre trabajadores que desempeñan funciones similares.
El anteproyecto de ley de Función Pública, aprobado en julio de 2024, intenta sentar las bases para una regulación más estable. No obstante, el texto deja claro que el teletrabajo “no constituye un derecho del empleado público” y que estará condicionado a las necesidades del servicio.
Además, tendrá carácter temporal, voluntario y reversible. Solo podrán acogerse a esta modalidad quienes desempeñen puestos compatibles con ella, lo que excluye a sectores como el sanitario, educativo, judicial o militar.
Pese a estas limitaciones, la Administración se mantiene como el motor del teletrabajo en España. El informe de seguimiento del Ministerio de Transformación Digital muestra que la proporción de empleados públicos que teletrabajan es más del triple que la de los asalariados del sector privado.
Un contraste con la empresa privada
En el ámbito empresarial, el entusiasmo inicial por el trabajo a distancia se ha moderado. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), solo el 7,8% de los trabajadores españoles trabajó desde casa más de la mitad de los días en 2024, una cifra que equivale a 1,69 millones de personas. Otros 1,63 millones lo hicieron de forma ocasional, elevando el total de teletrabajadores al 15,4% de la población ocupada.
Este porcentaje está por debajo del promedio europeo. En la Unión Europea, el 9% de los trabajadores desarrolló su actividad desde el hogar más de la mitad del tiempo. Países como Irlanda y Finlandia encabezan el ranking con un 21% y 20%, respectivamente. Bélgica (14%), Suecia (13%) y Alemania (13%) también superan holgadamente a España.
Los expertos señalan que el trabajo remoto está más arraigado en economías con mayor productividad y digitalización. En España, según la OCDE, la productividad ha caído un 4% desde 2018, mientras que en otros países europeos ha crecido. Esta brecha podría explicar en parte la lenta adopción del teletrabajo en el sector privado.
Productividad, conciliación y confianza
El debate continúa abierto. Las empresas valoran la flexibilidad, pero temen una pérdida de eficiencia si no existen sistemas de control y evaluación adecuados.
En el ámbito público, la experiencia ha demostrado que los resultados no necesariamente se resienten, siempre que haya una estructura clara y herramientas que garanticen la comunicación y la supervisión.
El teletrabajo también ha cambiado la percepción de los empleados sobre la conciliación y la calidad de vida. En muchas administraciones, ha contribuido a reducir el absentismo y mejorar la motivación. Sin embargo, algunos expertos advierten que la falta de interacción presencial puede debilitar la cohesión de los equipos si no se gestiona correctamente.
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